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Antes venezolano que madrileño: la deriva política de la opa del BBVA a Sabadell
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Antes venezolano que madrileño: la deriva política de la opa del BBVA a Sabadell

Moncloa ha pedido a la dirección del Banco Sabadell que le facilite su veto a la operación impulsando una fusión. La elegida fue Abanca pero parece una operación imposible

Foto: El presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet. (EFE/Lavandeira jr.)
El presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet. (EFE/Lavandeira jr.)
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Desde que la CNMC aprobó la operación con condiciones y el Gobierno dejó claro que quiere tener voz y voto tras ese dictamen, la opa del BBVA sobre el Banco Sabadell es una operación eminentemente política. Si no lo era ya.

La última ocurrencia del laboratorio de ideas de Moncloa para frenar la operación ha sido una fusión del banco catalán con Abanca, la entidad gallega que controla Juan Carlos Escotet, empresario venezolano afincado en Madrid, según apuntan fuentes financieras cercanas a la opa. Como Escotet tiene el 84,7% de Abanca, en una teórica fusión su paquete rondaría el 25% y, en la práctica, sería el accionista de referencia de la entidad resultante. CriteriaCaixa tiene el 30% de CaixaBank, por ejemplo, y un resto del accionariado mucho menos atomizado. En términos de poder financiero catalán: un pan como unas tortas. Sería la reformulación, veinte años después, del 'antes alemana que catalana' que el PP aplicó a la opa hostil de Gas Natural sobre Endesa.

La consulta pública ya fue un exotismo. Pero ahora el Gobierno intenta devolver la patata caliente a la dirección del banco que encabeza César González-Bueno para tener que mojarse menos. No parece que pinte bien. La propia Abanca ha negado en un comunicado cualquier interés en la operación.

El Banco Sabadell nunca tuvo un núcleo duro. Los empresarios que lo intentaron hace casi veinte años, los Lara y el fundador de Mango, Isak Andic, perdieron en el intento más de 500 millones entre los dos. Las viejas familias textileras impulsoras del banco –los Oliu, los Corominas, Llonch o Gorina– ya no tienen pulmón para una operación de esas dimensiones.

Foto: Carlos Torres, presidente de BBVA. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Por otra parte, el compromiso de alguno de los nuevos socios, como el del empresario mexicano David Martínez (3,9%), resulta dudoso, ya que no han mostrado el gran entusiasmo que sí han tenido los pequeños accionistas apoyando la postura de defensa de la opa que ha abanderado la dirección del banco catalán.

El desiderátum de Moncloa no parece muy factible. Primero, por el deber de pasividad que marca la ley española ante una opa. Pero, sobre todo, por la viabilidad de una operación que Banco Sabadell ya había estudiado antes de la opa del BBVA.

La unanimidad social, de opinión pública, de partidos políticos y de patronales contra la opa se hace en clave de mantenimiento del poder financiero catalán. Y eso no parece que pueda mantenerse con Escotet, un hombre de mirada financiera atlántica, instalado en Madrid y muy alejado de las preocupaciones del Cercle d’Economia y Foment del Treball, el núcleo irradiador de la doctrina contra la oferta sobre el Sabadell.

Escotet manda en Abanca y mandaría en una futura fusión del Banco Sabadell con la entidad gallega. En términos de poder financiero catalán, un mal negocio.

La bolsa no se lo cree

En todo caso, el mercado bursátil no se cree la operación de Abanca, que en su momento ya fue descartada por los interlocutores de ambas entidades, justo por el desajuste en cómo se repartía el poder del banco resultante. Las acciones de Banco Sabadell han subido 1,68%. Las de BBVA, un 1,7%. La prima se va ajustando, pero muy lentamente. No parece que las ideas teóricas de Moncloa tengan mucho recorrido.

El mercado bursátil se mostró escéptico con la operación Abanca y fue sobre seguro

Lo mismo pasó con la aproximación a Unicaja, que quería mantener la sede en Málaga si se producía una fusión. Ahora sería muy complicado apoyar una fusión después de que Oliu se ganase a la sociedad y los partidos catalanes, devolviendo la sede a Sabadell el pasado mes de enero, tras la marcha a Alicante producida por el procés.

Relato de la opa

Buena parte del relato montado por el Banco Sabadell para defenderse de la opa hostil se basa en la catalanidad, en mantener el poder financiero catalán y, en menor medida, en la calidad del servicio bancario y las garantías para las pymes. Buena parte de dicho discurso quedaría en cuestión apostando por Abanca. En una resistencia que depende de la fidelidad del pequeño accionista, que supone el 47% del capital, no parece que la idea sea demasiado buena. Ni siquiera que en el Banco Sabadell se la crean mucho.

Por ahora, Banco Sabadell tiene lo que tiene. BlackRock con un 6% del accionariado, cuyo voto va a estar muy condicionado, en buena medida, a lo que recomiende el proxy advisor de turno. Los corsés de la inversión pasiva. Y el asegurador suizo Zurich, con un 4% que pretende que la opa fracase como estrategia para mantener su negocio de bancaseguros con la entidad que preside Oliu, que se rompería en caso de compra por el BBVA. Más allá de eso, pájaro en mano y ciento volando.

Desde que la CNMC aprobó la operación con condiciones y el Gobierno dejó claro que quiere tener voz y voto tras ese dictamen, la opa del BBVA sobre el Banco Sabadell es una operación eminentemente política. Si no lo era ya.

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