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Grifols, la deuda pesa más que las buenas intenciones del nuevo plan estratégico
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Grifols, la deuda pesa más que las buenas intenciones del nuevo plan estratégico

Grifols sigue anclada en el pasado. Los conflictos de interés de la familia, los pleitos con Gotham pero sobre todo los más de 9.000 millones de deuda evitan que la acción despegue

Foto: Nacho Abia, nuevo consejero delegado de Grifols. (EFE)
Nacho Abia, nuevo consejero delegado de Grifols. (EFE)
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Grifols se ha quedado en tierra de nadie. Ha presentado un plan estratégico que gustó mucho en primera instancia. Pero los 9.187 millones de deuda neta con los que cerró el año 2024 siguen pesando lo suyo. El impulso positivo que recibió la acción tras presentar las cuentas y la celebración del Investors Day ha desaparecido. Ese día la acción estaba a 9,26 y se disparó a más de 11 euros. Ahora vuelve a colocarse en ese nivel de 9,5 euros el título. Algunos analistas consideran que esto se debe más al peso de la deuda que al peso del pasado: un 2024 aciago por la crisis de Gotham y la OPA fallida de Brookfield.

El grupo destaca que la deuda neta es 8.046 millones “según los contratos de crédito acordados en la última financiación”, pero en cualquier caso la deuda y los negocios de la familia cruzados con la operativa diaria de la compañía siguen lastrando la acción como una losa.

En el Investors Day los directivos de Grifols repitieron una y otra vez que estaban comprometidos en rebajar la deuda de la empresa, pero evitaron concreciones. De hecho, el director financiero Rahul Srinivasan planteó que la compañía quería hacer otras cosas a la vez que reducir el nivel de endeudamiento, como volver a pagar dividendos, algo que se prevé para este año 2025 incluso ejercer las opciones de compra que la compañía tiene sobre los proveedores de plasma Heama y BPC, y que ahora son propiedad de Scranton, el ‘holding’ holandés de la familia Grifols. Según la empresa de hemoderivados, esta recompra se podría plantear entre 2026 y 2027. La relación interdependiente entre Grifols y Scranton fue el talón de Aquiles que utilizó Gotham para su ataque hace algo más de un año.

Srinivasan mantuvo ante los analistas que “hemos operado con gran éxito como una sólida compañía de [rating crediticio] BB durante muchos años y tenemos la intención de reevaluar nuestra calificación de forma orgánica con un objetivo de apalancamiento neto de 3 a 3,5 veces, según lo definido en nuestro contrato de crédito. Como parte de esto, esperamos seguir reduciendo nuestra deuda neta orgánicamente mediante la generación de flujo de caja libre”.

Foto: Teresa Ribera con el 'conseller' de Acció Climàtica David Mascort esta semana en Barcelona. (EFE/Andreu Dalmau)

De nuevo aparece el reto de hacerlo todo a la vez y en todas partes: reducir la deuda, pero también generar caja suficiente para invertir 500 millones al año y volver a abonar dividendos, en teoría este mismo año.

Reducir la deuda a la mitad

En todo caso, el desafío que se impone es bajar el peso de la deuda a la mitad. Pasar del actual ratio de 5,6 veces EBITDA a una horquilla que oscile entre 3 y 3,5 veces. Como plantea la empresa, no se trata solo de reducir los créditos, sino también de que el beneficio operativo crezca.

Foto: Destrozos en la Bolsa de Barcelona en una manifestación por Pablo Hasel. (EFE)

El nuevo consejero delegado Nacho Abia y su equipo han ganado tiempo. Tienen dos años para demostrarle a ese mercado que, por ahora, se toma la alternativa con escepticismo, que pueden hacerlo todo. En 2027 esperan poder comprar a Scranton las proveedoras de plasma, pero también han de afrontar la primera gran refinanciación de deuda: tienen un vencimiento de 3.172 millones. Las condiciones en que se haga esa compra y en que se refinancien con los acreedores serán claves para determinar el futuro de la compañía.

Preguntas sin respuesta

El plan estratégico plantea convertir a Grifols en 2029 en una empresa que facture 10.000 millones con un EBITDA de 2.900 millones. Es decir, doblar su tamaño sin recurrir a su histórica estrategia de adquisiciones agresivas, que impediría el objetivo principal: recortar deuda. Esto supondría que Grifols deje de ser tan expansiva para convertirse en una farmacéutica más estable dentro del marco europeo, pero manteniendo su fuerte posición en Estados Unidos. La clave es si Nacho Abia podrá cambiar el ADN corporativo que la familia Grifols había marcado hasta ahora con un hierro candente.

Más allá del plan, quedan preguntas sin responder. La más importante: si Grifols es tan buena y si el plan estratégico es tan sólido, ¿por qué Brookfield renunció a lanzar su OPA?

La compañía sigue sin explicar las razones de fondo para la retirada de Brookfield

Al respecto, Nacho Abia respondió a los analistas en el Investors Day que “no me corresponde a mí responder a esa pregunta porque no sé qué implicó la decisión ni por qué Brookfield la tomó. Puedo decirles que, personalmente, creo que durante el proceso, hechos con el rigor necesario, presentamos una buena empresa, una empresa sólida. Hemos tenido un rendimiento significativo a lo largo del tiempo. Diría que les gustó lo que vieron. Eso es lo que diría”.

Les gustó, pero retiraron la oferta. La conclusión lógica es que hay problemas de gobernanza por resolver. La complicada relación con Scranton, a su vez ‘holding’ familiar, accionista de Grifols y proveedor de materia prima. Y el rol de la familia, todavía muy implicado en la gestión, además del papel del bufete Osborne & Clarke, que ha funcionado desde siempre como el 'brazo legal armado' de la compañía. Tal vez ahí esté la clave de que la acción siga sin reaccionar, a pesar de que ahora sí, la mayoría de los analistas recomiendan comprar.

Grifols se ha quedado en tierra de nadie. Ha presentado un plan estratégico que gustó mucho en primera instancia. Pero los 9.187 millones de deuda neta con los que cerró el año 2024 siguen pesando lo suyo. El impulso positivo que recibió la acción tras presentar las cuentas y la celebración del Investors Day ha desaparecido. Ese día la acción estaba a 9,26 y se disparó a más de 11 euros. Ahora vuelve a colocarse en ese nivel de 9,5 euros el título. Algunos analistas consideran que esto se debe más al peso de la deuda que al peso del pasado: un 2024 aciago por la crisis de Gotham y la OPA fallida de Brookfield.

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