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El fraude del Palau de la Música ya tiene cifra: 23,7 millones de euros
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CONVERGÈNCIA DEVOLVERÁ EL DINERO QUE RECIBIÓ

El fraude del Palau de la Música ya tiene cifra: 23,7 millones de euros

El expolio del Palau de la Música ya tiene números: los anteriores gestores detrajeron de las cuentas de la institución barcelonesa un total de 23,7 millones

Foto: El fraude del Palau de la Música ya tiene cifra: 23,7 millones de euros
El fraude del Palau de la Música ya tiene cifra: 23,7 millones de euros

El expolio del Palau de la Música ya tiene números: los anteriores gestores detrajeron de las cuentas de la institución barcelonesa un total de 23,7 millones de euros desde el 2000 hasta la actualidad. De ellos, casi 14 millones corresponden a la Fundación, 5,5 millones al Orfeó Català y 3,5 millones, al Consorcio, las tres entidades jurídicas que componen el Palau. Los principales responsables son el ex presidente, Fèlix Millet, y el ex director administrativo, Jordi Montull, pero también la directora financiera, Gemma Montull, hija del segundo. “Su colaboración era imprescindible para el fraude”, dijo ayer el nuevo director general, Joan Llinares. Los responsables del Palau creen que no hay prescripción del delito y seguirán investigando las cuentas anteriores al año 2000 para llevar los datos ante el juez.

Los actuales gestores expusieron detalladamente ayer el modus operandi de los defraudadores. Una de las formas de hacer desaparecer el dinero era realizar una serie de operaciones de salida de dinero en metálico de la Fundación al Orfeó. Se utilizaban billetes o cheques. Pero a éste no llegaba nunca al Orfeó, sino que se quedaba por el camino y simplemente desaparecía en los bolsillos de los anteriores gestores o se ingresaba en cuentas corrientes no contabilizadas. De esta manera, desaparecieron 10.122.000 euros de la Fundación y 2.685.000 euros del Orfeó.

Otra forma de detraer los fondos era utilizar empresas vinculadas a Millet y Montull (o a sus familias), que facturaban a las entidades del Palau e ingresaban el dinero en sus cuentas particulares. Otra variante era cargar servicios o facturas propios a las cuentas de la institución. O también pagarse servicios personales, viajes (sólo de 2005 a 2008 se gastaron 600.000 euros en viajes) o disfrutar de las instalaciones para asuntos particulares, como por ejemplo la celebración en el recinto de las bodas de las hijas de Millet.

¿Pero cómo es posible que un fraude tan monumental no se haya detectado durante tantos años? El director general, Joan Llinares, lo explicó sucintamente. “Primero, por la estructura de la institución, con diversas personas jurídicas que tenían contabilidad separada y diferenciada. La Fundación y el Consorcio estaban auditados, pero el Orfeó no. Su presupuesto se mantenía siempre por debajo del millón de euros para eludir el control de la auditoría. De esta manera, esta entidad quedaba como un canal por el que se canalizaba el flujo defraudado. En segundo lugar, esta forma multiorganizativa del Palau tenía, en realidad, una caja única. Funcionaba como un holding manejado por un grupo de personas que cubría todos los extremos para evitar que aparecieran sospechosas contradicciones”. Para dar esa apariencia de normalidad, la banda que manejaba la institución entregaba a los auditores documentos que muchas veces eran falsos, con lo que cuadraban las cuentas como más les convenía.

Partidas no contabilizadas

La cifra de 23,7 millones de euros no es, sin embargo, definitiva. A la espera de lo que se pueda descubrir en las fechas anteriores al año 2000, también falta por examinar la documentación de una veintena de cajas que están en el juzgado y que fueron requisadas en el registro policial del 23 de julio pasado. Los auditores no han tenido acceso a esta documentación, por lo que no es de descartar que aparezcan otras partidas defraudadas.

Pero además, a esta enormidad de millones habría que añadir los “bonus” extra que se autoasignaba la cúpula en forma de gratificaciones extrasalariales. Es lo que Llinares calificó como "nómina encubierta”. Una parte de los aumentos de sueldo fueron ya consolidados en el año 2009. Por ejemplo, Millet cobró en el año 2007 un total de 273.320 euros, pero en el 2008 subió a 1.411.587 euros. Montull también subió sus emolumentos de 169.366 euros a 474.661 euros. Y Gemma Montull pasó de 69.837 euros a 118.698 euros. Incluso la ex directora general despedida recientemente, Rosa Garicano, cobró en 2007 181.048 euros y en el 2008, 197.530, pero en el 2009 percibió, sólo de enero a septiembre, 209.000 euros y si hubiese acabado el año se habría llevado más de 300.000 euros. “Cobraban del Consorcio y de la Fundación, pero había un acuerdo conforma era preciso que para poder cobrar de más de una entidad el tema tenía que ser aprobado por la junta”.

