La opa sobre Banco Sabadell, el síndrome de agosto y los retos del BBVA
Tal como va el calendario, el BBVA podría inclinarse por un periodo de aceptación corto para evitar agosto, un mes propicio al despiste de los fundamentales pequeños accionistas
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La opa hostil del BBVA sobre Banco Sabadell topa con el síndrome de agosto: el calendario se está alargando tanto con las últimas decisiones de la CNMC que si el banco de Carlos Torres opta por un período de aceptación largo el mismo acabaría en agosto, un mal mes para que los accionistas minoritarios estén atentos al desenlace de la opa y no a sus vacaciones en la Costa Brava. Ese dilema y la manera en que se afrontan diversos retos, como el coste de romper con las alianzas que mantiene la entidad que preside Josep Oliu, pueden ser factores determinantes para el desenlace final de la oferta, más allá de lo que diga el Gobierno.
Moncloa tendrá la última palabra con las condiciones que ponga a la operación. El BBVA ya asume que casi seguro no podrá fusionar el banco que adquiera aunque salga victorioso de la opa, al menos mientras gobierne el PSOE y Pedro Sánchez. El resultado sigue siendo incierto y puede pasar cualquier cosa.
En España el período de aceptación no podrá ser inferior a quince días naturales ni superior a setenta y lo decide quien lanza la oferta. Justo por eso sería lógico que el BBVA optase por el período más largo posible, según fuentes financieras, para que los indecisos acaben acudiendo derrumbándose por la presión. Pero en una opa la fase más determinante son los últimos cinco días, cuando tendría sentido táctico hacer una mejora de la oferta. Aunque esto es algo que el BBVA niega, la mayoría de los analistas bursátiles consideran plausible.
Los fondos, los grandes inversores institucionales y los pesos pesados de la inversión pasiva esperarán a acudir a la opa en la fase final. Sea agosto o diciembre. El problema para el BBVA son el 47% de pequeños accionistas. Los mil asistentes que acudieron a la junta en Sabadell auguran que este colectivo se encuentra muy movilizado en respaldar a la actual dirección del banco y que no quieren vender. Alargar el plazo puede servir para que estos accionistas duden. Pero si eso supone colocarse en agosto, de poco servirá. Y hay que recordar que, si el accionista no se manifiesta, eso equivale a rechazar la oferta. La inercia y la pasividad favorecen al Sabadell.
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La oferta del BBVA será de 0,70 euros más una acción de BBVA a cambio de 5,3456 acciones de Banco Sabadell.. A ese precio el Banco Sabadell se valora en algo más 13.900 millones. A la actual cotización, el banco catalán vale 14.000 millones. El mercado y la opa se van ajustando, algo que desde el BBVA siempre han leído como que los inversores avalan su oferta. El banco de Carlos Torres condiciona su opa a tener una aceptación del 50,01% del capital del Sabadell.
Las alianzas
Hasta que el BBVA no presente el folleto de la opa, cuando se conozcan las condiciones finales y la propia CNMV no apruebe dicho folleto, no se sabrá cómo el banco asume los diversos retos de la operación. El principal que puede dificultar la operación es ganar la opa, pero perder las sinergias —850 millones— al no autorizar el Gobierno español la fusión.
Pero hay otros. Uno no pequeño es el coste de deshacer las alianzas que ahora mantiene vivas el banco que dirige César González-Bueno. Zurich es el socio para el negocio de bancaseguros. De hecho, gracias a la opa, el grupo suizo ya supera ahora el 4% en el Banco Sabadell. Al BCE le gustan este tipo de socios internacionales. Es evidente que Zurich no acudirá a la opa.
Romper con Zurich y el resto de socios del Sabadell tendrá costes millonarios
Así el problema para BBVA será el coste de deshacer este acuerdo estratégico. Cuando CaixaBank absorbió Bankia, tuvo que pagar a Mapfre una factura que se acabó elevando hasta 624 millones para que VidaCaixa se hiciera con todo el negocio asegurador de la entidad adquirida. Fuentes del sector asegurador estiman que la cantidad podría ser ligeramente inferior en el caso del Sabadell, pero para nada despreciable para los costes de la fusión.
Pero no son los únicos. Está el pacto con Amundi para la gestora de fondos, el que mantiene con BNP para la tesorería y el del grupo ALD para el renting. Unido a los seguros de Zurich, los costes totales de romper todos estos acuerdos pueden superar los 1.000 millones de euros. El BBVA ha evitado valorar esta cifra.
Incertidumbre máxima
Así que la incertidumbre sigue siendo la máxima para la operación del año y su desenlace. Contra la actual dirección del Banco Sabadell juegan el tamaño del BBVA, su margen para mejorar la oferta, según los analistas, puede llegar a los 1.900 millones y las dinámicas de la gestión pasiva, que hará que fondos como BlackRock, primer accionista con el 6,27%, acudan de manera mayoritaria a la opa. Y a favor del banco de Oliu, el apoyo político del Gobierno, el cierre de filas de los minoritarios y la pulverización de la prima. Una opa hostil y, en este caso también, una moneda al aire.
La opa hostil del BBVA sobre Banco Sabadell topa con el síndrome de agosto: el calendario se está alargando tanto con las últimas decisiones de la CNMC que si el banco de Carlos Torres opta por un período de aceptación largo el mismo acabaría en agosto, un mal mes para que los accionistas minoritarios estén atentos al desenlace de la opa y no a sus vacaciones en la Costa Brava. Ese dilema y la manera en que se afrontan diversos retos, como el coste de romper con las alianzas que mantiene la entidad que preside Josep Oliu, pueden ser factores determinantes para el desenlace final de la oferta, más allá de lo que diga el Gobierno.