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El pacto de las energéticas para ampliar Almaraz altera el plan de 308.000 M de Ribera
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nuevo proceso de revisión del PNIEC

El pacto de las energéticas para ampliar Almaraz altera el plan de 308.000 M de Ribera

El efecto dominó que provocará mantener la potencia nuclear hasta 2030 hará que se revisen las previsiones de energía renovable y la posición de las centrales de gas

Foto: Sara Aagesen recibe la cartera de Transición Ecológica y Reto Demográfico. (Europa Press/A. Pérez Meca)
Sara Aagesen recibe la cartera de Transición Ecológica y Reto Demográfico. (Europa Press/A. Pérez Meca)
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Iberdrola, Endesa y Naturgy van a solicitar que la central nuclear de Almaraz finalice su operación en 2030. Eso supone ampliar en tres años la Unidad I de la central cacereña y en dos la segunda unidad. Un acuerdo de ‘mínimos’ que el Gobierno estudiará y que puede aprobar sin pasar por el Congreso, con una orden ministerial. Los efectos secundarios de esa prórroga serán mayores. Mover el cierre de Almaraz provoca cambios estructurales en el plan energético que diseñó el equipo de Teresa Ribera y que cuenta con unas previsiones de inversión de 308.000 millones.

Los dos gigavatios (GW) de los dos reactores de la central nuclear extremeña cubren, en estos momentos, cerca del 7% de la demanda total en España. Un cambio en su vida útil provoca un efecto dominó en el resto de reactores, ya que Almaraz inicia el cierre de los siete reactores hasta 2035. El mínimo cambio de ese cierre ordenado afecta a ese Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que tiene como principio que en 2030 en España se generará electricidad sin nada de carbón y con la mitad de nucleares.

Alterar esa idea afecta al resto de tecnologías, como las renovables o los ciclos combinados de gas. En 2026 toca revisar el PNIEC. Esta hoja de ruta se actualiza cada dos años. Su primera actualización, en 2024, sirvió para aumentar la ambición en el despliegue de energías renovables. Pero, como aseguran desde el sector, si se toca la situación de Almaraz, la revisión será completamente diferente. El PNIEC se elaboró en 2021 para descarbonizar y cumplir los objetivos energéticos de la Unión Europea para 2030.

Básicamente, quitar el carbón y las nucleares para hacer hueco a la energía eólica y solar, que son tecnologías que dan más "autonomía energética", según define el PNIEC. Cerca de 114.000 millones, el 37 % del total, espera esa hoja de ruta que se inviertan en tecnologías renovables donde, claramente, no se incluye la energía nuclear, como sí se incluye en otros países como Francia.

Foto: Entorno de la central nuclear de Almaraz. (EFE)

Si se cambia el plan de cierre de las nucleares, se abre la puerta a una ralentización de estas inversiones verdes. Ese plan energético presiona para alcanzar el 81% de generación renovable. Un objetivo que ha provocado que muchos inversores hayan acudido de forma masiva a invertir en eólica y solar por esta hoja de ruta que tiene España. Porque el 82% de los 308.000 millones del PNIEC salen de empresas y fondos privados que confían en ese cierre de tecnologías convencionales para hacer hueco a las nuevas renovables.

Estos inversores cuentan con que en 2030 los dos reactores de Almaraz, la Unidad I de Ascó y Cofrentes estarán cerrados. Si no se cierran los cuatro ‘gigas’ de nucleares, como aseguran desde el sector, el Gobierno deberán hacer un rebalance de las tecnologías de generación y afectará a la rentabilidad de esos inversores ‘verdes’ que lo apostaron todo a que se cumplía el PNIEC.

Un cambio en el rol del gas

Pero las renovables no es el único frente. Durante las negociaciones para extender hasta 2030 la central de Almaraz, el papel de Naturgy como accionista ha estado también en el foco. El gran dueño de los ciclos combinados de gas en España se posicionaba como el principal beneficiado del cierre de las centrales nucleares. El gas, en el PNIEC, es el único compañero que da respaldo y flexibilidad a la entrada masiva de energías renovables (solar y eólica) en el sistema.

Ninguna central de gas se cierra en los próximos años, según las previsiones que realizó el equipo de Ribera

La hoja de ruta del Gobierno cuenta con una capacidad instalada de ciclos combinados de gas de 26,6 GW para 2030. Es decir, ninguna central de gas se cierra en los próximos años, según las previsiones que realizó el equipo de Ribera. El sector espera que, si en vez de 3 'gigas' se recuperan los 7 'gigas' nucleares, se abre la posibilidad de cerrar alguna central de ciclo combinado de gas menos rentable o anticuada.

Y no solo afecta a los planes del Gobierno. Los nuevos plazos cambiarían las estimaciones que realiza Red Eléctrica para el esperado ‘mecanismo de capacidad’, el mercado que debe remunerar la disponibilidad de aquellas centrales que garantizan la seguridad y la firmeza del suministro eléctrico. Con el doble de nucleares, la potencia firme de los ciclos combinados de gas se modifica por completo.

Por lo tanto, si todo evoluciona como se espera desde el sector, el efecto dominó en la hoja de ruta será inmediato. Las empresas presentarán antes de verano su acuerdo para Almaraz; el Gobierno se remitirá al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el CSN actualizará un trabajo que ya realizó hace años: autorizar a Almaraz a extenderse hasta 2030. Después habrá que esperar esa orden ministerial y qué piezas se tocan en el PNIEC.

Iberdrola, Endesa y Naturgy van a solicitar que la central nuclear de Almaraz finalice su operación en 2030. Eso supone ampliar en tres años la Unidad I de la central cacereña y en dos la segunda unidad. Un acuerdo de ‘mínimos’ que el Gobierno estudiará y que puede aprobar sin pasar por el Congreso, con una orden ministerial. Los efectos secundarios de esa prórroga serán mayores. Mover el cierre de Almaraz provoca cambios estructurales en el plan energético que diseñó el equipo de Teresa Ribera y que cuenta con unas previsiones de inversión de 308.000 millones.

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