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El Cercle y sus emboscadas saduceas: una tradición convertida en mecanismo de poder
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El Cercle y sus emboscadas saduceas: una tradición convertida en mecanismo de poder

El presidente del BBVA fue su última víctima. Pero las encerronas de este lobby empresarial son casi un tradición. Aunque el caso de Carlos Torres tiene características diferenciales

Foto: Carlos Torres habla con Miquel Roca durante la tercera jornada de la 40 Reunió Cercle d’Economia. (EFE)
Carlos Torres habla con Miquel Roca durante la tercera jornada de la 40 Reunió Cercle d’Economia. (EFE)
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El Cercle d’Economia tiene un curioso mecanismo de ejercer el poder: invita a los políticos sobre los que quiere influir y luego los pone en situaciones imposibles para que compren lo que ellos piden. Este año, con el eje de la opa sobre el Banco Sabadell a la que el Cercle se opone, no fue la excepción. El líder del PP Alberto Núñez Feijóo supo zafarse. Pedro Sánchez, más ladino, les lanzó el señuelo de la inesperada consulta pública sobre la fusión bancaria. Las trampas del Cercle se tienden con un objetivo: en este caso, que Cataluña mantenga buena parte de su poder financiero.

Los socialistas no acostumbran a ser las víctimas de estas encerronas, pero ni el presidente catalán Salvador Illa pudo librarse en la clausura, cuando el presidente de la entidad Jaume Guardiola le invitó a que pactase más con Junts los temas de centralidad política. Illa evitó la polémica y se limitó a apuntar que algunas medidas pueden no gustar, pero que son las únicas posibles a corto plazo. El Cercle clama por la sociovergencia y el PSC apuesta, en cambio, por seguir en la Generalitat apoyado por ERC y los Comunes.

Algunas peticiones del Cercle son recurrentes, como las bajadas de impuestos. Esas son las que tienen menos fuerza. De una manera irónica, el presidente que estuvo más dispuesto a dárselas fue Mariano Rajoy, que acabó protagonizando la mayor subida de impuestos de la década tras la crisis de Lehman Brothers.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega a la 40 reunión del Cercle d’Economia en Barcelona. (Europa Press/David Zorrakino)

En esencia, hay una fina línea que une el otoño de 2000, en Sitges, cuando en las jornadas de entonces el Cercle propuso trasladar de Madrid a Barcelona la sede de la CMT —en aquel caso la celada fue contra la entonces ministra Anna Birulés— con la jornada de 2021, cuando Pablo Casado abandonó el Hotel Vela, donde entonces se celebraban las jornadas, como el único de los asistentes que no avalaba los indultos al independentismo. El PP acostumbra a ser la víctima propiciatoria de este tipo de maniobras, pero en realidad nadie puede sentirse seguro.

Desde luego, se trata de un tratamiento que se aplica a políticos, nunca a empresarios. Manuel Pizarro nunca tuvo ningún problema durante los dos años en los que hizo imposible la opa de Gas Natural, entre 2005 y 2007. Por eso resultó un poco raro que esta vez se cebasen con Carlos Torres, aunque el golpe lo diese el presidente Pedro Sánchez. En el caso del BBVA confluían diversas excepciones.

Temor fundado

Algún destacado miembro del PSC comentaba en los pasillos del Palacio de Congresos de Barcelona, donde se celebraba el 40.º Encuentro del Cercle, su preocupación por que Carlos Torres se marchase tan humillado y apuntaba que, quizá, en unos meses —si la opa prosperaba— habría que buscar acuerdos. “Y más con lo que ha pasado en La Caixa la pasada semana”, añadía.

Pero el Cercle no será neutral en esta opa. Desde que Jaume Guardiola se impuso en las únicas elecciones que ha habido en la entidad, los caminos de este grupo de empresarios y del Sabadell se han cruzado. Guardiola fue consejero delegado del Sabadell. El Banco Sabadell se volcó en la campaña electoral de 2022, mientras que el mundo Caixa intentaba templar gaitas. Los expresidentes del Cercle, Josep Oliu y Pere Fontana, son ahora presidente y vicepresidente del Sabadell y todavía mantienen una honda ascendencia en el 'lobby'. En términos de poder, no se trata sólo del poder financiero de Cataluña: es, pura y simplemente, su propio poder.

El Cercle ya no puede ser neutral en la opa del BBVA sobre el Banco Sabadell

Además, por una vez, el Cercle no está librando una batalla elitista. El rechazo a la opa sobre el Sabadell es generalizado en Cataluña, y no sólo entre la mayoría de las fuerzas políticas, sino también en la opinión pública.

En el BBVA sienten que la administración les castiga y ven un agravio comparativo respecto a las facilidades que recibió CaixaBank para comprar Bankia en 2021.

Cambio de contexto

Desde entonces el contexto general ha cambiado. En el mercado español quedan cuatro grandes bancos relevantes para empresas de todos los tamaños, incluidas las pymes. Dado que estas necesitan trabajar con al menos cuatro entidades, la fusión afectará a este tipo de clientes. Por eso el BBVA se ha comprometido a mantenerles las condiciones crediticias durante cinco años. CaixaBank nunca tuvo que afrontar algo similar. Si el Gobierno impone más condiciones en la fase III, la operación se pondrá muy cuesta arriba.

Más allá de las emboscadas del Cercle, el reto del BBVA es convencer a los catalanes de que, en un mercado de cuatro grandes grupos donde uno de ellos dedicará capital a eliminar a un competidor, la consecuencia no será que el negocio del absorbido se reparta sólo entre el comprador, sino también entre los otros dos grupos bancarios. Y, en este escenario, los accionistas del BBVA —tanto los actuales como los que acudan al canje propuesto por el equipo de Carlos Torres— se arriesgan a que dentro de tres años su beneficio por acción sea inferior al de hoy.

El Cercle d’Economia tiene un curioso mecanismo de ejercer el poder: invita a los políticos sobre los que quiere influir y luego los pone en situaciones imposibles para que compren lo que ellos piden. Este año, con el eje de la opa sobre el Banco Sabadell a la que el Cercle se opone, no fue la excepción. El líder del PP Alberto Núñez Feijóo supo zafarse. Pedro Sánchez, más ladino, les lanzó el señuelo de la inesperada consulta pública sobre la fusión bancaria. Las trampas del Cercle se tienden con un objetivo: en este caso, que Cataluña mantenga buena parte de su poder financiero.

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