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El patinazo automovilístico del banquero estrella del Ibex
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PERDIDAS DE AZ CAPITAL

El patinazo automovilístico del banquero estrella del Ibex

Jorge Lucaya, presidente de AZ Capital, la boutique española que asesora las grandes operaciones corporativas nacionales, pierde su inversión en la antigua fábrica de Nissan

Foto: Jorge Lucaya, presidente de AZ Capital.
Jorge Lucaya, presidente de AZ Capital.
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A los banqueros de inversión, como a los consultores, se les atribuye una capacidad para encontrar soluciones donde los demás se atascan, una audacia especial para montar estructuras financieras y fiscales de las grandes operaciones corporativas. Son ese pequeño ejército de elegidos por firmas como Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley, Citi, Rothschild, Lazard o JP Morgan, cuyos sellos son esenciales para bendecir cualquier transacción en los mercados de capitales.

Su principal habilidad es el consejo, la teoría, sobre qué tienen que hacer sus grandes clientes con el dinero de sus accionistas. Un asesoramiento con el que ganan relevantes sumas de dinero que cobran con bonus generosos. Sin embargo, en ocasiones las cosas no salen siempre como se diseñan en las hojas de Excel. Es lo que le ha pasado recientemente a Jorge Lucaya, el presidente de AZ Capital, seguramente el banco de inversión más selecto de España.

Lucaya, formado en la brillante cantera de Morgan Stanley, se independizó hace tiempo del banco estadounidense y montó su propia boutique de asesoramiento. Gracias a su profundo conocimiento, a su habilidad y a su buena red de contactos, ha hecho de AZ Capital la única firma española que ha sido capaz de competir cara a cara con las grandes firmas de Wall Street. Todo ello sin contar con el balance, es decir, con la carta mágica de dar préstamos, una llave con la que los Goldman, JP Morgan o Bank of America se llevan muchas operaciones.

AZ Capital está casi siempre donde hay que estar. Es el banco asesor de Indra en su fusión con Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), la empresa familiar del propio presidente de Indra. Además, Lucaya es la persona que ha elegido Marc Murtra para reorientar la estrategia de Telefónica, que pasa por la compra de Vodafone España. Sin olvidar que es la mano derecha de Isidro Fainé, el presidente de ‘la Caixa’, tenedora de la mayor cartera financiera e industrial de España a través de Criteria Caixa. Difícil hacerlo mejor sin el escudo de uno de los gigantes de Nueva York.

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Pero, incluso pese a su experiencia, una de sus últimas iniciativas personales, en las que se jugaba su propio dinero, ha terminado en pinchazo. Porque Lucaya se sumó a la moda de las famosas SPAC, una invención americana con la que una sociedad cotizada capta fondos de terceros para comprar compañías, pero con dos particularidades: mientras se levanta el dinero no se sabe aún cuál será la inversión final y la adquisición suele producirse mediante una fusión de la SPAC con la sociedad objetivo. Esto permite sacar una compañía a bolsa sin hacer una OPV. Era 2021, la época del dinero al cero por ciento, con la que AZ Capital consiguió 175 millones a través de Spear Investments.

La única condición de ese vehículo era que, si pasado cierto tiempo, los depósitos no se habían invertido, había que devolvérselo a los inversores. Y así pasó con Spear, que poco a poco se fue quedando sin las aportaciones de sus socios, hasta reducir sus recursos propios a 50 millones en 2023. La situación era tan límite que, al final, Lucaya fusionó en agosto de ese año Spear con QEV Technologies, la empresa catalana que se había adjudicado la antigua fábrica de Nissan en Barcelona, con un plan muy ambicioso para fabricar nuevos vehículos eléctricos. Una sociedad participada inicialmente por Enrique Bañuelos, icono del auge y estallido de la burbuja inmobiliaria española, que se llevaron a cotizar a Ámsterdam para aprovechar las ventajas, también fiscales, de los Países Bajos.

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Pero apenas meses después del estreno bursátil en Euronext, QEV tuvo dificultades para obtener más financiación bancaria para ejecutar los pedidos de la división de movilidad y sus gastos operativos. Además, recibió una investigación administrativa del Ministerio de Industria español sobre las subvenciones recibidas a través del PERTE, debido a posibles inconsistencias en un documento presentado durante el proceso de solicitud. Con todo ello, en octubre de 2024, apenas un año después de salir a cotizar, la compañía inició un programa de reducción de personal y se declaró en preconcurso de acreedores en España.

A finales del pasado año, la inversión de AZ Capital abandonó el plan de reindustrialización de la antigua planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona al vender el proyecto por tres millones de euros a EV Motors, socia de la china Chery, para fabricar los nuevos Ebro. El resultado fue que Lucaya tuvo que deteriorar su inversión en QEV y entrar en pérdidas. Entre los afectados por la quiebra técnica había muchos empresarios de gran renombre, que aún confían en recuperar su dinero tras el plan de reestructuración aprobado en agosto, juzgado de por medio.

Coincidiendo con esa operación fallida, en junio de 2024, AZ Capital modificó su forma jurídica, pasando de sociedad limitada, S.L., a sociedad anónima, S.A. Una transformación que oficialmente responde a una estrategia de crecimiento y consolidación para tener “mayor flexibilidad en la transmisión de participaciones, reforzar la estructura de gobierno corporativo y proyectar una imagen más sólida y profesional entre los distintos grupos de interés”.

En febrero de este año, el banco pasó de tener un administrador único, el propio Lucaya, a un consejo de administración, con representación de la mayoría de los socios de la firma. Una nueva estructura para, en principio, evitar nuevos accidentes.

A los banqueros de inversión, como a los consultores, se les atribuye una capacidad para encontrar soluciones donde los demás se atascan, una audacia especial para montar estructuras financieras y fiscales de las grandes operaciones corporativas. Son ese pequeño ejército de elegidos por firmas como Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley, Citi, Rothschild, Lazard o JP Morgan, cuyos sellos son esenciales para bendecir cualquier transacción en los mercados de capitales.

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