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Batasuna sigue los pasos del Sinn Féin para desmarcarse de ETA
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CON LA ÚLTIMA DECLARACIÓN DE LA IZQUIERDA ABERTZALE

Batasuna sigue los pasos del Sinn Féin para desmarcarse de ETA

La izquierda abertzale no va a condenar a ETA ni a renegar de su historia, que ha justificado siempre como “una expresión del conflicto” con el

Foto: Batasuna sigue los pasos del Sinn Féin para desmarcarse de ETA
Batasuna sigue los pasos del Sinn Féin para desmarcarse de ETA

La izquierda abertzale no va a condenar a ETA ni a renegar de su historia, que ha justificado siempre como “una expresión del conflicto” con el Estado. Pese a ello, desde la Declaración de Anoeta en 2004, con la que hizo pública su apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas, ha dado pasos para desprenderse de su tutela. Los avances han sido lentos, pero de no detenerse llevarán al desmarque explícito de la banda que le reclaman el resto de formaciones políticas. Sigue los pasos del Sinn Féin en Irlanda del Norte, aunque para los escépticos - razones no les faltan- nunca dará el paso definitivo.

La novedad de su última iniciativa -“Zutik Euskal Herria”, producto del debate interno- es su carácter unilateral. No pone condiciones al Gobierno, lo que permite al presidente Rodríguez Zapatero asistir a la evolución de los acontecimientos a la espera de que la izquierda abertzale cumpla la premisa que le exigen todos los partidos para volver a las instituciones y abrir un nuevo proceso de diálogo: el fin definitivo de la violencia o su desmarque inequívoco de ETA.

La izquierda abertzale no tiene capacidad para decidir por ETA, pero sí para condicionar sus decisiones, cuando hasta ahora había ocurrido exactamente lo contrario. Ni unos ni otros quieren romper el cordón umbilical que les une, y esa es, probablemente, la razón por la que el mundo radical camina con pies de plomo en su paulatino distanciamiento de la banda, y ésta no se atreve a cometer un atentado, que echaría por tierra la credibilidad de la apuesta política,  por temor a encontrarse con una condena explícita.

La Declaración de Altsasu (14 de noviembre de 2009) supuso la reválida de la Declaración de Anoeta, la reafirmación de la apuesta por las vías políticas tras la ruptura del proceso de paz en 2006. Incorporó los Principios Mitchell (rechazo a conseguir ventajas políticas por la violencia) y rechazó cualquier injerencia externa, en velada alusión a ETA. La posterior Declaración de Bruselas, suscrita por cuatro premios Nobel entre otras personalidades, avanzó en esa dirección.

La Declaración de Pamplona hecha pública el pasado fin de semana es otro paso más. Corto, medido, pero un paso más, aunque los partidos hayan puesto el acento en la necesidad de un pronunciamiento más claro. En esta ocasión, la izquierda abertzale dice que la reanudación de los atentados tras el fallido proceso de paz (“acciones armadas” en su terminología), no sólo no ha solucionado los problemas, sino que los ha enquistado, y para equilibrar la balanza endosa al Gobierno parte de la responsabilidad por su “represiva”. 

La tradición ‘literaria’ del mundo abertzale es la ambigüedad, el abigarramiento en las formas y la mezcla del mensaje de consumo interno con el dirigido a la sociedad, lo que ha obligado en demasiadas ocasiones a tener que leer entre líneas y a interpretar si la botella estaba medio vacía o medio llena con argumentos igualmente válidos.

El modelo irlandés

El camino emprendido tiene similitudes, salvando las distancias, con el recorrido por el Sinn Féin (SF) en Irlanda del Norte. Grosso modo, en el caso irlandés el origen del proceso fueron las conversaciones entre el nacionalista moderado John Hume (SDLP) y Gerry Adams (SF), que arrancaron en 1988 y se mantendrían, con altibajos, durante años. Un ejemplo equiparable a los contactos entre el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, y el líder de Batasuna, Arnaldo Otegi. El resultado de aquel diálogo discreto fue la declaración por el IRA de un “alto el fuego incondicional e indefinido” en agosto de 1994, la misma terminología que ETA utilizó para anunciar la tregua de 2006. La tregua en Irlanda se mantuvo durante diecisiete meses, por tan sólo nueve en España, aunque para cuando ETA la hizo pública llevaba tres años sin cometer un atentado mortal.

El 9 de febrero de 1996 el IRA rompió la tregua con la detonación de una bomba de gran potencia en la City londinense que provocó dos muertos y cientos de heridos, y se llevó por delante las esperanzas generadas en la sociedad. ETA hizo lo mismo en diciembre de 2006 con un coche-bomba en el aparcamiento de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas que se saldó con dos víctimas cuando la impresión generalizada era que, esta vez sí, el fin de la violencia era un proceso irreversible. Incluso el presidente Rodríguez Zapatero anunció que el año 2007 sería mejor que el precedente en el camino hacia la paz.

El senador norteamericano George Mitchell fue comisionado por el Gobierno de Bill Clinton para que mediara en la búsqueda de una solución (IRA-Sinn Fein siempre reclamaron la mediación internacional, como piden ETA-Batasuna), que dio origen a los ya citados Principios Mitchell, que la izquierda abertzale reivindica ahora como un instrumento útil para resolver el conflicto vasco. El abogado sudafricano Brian Currin ha sido el alter ego de Mitchell en España, aunque su trabajo se ha limitado casi en exclusiva a la izquierda abertzale y no ha sido reconocido como mediador por el Gobierno español.

El punto de inflexión en Irlanda del Norte llegó en julio de 1997, cuando los líderes del Sinn Féin Gerry Adams y Martin McGuinness pidieron públicamente al IRA que declarara una nueva tregua, que la banda anunció dos días más tarde. El Sinn Féin se incorporó entonces a las conversaciones de Stormont que alumbrarían al año siguiente los Acuerdos de Viernes Santo. Batasuna no ha reclamado aún a ETA que deje de matar. Ese es el tramo que le queda por recorrer para afianzar definitivamente su apuesta.

La izquierda abertzale no va a condenar a ETA ni a renegar de su historia, que ha justificado siempre como “una expresión del conflicto” con el Estado. Pese a ello, desde la Declaración de Anoeta en 2004, con la que hizo pública su apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas, ha dado pasos para desprenderse de su tutela. Los avances han sido lentos, pero de no detenerse llevarán al desmarque explícito de la banda que le reclaman el resto de formaciones políticas. Sigue los pasos del Sinn Féin en Irlanda del Norte, aunque para los escépticos - razones no les faltan- nunca dará el paso definitivo.

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