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Griñán sufre todavía la sombra de Chaves en el PSOE-A
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Griñán sufre todavía la sombra de Chaves en el PSOE-A

Lo llamaban régimen. El régimen Chavista. O Chavesato. El rostro de Manuel Chaves es el del único mandatario andaluz que identifica al instante el imaginario de

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Griñán sufre todavía la sombra de Chaves en el PSOE-A

Lo llamaban régimen. El régimen Chavista. O Chavesato. El rostro de Manuel Chaves es el del único mandatario andaluz que identifica al instante el imaginario de cualquier joven sureño de menos de 20 años. Cuando nacieron (son nombres ficticios) Paula, de Matalascañas (Huelva), o Juan, de Úbeda (Jaén), ya era el jefe de Andalucía. Chaves sigue controlando el PSOE-A, pero el Día del Libro de 2009 dejó un cargo que parecía vitalicio y diseñado a su semejanza: la Presidencia de la Junta de Andalucía.

 

Ese 23 de abril de este año que agoniza José Antonio Griñán (Pepe en la íntima amistad y familia) entró en el Olimpo socialista, el feudo que nunca falla. Ya lo dijo Alfonso Guerra hace más de una década: “Lo importante son las siglas. En Andalucía, se presente quien se presente, siempre gana el Partido Socialista”. En el Parlamento de Andalucía, el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, en el cofrade barrio sevillano Macarena, se olfateó cambio aquel 23 de abril.

Llegaba Griñán, vicepresidente con Chaves, el ex ministro del “tal Griñán” que jamás quiso ser presidente del Gobierno andaluz. El político que soñaba con una jubilación disfrutando de los estrenos operísticos en el Teatro Maestranza, frente a la Torre del Oro, o de los veranos de lectura y juegos infantiles con sus nietos (el estío pasado en Galicia). Un deseado retiro lejos de los números, las estadísticas y el protocolo que tanto detesta.

¿No quería Griñán irse ya? Cuando los periodistas le preguntaban si podía ser el sucesor de Chaves, el consejero de Economía y Hacienda respondía que no, que él ya era demasiado mayor. “Aparten de mí ese cáliz”, era su pensamiento. Tras el 11 de marzo, el día que Zapatero ofertó a Chaves la Vicepresidencia Tercera del Gobierno, Griñán se fue haciendo la idea que él sería el próximo inquilino de la Casa Rosa, la sede provisional del Gobierno andaluz [en el Palacio de San Telmo se han gastado 46,7 millones de euros desde 2005] vecina a la Avenida de la Palmera.

Frente despejado

En la coqueta Casa Rosa, Griñán ha tejido un Gobierno menos político, más tecnocrático que los últimos de Chaves. Con Gaspar Zarrías fuera de la órbita del Gobierno andaluz –es secretario de Estado de Política Territorial–, el presidente de la Junta vio el frente despejado, para montar un Ejecutivo que prometía reformas, un nuevo estilo, con más diálogo y menos ordeno y mando. Y lejos de la influencia del Apparatchik de la calle San Vicente, la sede del PSOE andaluz.

La cruda realidad económica desbordó, ya desde el principio, la praxis del Gobierno Griñán. Con la espada de Damocles del millón de parados, su Ejecutivo ha tenido que lidiar con otros frentes que sí ha solucionado en parte: el pago de la deuda histórica, pero no en euros, sino en especies (con la venta de solares para sacar tajada) y la reordenación del sistema financiero, impulsada por su estrecha colaboradora Carmen Martínez Aguayo, la consejera que ha impulsado desde Torre Triana (en la isla de la Cartuja) la complicada fusión de Unicaja con Cajasur y Caja de Jaén.

Griñán también se ha atrevido este año 2009 con un órdago. Suceder ya a su amigo Chaves al frente del Partido Socialista de Andalucía. Pero el vicepresidente se ha negado a abandonar ya el timón del PSOE-A. Preocupó mucho en el socialismo andaluz y en la calle Ferraz que Griñán no estaba dispuesto a seguir tragando con la bicefalia que él mismo había asumido. Aunque los dos dirigentes creen haber ganado, en realidad ambos han perdido. Siguen yendo todos los domingos que pueden a ver películas juntos en cualquier multicines sevillano, pero a Chaves no le sentó nada bien que Griñán, su íntimo amigo, que prevé un congreso extraordinario en julio de 2010, se atreviera a cuestionar su continuidad como secretario general del socialismo andaluz.

En la entrevista que concedió el día de Navidad a la SER Andalucía, Griñán se mostró muy contento del modo en que el vicepresidente Tercero del Gobierno le había traspasado todo el poder en el PSOE-A. “Hay un exquisito cuidado de Chaves. Ni siquiera ha estado en las últimas ejecutivas regionales. La referencia y la autoridad en el partido soy yo”, dijo Griñán. Así las cosas, y como si se tratara de una inocentada, el lunes 28 Chaves se presentó en la ejecutiva regional. “Mi relevo fue modélico y ejemplar”, se vanagloria Chaves, que cuenta en Luis Pizarro, vicesecretario general del PSOE en Andalucía y consejero de Gobernación de la Junta, como informador oficial de lo que se cuece en las Consejos de Gobierno de los martes.

Lo llamaban régimen. El régimen Chavista. O Chavesato. El rostro de Manuel Chaves es el del único mandatario andaluz que identifica al instante el imaginario de cualquier joven sureño de menos de 20 años. Cuando nacieron (son nombres ficticios) Paula, de Matalascañas (Huelva), o Juan, de Úbeda (Jaén), ya era el jefe de Andalucía. Chaves sigue controlando el PSOE-A, pero el Día del Libro de 2009 dejó un cargo que parecía vitalicio y diseñado a su semejanza: la Presidencia de la Junta de Andalucía.

José Antonio Griñán Manuel Chaves