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La banca aprovecha la crisis para hacer lobby y pedir menos presión regulatoria
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BUSCA SIMPLIFICACIÓN DE REGLAS

La banca aprovecha la crisis para hacer lobby y pedir menos presión regulatoria

Las entidades que haya la primera reversión de exigencias desde 2008. Botín encabeza esta ofensiva. Los supervisores, por ahora, solo hablan de simplificación de reglas

Foto: Ana Botín, presidenta de Banco Santander. (Reuters/McDermid)
Ana Botín, presidenta de Banco Santander. (Reuters/McDermid)
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Europa está en un momento clave ante la amenaza de aranceles de Donald Trump, que se demuestra en las turbulencias en los mercados en las últimas semanas al ritmo de las decisiones de la Casa Blanca. La banca quiere jugar un papel importante, pero para eso pide menos regulación en lo que sería la primera reversión de exigencias desde 2008.

Las entidades quieren aprovechar esta crisis para reducir la presión regulatoria, que ha venido siendo creciente en los últimos 17 años con nuevas reglas. Tanto en capital y provisiones, como en cumplimientos varios en torno a comercialización de productos o sostenibilidad. Los equipos de compliance cada vez son más grandes e importantes en los bancos.

La presidenta de la Asociación Española de Banca (AEB), Alejandra Kindelán, señaló este jueves que “no es el momento de endurecer los requisitos de capital”. La jefa de la patronal bancaria aseguró que no es cuestión de reducir regulación, sino de simplificarla, y tener “previsibilidad de dónde se va a situar el nivel de capital”.

Trump ha dado una tregua de 90 días a los aranceles para negociar, lo que ha permitido al mercado rebotar y borrar parte de las pérdidas. Pero la amenaza sigue encima de la mesa. Además, la Unión Europea ha llegado a punto de inflexión en el que se ha convencido de que necesita reforzarse como bloque económico y político. Y esto incluye invertir mucho, en industria y en defensa, especialmente tras la decisión de Estados Unidos de alejarse de Ucrania.

Foto: Sede del Banco de España. (Europa Press / Parra)

“Tenemos cientos de miles de millones en colchones de capital en bancos europeos listos para prestar. No tenemos más que liberarlos”, dijo recientemente Ana Botín, presidenta de Banco Santander. “Hemos construido colchones sobre colchones, ahora solo tenemos que usarlos”.

Botín está encabezando la ofensiva de la banca para reclamar menos regulación. Como presidenta del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), se ha convertido en la cabeza visible del intento de la banca española por reducir la presión regulatoria. Los bancos europeos siempre recuerdan que su valor en bolsa y sus capacidades de prestar son inferiores a los de los estadounidenses por la desfavorable regulación entre los dos bloques.

Foto: Donald Trump. (EFE/Shawn Thew)

Botín se ha reunido en las últimas semanas con varios líderes europeos. Entre otros, estuvo con Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, con Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, y con las comisarias Maria Luis Albuquerque y Teresa Ribera.

En este último caso, Botín explicó a la exministra española la necesidad de establecer un marco flexible en los objetivos de transición energética. La presidenta ya comunicó esta opinión de la banca en Davos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a varios líderes políticos europeos. Los bancos consideran que debe haber una taxonomía común y sencilla sobre inversiones y financiaciones verdes, y establecer criterios flexibles por sectores y geografías para no penalizar demasiado algunas inversiones, especialmente en países, regiones o industrias que trabajan en descarbonizarse, pero parten desde más atrás.

En el resto de reuniones, el tema estrella es el de menos colchones de capital u otros tipos de facilidades regulatorias para elevar la capacidad de prestar de los bancos. Las entidades quieren aprovechar este momento para reducir la presión de los supervisores y elevar su negocio. Para Defensa, por ejemplo, han pedido gestos en torno a sostenibilidad y la forma de evaluar el riesgo de proyectos de largo plazo como estos, en los que habrá apoyo público.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters)

“Los bancos tienen un efecto desmesurado en la economía. Somos el motor de la economía. Por lo tanto, si nos regulan de una manera que no favorece el crecimiento, afectaremos a muchas otras empresas y personas. No lo digo solo porque sea un banco. Lo cierto es que las pymes europeas representan entre el 70% y el 80% de los empleos, y que la mayoría de ellas están financiadas por los bancos”, recordó Ana Botín en una conferencia del IIF.

Desde 2008, se han incrementado todas las exigencias regulatorias. El capital mínimo para operar se ha duplicado, hasta entornos de entre el 8% y el 9%, pero de facto los supervisores piden llegar a entornos cercanos al 12% –más en algunos bancos–, y el mercado evalúa a las entidades europeas en consecuencia. La norma IFRS 9, de 2017, ha obligado a los bancos a ser conservadores por tener que provisionar según pérdidas esperadas. Aun así, el BCE puede pedir más capital –y lo hace– con el pilar 2 si no está conforme con los perfiles de riesgo de los bancos.

En otras materias también hay normativas de miles de páginas que dan trabajo a abogados en los bancos, o como asesores externos. MiFID II incrementó las exigencias en cuanto a transparencia de productos de inversión y protección del inversor. MICA está enfocado en los criptoactivos. DORA ha aumentado la supervisión en ciberseguridad, campo que cada vez preocupa más a los propios bancos y a las instituciones. Para sostenibilidad, los bancos tienen que publicar informes que son, a veces, más abultados que los financieros.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE/Alexander Drago)

Europa está teniendo sensibilidad en torno a estas demandas desde el sector privado, y hay ánimo por hacer cambios. Aunque, como recordó esta semana la directora General de Supervisión del Banco de España, Mercedes Olano, “simplificar no es desregular”.

Este es el debate. Hay consenso en que es necesario simplificar la regulación en el sector financiero. La cuestión es si esto solo debe hacer referencia a menos normas y más sencillas, pero con similares exigencias en cuanto a solvencia y conducta, o si además debe haber una disminución de los requisitos. Hay que tener en cuenta que Estados Unidos ya ha dicho que se desmarca del endurecimiento regulatorio de las nuevas reglas de Basilea III (o, para algunos, Basilea IV). Mientras que Reino Unido titubea.

Así, podría agrandarse la brecha regulatoria entre bancos europeos y estadounidenses y, con ello, el margen de las entidades para apoyar a la economía con financiación. También está el peligro de que haya excesos desde la banca comercial amplificados desde la banca de inversión, como ocurrió en los años previos al crash de 2008.

Por ahora, aunque el mundo está pendiente de Trump por los aranceles, hay muchos otros mensajes del mandatario, como el de la desregulación. La propia Ana Botín celebró este enfoque en Davos y preguntó directamente al respecto al flamante inquilino de la Casa Blanca: “Vamos a ser muy rápidos, estamos moviéndonos rápidamente. En tres días [Davos fue en enero] hemos hecho más que nadie en años. Va a tener un gran impacto en la economía, porque se está desperdiciando mucho dinero en cosas locas. El Green New Deal fue una desgracia”.

Europa está en un momento clave ante la amenaza de aranceles de Donald Trump, que se demuestra en las turbulencias en los mercados en las últimas semanas al ritmo de las decisiones de la Casa Blanca. La banca quiere jugar un papel importante, pero para eso pide menos regulación en lo que sería la primera reversión de exigencias desde 2008.

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