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La presidencia de la UE pondrá en tela de juicio la imagen y el liderazgo español
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La presidencia de la UE pondrá en tela de juicio la imagen y el liderazgo español

El próximo 1 de enero comienza la presidencia española de turno de la Unión Europea (UE). En un principio, España se juega con su modo de

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La presidencia de la UE pondrá en tela de juicio la imagen y el liderazgo español

El próximo 1 de enero comienza la presidencia española de turno de la Unión Europea (UE). En un principio, España se juega con su modo de gestionar la presidencia de la UE su reputación en la escena internacional, y José Luis Rodríguez Zapatero su capacidad de liderazgo. Pero el nuevo marco institucional marcado por la entrada en vigor del Tratado de Lisboa desdibuja el mandato tal y como lo conocíamos hasta ahora. ¿Hasta qué punto el protagonismo de Zapatero se verá ensombrecido? Una vez que los dictados del Tratado de Lisboa se vayan consolidando en la práctica, ¿será el momento de eliminar las presidencias nacionales rotatorias de la Unión? ¿Qué cambia en esta presidencia respecto a otras anteriores?
 
El mandato que asumirá el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde el 1 de enero hasta el 31 de junio de 2010, en coordinación con el primer presidente permanente del Consejo Europeo recientemente elegido, el belga Herman Van Rompuy, tendrá sin duda impacto en la figura del presidente español, tanto a nivel interno como en la escena internacional. Un balance positivo o negativo dependerá de su capacidad para gestionar los desafíos y retos que se le planteen, y de la aptitud de su equipo para cumplir los objetivos marcados.
 
España es el primer país que asume una presidencia rotatoria de la Unión bajo los auspicios del Tratado de Lisboa. El nuevo tratado resta visibilidad a los presidentes nacionales en favor del presidente permanente del Consejo, y merma las funciones del gobernante de turno.
 
A pesar del nuevo marco, Zapatero cuenta también con ciertos factores a su favor para realzar su protagonismo en la arena europea. Por un lado, la entrada en vigor del nuevo marco institucional es demasiado reciente y no se ha terminado de consolidar, por lo que en general se recurrirá al sistema anterior ante cualquier vacío.
 
Por otro lado, los dos nuevos altos cargos de la UE (Herman Van Rompuy y Catherine Ashton) son dos desconocidos con perfiles poco sobresalientes. Además, Van Rompuy, aún en vías de terminar de componer su gabinete, ha declarado que de momento no robará del todo el protagonismo a Zapatero, tal y como dispone el nuevo tratado, sino que irá asumiendo sus funciones progresivamente.
 
A nivel mediático se notará el cambio, puesto que las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno estarán presididas a partir de ahora por Van Rompuy, función desempeñada hasta la fecha por el representante del país que ostentase la presidencia de turno. En cuanto a las ruedas de prensa, por el momento queda la puerta abierta a que Van Rompuy invite a Zapatero en las ocasiones en las que lo estime necesario.
 
Respecto a estas cuestiones, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, señaló recientemente con ocasión de la presentación de los objetivos españoles para la presidencia del Consejo de la UE, que “no habrá competencia, sino coordinación, complementariedad y apoyo a estas nuevas instituciones y personalidades”. 

Aunque a nivel nacional el mandato arrastra cierta mala fama porque suele erosionar la reputación de sus dirigentes, la posibilidad de marcar una agenda para el semestre puede leerse también como una oportunidad para ‘barrer para casa’, que en el caso español supondría nada menos que lidiar con el desempleo y  afianzar la recuperación económica.


Quizás la última vez para España
 
Se trata de la cuarta vez que España asume la presidencia rotatoria de la UE, y según algunos analistas, ésta podría ser la última vez que lo haga. España ostentó el mandato rotatorio de la Unión la vez anterior en el 2002. La agenda marca que una próxima vez tocaría después del 2020, si es que sobreviven las rotaciones nacionales para los consejos por sectores como energía, telecomunicaciones, etc.
 
Algunos analistas se aventuran a pronosticar que las presidencias rotatorias están destinadas a desaparecer a medida que se vayan consolidando las funciones del gabinete permanente que presidirá a partir de ahora el Consejo de la UE, así como el liderazgo político del presidente permanente del Consejo, Van Rompuy en este caso. Además subyace la cuestión sangrante del coste que supone cubrir una presidencia semestral de la Unión, de media algo superior a los 100 millones de euros, y hacerla convivir con una también costosa presidencia permanente.
 
