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Un avión de Easyjet no puede aterrizar en Asturias porque el controlador aéreo se había dormido
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Un avión de Easyjet no puede aterrizar en Asturias porque el controlador aéreo se había dormido

La experiencia vivida por los pasajeros del vuelo de Easyjet EZY-7701, que despegó el pasado lunes del aeropuerto de Barajas con destino a Asturias, fue tan surrealista

Foto: Un avión de Easyjet no puede aterrizar en Asturias porque el controlador aéreo se había dormido
Un avión de Easyjet no puede aterrizar en Asturias porque el controlador aéreo se había dormido

La experiencia vivida por los pasajeros del vuelo de Easyjet EZY-7701, que despegó el pasado lunes del aeropuerto de Barajas con destino a Asturias, fue tan surrealista que podría parecer irreal. Y aunque tuvo un desenlace feliz, pudo haber acabado en tragedia. Cuando el avión se disponía a iniciar la maniobra de descenso hacia el aeropuerto del Principado, sobre las 7.35 de la mañana, el piloto informó al pasaje a través de la megafonía interior de que no podía aterrizar por una razón tan insólita como alarmante: no había ningún controlador aéreo en la torre de control.

Varios pasajeros de ese vuelo han confirmado a El Confidencial que el avión estuvo sobrevolando la zona durante 20 minutos hasta que, por fin, la voz del piloto rompió el angustioso silencio de una espera que a muchos debió parecer interminable: "Señores pasajeros, a alguien se le han pegado las sábanas en la torre de control. Pero, para su tranquilidad, les comunico que ya nos han dado permiso para aterrizar". Al filo de las 8.00 de la mañana, el Airbus A-319 se posaba suavemente sobre la pista del aeropuerto de Asturias, bautizado como Santiago del Monte y situado a unos 50 kilómetros de la capital, Oviedo.

J. A. D., uno de los pasajeros del vuelo de Easyjet, presentó ayer una reclamación por escrito ante AENA en la que, además de anunciar acciones legales por "negligencia profesional", afirma: "Muchos estábamos horrorizados por la situación, y si no entramos en pánico fue por la serenidad que mostró el comandante al explicarnos con total transparencia la verdad de lo que estaba sucediendo, mientras dábamos vueltas sobre el aeropuerto". Y añade: "Es más que preocupante que la dirección del aeropuerto de Asturias disponga, como único protocolo para salvar contingencias como la ocurrida, el esperar a que el controlador tenga a bien presentarse a su puesto de trabajo".

Una pasajera del mismo vuelo, L. A. R., tras corroborar esa versión de los hechos, se preguntaba: "¿Qué habría sucedido si el controlador, en vez de tardar 20 minutos en presentarse en la torre de control, se hubiese retrasado una hora? ¿Hay suficiente reserva de combustible en un avión como para estar dando vueltas en el cielo durante tanto tiempo? Yo he pasado mucho miedo".

Otro pasajero, F. C. L., tampoco ocultaba ni su indignación ni su asombro. "Llevo muchos años viajando en avión con frecuencia por motivos de trabajo, y jamás había vivido una experiencia tan... No sé ni como calificarla. Me parece increíble que se ponga en peligro la vida de tantas personas por una negligencia tan chusca. Esto no pasa ni en un país tercermundista".

Un portavoz de AENA, el organismo responsable de la navegación aérea adscrito al Ministerio de Fomento, señaló ayer a este periódico que el aeropuerto de Asturias "se abre a las 7.30 de la mañana", es decir, cinco minutos antes de la llegada del vuelo de Easyjet procedente de Madrid. El citado portavoz reconoció que el avión aterrizó 20 minutos después de la hora programada, pero evitó confirmar si el controlador de vuelo llegó tarde a su puesto de trabajo por haberse quedado dormido. "El retraso se ha debido a una incidencia en la navegación aérea", añadió.

La experiencia vivida por los pasajeros del vuelo de Easyjet EZY-7701, que despegó el pasado lunes del aeropuerto de Barajas con destino a Asturias, fue tan surrealista que podría parecer irreal. Y aunque tuvo un desenlace feliz, pudo haber acabado en tragedia. Cuando el avión se disponía a iniciar la maniobra de descenso hacia el aeropuerto del Principado, sobre las 7.35 de la mañana, el piloto informó al pasaje a través de la megafonía interior de que no podía aterrizar por una razón tan insólita como alarmante: no había ningún controlador aéreo en la torre de control.

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