Las deudas del Sky Bar y el veto de Florentino al chef del Atleti más exitoso de Madrid
El Real Madrid ha abonado por la puerta de atrás las facturas impagadas que Anastia Gourmet adeuda y que hacen imposible abrir el superpalco vip del Santiago Bernabéu
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Por los juzgados de Madrid, además de los casos sobre José Luis Ábalos, Begoña Gómez y la pareja de Isabel Díaz Ayuso, siguen corriendo denuncias y querellas vinculadas al Santiago Bernabéu. En concreto, entre Anastia Gourmet, los dueños actuales del Sky Bar, el superpalco VIP del estadio del Real Madrid, el propio club madridista y los empresarios a los que Florentino Pérez le otorgó la gestión del restaurante y las 200 butacas con más glamur del coloso blanco. El espacio de ocio sigue cerrado a cal y canto, lo que está causando pérdidas relevantes para todas las partes.
Los servicios jurídicos del Real Madrid han demandado a Anastia Gourmet por incumplimiento de contrato por no haber abierto el local en tiempo y forma y por la falta de pago de la renta mínima garantizada, 1,5 millones al año, más un porcentaje del 20% de las ventas, otros tres millones, según el presupuesto inicial. Es decir, un mínimo de 4,5 millones por temporada, más otro plus por eventos corporativos y las butacas. Por ello, han exigido por vía judicial que se resuelva el contrato y le devuelva la propiedad del Sky Bar.
Los de Anastia Gourmet, por su parte, acusan al Real Madrid de no haberles dado las llaves cuando se pactó por escrito para hacer las obras de adaptación, lo que les provocó unos retrasos y unos problemas económicos que no han podido superar. Hasta el punto de impagar facturas por casi cinco millones de euros y presentarse demandas entre los socios iniciales, Utande y Mañas, y el actual, Carlos García-Delgado.
Pero, curiosamente, ninguno de los acreedores de Anastia ha instado el concurso de acreedores de esta sociedad, propiedad de un empresario jerezano, que a su vez le compró el 51% del capital a los inversores (Javier Utande y Julio Mañas) a los que el club le concedió el Sky Bar en julio de 2023 por diez años. Unos señores que no tenían dinero y que eran muy próximos a Eduardo Fernández de Blas, vicepresidente de la entidad deportiva.
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¿El motivo? Pues que el Real Madrid, según aseguran fuentes próximas al club, ha abonado todas las facturas que se habían metido en el cajón a proveedores como Ancodarq, Instman, Entredecora, Dimasa, Minde… sin cuya certificación de instalación no se puede abrir el Sky Bar. ¿Y por qué se hace cargo el club de unos impagos que son de unos señores a los que, con la boca pequeña, acusa de presuntos estafadores? Porque confía en que los juzgados le den la razón y, en el caso de recuperar la propiedad del superpalco de 700 metros cuadrados útiles, más 500 de dos terrazas, pueda abrirlo inmediatamente, ya que los suministradores le firmarán que el local cumple con toda la normativa.
Florentino ha ordenado a su guardia de corps, incluidos su mano derecha –Manuel Redondo, jefe de presidencia– y su izquierda –José Ángel Sánchez, director general del club– resolver este embrollo cuanto antes. Hasta el punto de que Primavera Blanca, la peña que organiza la grada de animación oficial del Real Madrid, ha llevado a su junta directiva iniciar acciones jurídicas o penales contra Anastía Gourmet como forma para presionar al empresario jerezano. Por voluntad propia, se supone.
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Lo cierto es que el origen de este problemón radica en una decisión unilateral del presidente cuando la junta directiva iba a adjudicar la explotación del Sky Bar. El Real Madrid tenía varias ofertas de operadores especializados del sector, los cuales se habían presentado al concurso organizado por la inmobiliaria Colliers. Las más interesantes eran la de Trocadero, una compañía con varios clubes de ocio en Marbella y Madrid, y, sobre todo, la de Grupo Paraguas, el grupo de restauración más reconocido de la capital, dueño de establecimientos como Amazónico, Ultramarinos Quintín, Ten con Ten, Arde Numa Pompilio. Su éxito, con The Library como última enseña al lado de la Puerta de Alcalá, ha sido tal que ya lo ha llevado a Londres, Mónaco o Dubai.
Sin embargo, Florentino echó para atrás la propuesta de Grupo Paraguas porque su dueño, Sandro Silva, es un fanático del Atlético de Madrid. Según relatan fuentes conocedoras de la situación, al presidente del Real Madrid le pusieron un audio de WhatsApp en el que Silva alababa, con un tono eufórico, ser seguidor del club colchonero. Decía incluso que no entendía cómo se podía ser del Real Madrid, del eterno rival. Un comentario a los que otras fuentes quitan relevancia, puesto que había sido dicho en un contexto deportivo, de barra de bar.
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Pero Florentino tenía conocimiento de la estrecha relación de Silva, un brasileño-español de conversación agradable, amigo de clientes vips de todos los colores, con Miguel Ángel Gil Marín, el consejero delegado y dueño del Atlético de Madrid. De hecho, uno de sus restaurantes, El Gran Escenario, está situado en el mismo Metropolitano. Le constaba y le consta las numerosas barbacoas que suelen celebrar en una de las casas que ambos tienen a las afueras de Madrid, así como las reuniones en Cádiz, donde el empresario restaurador tiene una mansión en Roche, al lado de Sancti Petri.
Un empacho rojiblanco que Florentino no podía digerir pese a que su restaurante preferido de Madrid, Zalacaín, al que acude con frecuencia semanal, está regentado por Manuel Marrón, otro seguidor del Atlético y socio de los Gil.
Por los juzgados de Madrid, además de los casos sobre José Luis Ábalos, Begoña Gómez y la pareja de Isabel Díaz Ayuso, siguen corriendo denuncias y querellas vinculadas al Santiago Bernabéu. En concreto, entre Anastia Gourmet, los dueños actuales del Sky Bar, el superpalco VIP del estadio del Real Madrid, el propio club madridista y los empresarios a los que Florentino Pérez le otorgó la gestión del restaurante y las 200 butacas con más glamur del coloso blanco. El espacio de ocio sigue cerrado a cal y canto, lo que está causando pérdidas relevantes para todas las partes.