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La noche carcelaria de Isabel Pantoja
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La noche carcelaria de Isabel Pantoja

Amor, poder, corrupción, prepotencia, celos, resentimiento… demasiados ingredientes inflamables para una bomba de relojería que ha terminado por explotar. Los efectos colaterales de la detonación han

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La noche carcelaria de Isabel Pantoja

Amor, poder, corrupción, prepotencia, celos, resentimiento… demasiados ingredientes inflamables para una bomba de relojería que ha terminado por explotar. Los efectos colaterales de la detonación han sido, primero, la detención de Isabel Pantoja acusada de blanqueo y delito contra la Hacienda Pública y, segundo, la libertad bajo fianza de noventa mil euros. El paso por los calabozos de la que fuera ‘viuda de España’ ha dejado al personal tan asombrado como cuando se hizo público que era la novia de Julián Muñoz.

El simpático Cachuli se convirtió en el todopoderoso alcalde de Marbella haciendo y deshaciendo a su antojo y utilizado los medios públicos como si fueran privados. Intentó sin conseguirlo que Isabel Pantoja fuera la imagen de Marbella a cambio de una millonada de euros. Pagaba el Ayuntamiento, con lo cual ¡qué más daba millón arriba, millón abajo! A ese desbarajuste siguieron muchos más que Pantoja no supo calibrar en su justa medida.

La ostentación es mala compañera. Pasearse en calesa o en un coche oficial escoltada por la policía municipal para ir de shopping, cerrar zapaterías y tiendas de moda en horario comercial sólo para que ella, “su gitana”, pudiera moverse y comprar a sus anchas como si fuera Imelda Marcos fueron algunas de las prebendas que le ofrecía su novio en su calidad de cargo público. Sin olvidar cómo en estos paseos como First lady, sola o en compañía de su Cachuli, los escoltas perturbaban a todos aquellos ciudadanos de Marbella que osaban criticar estos y otros gestos del dictadorzuelo de pacotilla.

Durante una época, solicitar el DNI a los ‘alborotadores’ que no formaban parte de la corte de los milagros por parte de los responsables de seguridad era la nota dominante. Eran días de vino y rosas donde Julián Muñoz, buen conocedor del tema inmobiliario, orientaba a su novia del cómo y dónde invertir. El apartamento del Hotel Guadalpín, más la adquisición de la villa ‘La Pera’, reconvertida después en ‘mi Gitana’, más la compra de ganado y remodelaciones en la finca Cantora fueron algunos de las inversiones que ahora han servido a la investigación para determinar si, efectivamente, Isabel Pantoja se ha servido de un dinero ilegal para este tipo de transacciones. El tiempo, y sobre todo la instrucción del Caso Malaya, dará por bueno o no estos negocios.

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Cierto es que Isabel Pantoja -desaparecida Rocío Jurado- se ha convertido en la número uno de su especialidad. Tanto los ayuntamientos para sus fiestas como empresarios particulares saben que una actuación suya son votos, en el primer caso, y lleno total con el consiguiente beneficio económico, en el segundo. Isabel Pantoja es capaz de generar ella solita altos ingresos sin necesidad de mancharse las manos. Incluso vendiendo sus exclusivas a las revistas o programas del corazón. Por eso resulta tan incomprensible y tan sorprendente que haya acabado como imputada en una de las tramas de corrupción más escandalosa de los últimos años.

Amor, poder, corrupción, prepotencia, celos, resentimiento… demasiados ingredientes inflamables para una bomba de relojería que ha terminado por explotar. Los efectos colaterales de la detonación han sido, primero, la detención de Isabel Pantoja acusada de blanqueo y delito contra la Hacienda Pública y, segundo, la libertad bajo fianza de noventa mil euros. El paso por los calabozos de la que fuera ‘viuda de España’ ha dejado al personal tan asombrado como cuando se hizo público que era la novia de Julián Muñoz.

Isabel Pantoja Caso Malaya