Jamás se llevó el tema a los órganos de dirección, por lo que no existe ningún soporte documental del visto bueno para autoasignarse bonus extraordinarios. Es más, según Millet, el secretario de la Fundación, Raimon Bergós le firmó un certificado conforme los bonus eran legales y apeló al artículo 35 de los estatutos. Se le pasó por alto que el susodicho artículo trata de la disolución de la Fundación y no de los poderes que tiene el presidente, por lo que su justificación carece de sentido alguno.

Convergència devuelve el dinero

Otro tema que ya está resuelto es el dinero que se envió a la Fundación Trias Fargas, ligada a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC): 630.000 euros en los últimos 8 años. Según Llinares, sólo una parte de este dinero estaba en los convenios firmados. Las donaciones se realizaban en concepto de “actividades culturales”, pero ahora la Trias Fargas ha resuelto ya devolver las cantidades percibidas. Para ello, firmará próximamente un convenio para ir devolviendo los 630.000 euros en cómodas anualidades durante siete años. “Convergència avalará notarialmente a la Fundación Trias Fargas por si ésta no tuviese recursos o si cambiase la estructura estatutaria”.

Más difícil será recuperar el dinero que Millet entregó al dirigente convergente àngel Colom y que éste invirtió, según confesión propia, en pagar las deudas de su antigua formación, el Partit per la Independència (PI): “Hemos enviado varios requerimientos a Colom, pero no fueron respondidos. Esperamos recuperar el dinero y se estudiarán fórmulas para ello”, advirtió Llinares. Hasta el momento, se ha certificado que el dirigente convergente recibió a comienzos de esta década 12,5 millones de pesetas (75.000 euros).

Reorganización de la cúpula

Ante este desbarajuste, varios patronos han ido enviando durante los últimos días sus cartas de dimisión. En la reunión de ayer del patronato, los presentes acordaron por unanimidad “reducir de 104 a 11 el número de patronos. Los demás quedarán ligados a la Fundación con un consejo de mecenazgo y un grupo de colaboración que formarán una treintena de personas y que esperamos que quede consolidado en unos 3 meses”, dijo ayer la presidenta Montserrat Carulla. La nueva cúpula integrará a la propia Carulla, Leopoldo Rodés, Carlos Cuatrecasas, Ignacio García-Nieto, Maria Font de Carulla, Emili Álvarez, Maria àngels Vallvé y Joaquim Uriach. Los tres representantes que faltan serán los de las tres administraciones que participan en la institución: Ministerio de Cultura, Generalitat de Cataluña y Ayuntamiento de Barcelona.

Lluís Noguera, secretario general de la consejería de Cultura de la Generalitat y representante de esta institución en el Patronato resaltó al respecto que las tres administraciones han creado un grupo de trabajo para elaborar propuestas sobre la reorganización de los órganos del Palau, pero que, en todo caso, esta reorganización “pasa por la simplificación”. Noguera subrayó que, con las auditorías en la mano, se han descubierto nuevos delitos de “malversación de fondos públicos y falsedad en documentos”. Y esto gracias a que, tras el examen de la documentación se ha podido determinar que parte del dinero público que recibía el Palau era desviado a los bolsillos de los anteriores gestores.

Jordi Martí, representante del Ayuntamiento en la junta del patronato, manifestó que “hemos tirado de la manta y hemos destapado todo. Lo que se dice en las auditorías no son suposiciones, sino que se incorporan pruebas”. Martí destacó que hubo tres factores que condicionaron el desarrollo de los hechos: la confesión de Millet, la retroacción de la compra-venta de un local (que era propiedad de Millet y Montull y que el día del registro policial del Palau iban a vender a éste por 3 millones de euros, cuando su valor contable era de sólo 1,5 millones) y la devolución del dinero de la Fundación Trias Fargas, “que es un dinero que nunca debería haber salido del Palau y que ni unos ni otros deberían haber firmado”. El representante del Ministerio de Cultura, Félix Palomero, por su parte, subrayó la deslealtad de Millet y dejó caer que “quizá los presupuestos anuales tienen que ser de otro tipo”, en referencia a poder ejercer un mayor control sobre la gestión del equipo gestor. Los cambios introducidos, por de pronto, parecen aportar mayores garantías en este sentido. Y es difícil dar pie a que salga otro Fèlix Millet.

El expolio del Palau de la Música ya tiene números: los anteriores gestores detrajeron de las cuentas de la institución barcelonesa un total de 23,7 millones de euros desde el 2000 hasta la actualidad. De ellos, casi 14 millones corresponden a la Fundación, 5,5 millones al Orfeó Català y 3,5 millones, al Consorcio, las tres entidades jurídicas que componen el Palau. Los principales responsables son el ex presidente, Fèlix Millet, y el ex director administrativo, Jordi Montull, pero también la directora financiera, Gemma Montull, hija del segundo. “Su colaboración era imprescindible para el fraude”, dijo ayer el nuevo director general, Joan Llinares. Los responsables del Palau creen que no hay prescripción del delito y seguirán investigando las cuentas anteriores al año 2000 para llevar los datos ante el juez.