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Ibarretxe, del agur al kaixo
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EL EX LEHENDAKARI ROMPE SU SILENCIO

Ibarretxe, del agur al kaixo

“En este parlamento comencé a hacer política, y aquí acabo de hacer política. Agur (adiós)”. Así se despidió Juan José Ibarretxe de la política activa durante

Foto: Ibarretxe, del agur al kaixo
Ibarretxe, del agur al kaixo

“En este parlamento comencé a hacer política, y aquí acabo de hacer política. Agur (adiós)”. Así se despidió Juan José Ibarretxe de la política activa durante el pleno de investidura de la Cámara de Vitoria que el pasado 5 de mayo invistió a Patxi López como lehendakari. Días después dijo e hizo más. Dijo que no aceptaría ningún puesto en la dirección del PNV, y rechazó ofertas para presidir la BBK, la caja de ahorros vizcaína, o Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF). Desde entonces vive dedicado a impartir clases de posgrado y conferencias, fundamentalmente en la Universidad de Puerto Rico, pero también en la de Connecticut (Estados Unidos), y próximamente en la de Cuzco. Distancia y silencio.

De vuelta a casa por Navidad, concretamente desde Connecticut el pasado 22 de noviembre, escribió para el diario Deia un incendiario artículo contra el Gobierno de Patxi López. Cinco meses exactos le ha durado la discreción. “Gobierno en paro”, “cántaro vacío”, “falta de tensión intelectual” y “afán de revancha” son algunas de las lindezas que le dedica a su sucesor en la lehendakaritza y a su gabinete. Los comentarios son esta semana la comidilla política vasca, han situado a su protagonista en primera línea y han suscitado todo tipo de especulaciones sobre su hipotético regreso. Para rematar la faena, en la tarde de ayer pronunció una conferencia en la Fundación Uzturne de Tolosa, dentro de un ciclo en homenaje a destacados militantes del partido ya fallecidos, en la que bajo el enunciado de “El compromiso político, una opción, una necesidad, una obligación”, reincidió en las críticas expuestas días antes.

Uno de sus hombres de confianza en el Gobierno vasco asegura a este diario que Ibarretxe no tiene intención de volver a la política activa, que sencillamente se ha limitado a ejercer su derecho a opinar. Hasta abril de 2010 continuará con su periplo americano y después regresará a Euskadi, con la intención de vincularse a medio plazo con la Universidad del País Vasco (UPV). No pasa por su cabeza incorporarse a la actividad empresarial. Una exposición razonable después de diez años como lendakari, treinta desde que inició su militancia política en el PNV (1979), y veintiséis desde que ocupó su primer cargo institucional como alcalde de su pueblo, Llodio (Álava) en 1983.

Dicho lo cual, su controvertida irrupción de la primera línea de la política no puede solventarse como si de un mero artículo de opinión se tratara. No falta quien le acusa de falta de elegancia, porque lo deseable de un ex lendakari es que mantenga la compostura formal e institucional con quien le ha sucedido en el cargo, y porque para criticar a Patxi López y a su Gobierno ya se basta el PNV y el resto de partidos de la oposición. Oportunas o no, las opiniones de Ibarretxe han reabierto entre las bases nacionalistas el debate, y la esperanza para muchos,  de su hipotético regreso como cabeza de cartel electoral en las autonómicas de 2013, si tras las elecciones municipales y forales del próximo año los peneuvistas no sólo no recuperen cuotas de poder, sino que las siguen perdiendo si, como es previsible, la alianza PSE-PP en el Gobierno se traslada también a los ayuntamientos y las diputaciones.

El PNV no quiere que vuelva a la primera línea

Ibarretxe ha sido, con diferencia, el político mejor valorado en el País Vasco a lo largo de toda su gestión, y también el que ha llevado al partido a sus mejores resultados electorales. Sus 396.557 votos de las autonómicas del pasado 1 de marzo, 80.000 votos y cinco escaños más que los socialistas cuando las encuestan vaticinaban una victoria ajustada del PNV, es su herencia política. Un logro que adquiere aún más relevancia si lo comparamos con los resultados de su partido en las elecciones generales de 2008, donde los socialistas fueron la fuerza más votada en los tres territorios, algo que no había ocurrido nunca hasta entonces. Ibarretxe tiene tirón popular, el PNV lo sabe, pero ni él, ni quienes hoy controlan el aparato del partido, no tienen ni intención ni ganas de que vuelva.  

Al PNV le queda por delante la complicada tarea de elegir su próximo cartel electoral, sin que hasta ahora se adivine un candidato con suficiente tirón electoral. Aún hay tiempo. Su presidente Íñigo Urkullu parece el mejor situado, aunque no faltan los nombres de nuevos valores emergentes. A fin de cuentas, Ibarretxe era un discreto vicelendakari a la sombra de un político de fuste como José Antonio Ardanza; un hombre públicamente gris que, contra pronóstico, se convirtió en el líder indiscutible. Vuelva o no, Ibarretxe ha dicho kaixo (hola), y ha sonado alto y fuerte.

 

“En este parlamento comencé a hacer política, y aquí acabo de hacer política. Agur (adiós)”. Así se despidió Juan José Ibarretxe de la política activa durante el pleno de investidura de la Cámara de Vitoria que el pasado 5 de mayo invistió a Patxi López como lehendakari. Días después dijo e hizo más. Dijo que no aceptaría ningún puesto en la dirección del PNV, y rechazó ofertas para presidir la BBK, la caja de ahorros vizcaína, o Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF). Desde entonces vive dedicado a impartir clases de posgrado y conferencias, fundamentalmente en la Universidad de Puerto Rico, pero también en la de Connecticut (Estados Unidos), y próximamente en la de Cuzco. Distancia y silencio.