Ibarretxe arruina el pleno de víctimas

Este viernes, justo una semana después de que el lehendakari pusiera fecha a su consulta soberanista, el Parlamento vasco celebrará un Pleno monográfico sobre la situación de las víctimas del terrorismo. La sesión constituye una convocatoria inédita, pendiente desde que los grupos políticos –con la obvia excepción de la izquierda abertzale- pactaran hace cuatro años un paquete de iniciativas para resarcir a los afectados por la violencia de ETA.

Lo que debería ser una jornada de reconocimiento a las víctimas, olvidadas durante años por las instituciones vascas, ha quedado condicionado por el órdago de Juan José Ibarretxe, quien ha vuelto a demostrar su lejanía hacia quienes han sufrido las consecuencias del terrorismo al asegurar que su proyecto autodeterminista propiciará que ETA deje las armas. El malestar hacia la actitud del lehendakari ha provocado ya las primeras deserciones del Pleno de organizaciones de damnificados.

El lehendakari está así a punto de arruinar una iniciativa que había logrado salir adelante gracias al entendimiento del PNV de Josu Jon Imaz con el Partido Socialista de Euskadi (PSE) y a la labor de Maixabel Lasa, la directora de Atención a Víctimas del Gobierno de Vitoria. Lasa, cuyo cargo depende directamente de la Presidencia vasca, es la viuda del ex gobernador civil de Guipúzcoa, el socialista Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA.

Su conocimiento en primera persona del dolor de las víctimas ha permitido al Gobierno vasco acortar distancias con los afectados. Pero ese compromiso ha sido vulnerado por Ibarretxe, que no sólo ha vuelto a anteponer sus pretensiones políticas a la realidad de quienes viven bajo amenaza en Euskadi, sino que ha roto su promesa de que no impulsaría la consulta mientras ETA no renunciara a la violencia.

Con su nuevo plan encima de la mesa, el resultado del Pleno de este viernes quedará empañado por su desafío a la legalidad, al tiempo que habrá desairado las posiciones de Lasa. Todo ello después de años de profundo descontento de las víctimas hacia el nacionalismo institucional por su equidistancia entre ellas y los presos etarras.