Así ha sobrevivido La City madrileña al mayor apagón de la historia

A las 12:33 de la mañana de este lunes, la luz se fue en las oficinas de la CEOE. La sede de los empresarios españoles acababa de quedarse a oscuras. Tras unos primeros minutos de bromas —¡corred, vámonos antes de que vuelva!—, nervios para conseguir sacar a un gran empresario que se quedó atrapado en el ascensor y preguntas tratando de saber qué pasaba, empezó a arrojarse algo de luz. «Ha habido un apagón en toda España, Portugal y el sur de Francia».

Las oficinas de la confederación empresarial española, ubicada en el barrio de Salamanca, a pocas manzanas de la embajada de Estados Unidos y del eje del Paseo de la Castellana, tuvo que aceptar la imposibilidad de seguir trabajando en sus despachos. Sin luz, internet ni teléfono, el foco de la preocupación en el número 50 de la calle Diego de León empezó a girar hacia cómo poder volver a casa.

Los trabajadores de las oficinas se fueron amontonando en las aceras, junto a las entradas principales de los edificios, mientras los comerciantes, con sus tiendas a oscuras, se debatían entre bajar la persiana y marcharse a casa o quedarse dentro para evitar pillajes cuando llegara la noche.

En cuestión de minutos, todo el centro financiero de Madrid, desde Atocha hasta las Cinco Torres, se convirtió en un río de coches y peatones que se autogestionaron para ceder el paso y poder cruzar en un laberinto de calles sin semáforos. Una marea que fue colapsando la principal arteria financiera de la capital hasta niveles nunca vistos en una ciudad tan acostumbrada a los atascos. Ir desde la Plaza de Colón hasta La Paz se convirtió en un desafío de tres horas, que los madrileños afrontaron con paciencia, mientras turistas de todo el mundo, subidos al 'bus turístico', hacían fotos de estas imágenes inéditas.

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En medio de estos primeros momentos de caos, algunas empresas sí pudieron trabajar, como la mayoría de los bufetes de abogados que riegan las oficinas del centro de Madrid, o las empresas alojadas en los grandes rascacielos de Nuevos Ministerios y del norte del Paseo de la Castellana.

Fuera del distrito financiero, los cuarteles generales de compañías como BBVA, Santander o la propia Telefónica también estaban operando con normalidad, gracias a que todas estas corporaciones tienen sus propios generadores de luz. En estos casos, al tratarse de oficinas ubicadas en zonas más periféricas, los nervios iban más por saber cómo poder volver a casa, ante la falta de metro y tren.

En las salidas hacia las grandes autovías, como la carretera de La Coruña (A6), personas con carteles indicando sus localidades de destino esperaban en el arcén mientras conductores solidarios iban ofreciendo sus plazas libres. En oficinas de toda la capital, los compañeros de trabajo se organizaron para compartir coche, y quienes podían ir andando o en autobús de línea dejaban sus motos y bicis a colegas menos afortunados.

Conforme fueron pasando las horas, las corporaciones fueron diseñando planes B. Lo inédito del apagón, el alcance temporal limitado de sus propios generadores y los problemas de numerosos trabajadores para poder volver a sus hogares llevaron a muchas empresas a buscar alojamientos en los numerosos hoteles que riegan el centro de Madrid.

AC Hotels pudo mantener la actividad de sus establecimientos gracias a que todos tienen aerogeneradores, aunque dando prioridad a unos servicios frente a otros (por ejemplo, en varios establecimientos se sirvieron comidas frías). Algunos de los hoteles que tiene en importantes núcleos de oficinas, como Santo Mauro o AC Hotel La Finca, recibieron numerosas demandas de empresas que pidieron reservar habitaciones para algunos trabajadores.

Meliá también pudo garantizar los sistemas básicos de prácticamente toda la cadena y operar de forma segura, pero con algunas limitaciones dirigidas a salvaguardar el suministro eléctrico el máximo tiempo posible. La cadena mallorquina cuenta con grupos electrógenos, además de los generadores, en sus establecimientos, pero la incertidumbre respecto a cuándo iba a poder recuperar la normalidad le llevó a tomar medidas preventivas como, por ejemplo, prohibir los enchufes en algunos de sus hoteles.

En el corazón de 'La City' madrileña, en Nuevos Ministerios, El Corte Inglés tiene su centro comercial más importante de España, un gigante que, nada más producirse el apagón, empezó a funcionar de manera autónoma. A pesar de tener garantizado el suministro eléctrico gracias a sus propios sistemas, los responsables del centro alentaron desde el primer momento del apagón a los clientes a abandonar los grandes almacenes.

En medio de esta jornada de caos, la Bolsa sacó pecho. BME mantuvo la continuidad de las operaciones gracias a que cuenta con 'dos proveedores de energía distintos con cables de red físicamente separados para garantizar las fuentes de energía', mientras que los mercados de Renta Variable tienen 'un generador de energía propio'. Toda esta infraestructura permitió que los inversores mantuvieran, por tercera jornada consecutiva, la senda alcista, y el Ibex 35 cerró con un alza del 0,75% ajeno al caos eléctrico.