El valor añadido de cada presidencia
 
Entre los elementos que diferencian esta incipiente presidencia española de la UE y la anterior de 2002, está por supuesto el nuevo Tratado que España debe llevar a la práctica, y la merma de visibilidad y cercanía para con sus ciudadanos.
 
España tendrá menor visibilidad y menos oportunidades para acercar Europa a sus ciudadanos, por el simple hecho de que con los años se han ido concentrando la mayoría de los actos de la presidencia en Bruselas. No se dará, por ejemplo, el caso de presidencias anteriores que celebraban cumbres europeas en las capitales españolas.
 
De forma general, todas las presidencias tienden a ofrecer un valor añadido bajo su sello nacional. La actual presidencia sueca se ha destacado, en palabras de José Manuel Durão Barroso, por su “eficacia nórdica”.
 
Entre las presidencias más populares, por la hiperactividad y sobresaliente liderazgo de su presidente, se encuentra la francesa, dirigida por Nicolas Sarkozy. Entre las más desastrosas y caóticas, figura la presidencia checa, debido a la marcada postura euroescéptica de la República, la salida del Gobierno de Mirek Topolanek en pleno mandato, junto a otros problemas como el posterior escándalo de las fotos en Villa Certosa junto a Silvio Berlusconi.

El próximo 1 de enero comienza la presidencia española de turno de la Unión Europea (UE). En un principio, España se juega con su modo de gestionar la presidencia de la UE su reputación en la escena internacional, y José Luis Rodríguez Zapatero su capacidad de liderazgo. Pero el nuevo marco institucional marcado por la entrada en vigor del Tratado de Lisboa desdibuja el mandato tal y como lo conocíamos hasta ahora. ¿Hasta qué punto el protagonismo de Zapatero se verá ensombrecido? Una vez que los dictados del Tratado de Lisboa se vayan consolidando en la práctica, ¿será el momento de eliminar las presidencias nacionales rotatorias de la Unión? ¿Qué cambia en esta presidencia respecto a otras anteriores?
 
El mandato que asumirá el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde el 1 de enero hasta el 31 de junio de 2010, en coordinación con el primer presidente permanente del Consejo Europeo recientemente elegido, el belga Herman Van Rompuy, tendrá sin duda impacto en la figura del presidente español, tanto a nivel interno como en la escena internacional. Un balance positivo o negativo dependerá de su capacidad para gestionar los desafíos y retos que se le planteen, y de la aptitud de su equipo para cumplir los objetivos marcados.
 
España es el primer país que asume una presidencia rotatoria de la Unión bajo los auspicios del Tratado de Lisboa. El nuevo tratado resta visibilidad a los presidentes nacionales en favor del presidente permanente del Consejo, y merma las funciones del gobernante de turno.
 
A pesar del nuevo marco, Zapatero cuenta también con ciertos factores a su favor para realzar su protagonismo en la arena europea. Por un lado, la entrada en vigor del nuevo marco institucional es demasiado reciente y no se ha terminado de consolidar, por lo que en general se recurrirá al sistema anterior ante cualquier vacío.
 
Por otro lado, los dos nuevos altos cargos de la UE (Herman Van Rompuy y Catherine Ashton) son dos desconocidos con perfiles poco sobresalientes. Además, Van Rompuy, aún en vías de terminar de componer su gabinete, ha declarado que de momento no robará del todo el protagonismo a Zapatero, tal y como dispone el nuevo tratado, sino que irá asumiendo sus funciones progresivamente.
 
A nivel mediático se notará el cambio, puesto que las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno estarán presididas a partir de ahora por Van Rompuy, función desempeñada hasta la fecha por el representante del país que ostentase la presidencia de turno. En cuanto a las ruedas de prensa, por el momento queda la puerta abierta a que Van Rompuy invite a Zapatero en las ocasiones en las que lo estime necesario.
 
Respecto a estas cuestiones, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, señaló recientemente con ocasión de la presentación de los objetivos españoles para la presidencia del Consejo de la UE, que “no habrá competencia, sino coordinación, complementariedad y apoyo a estas nuevas instituciones y personalidades”. 

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