El BCE pedirá más provisiones a la banca por el riesgo de guerra comercial de Trump
El supervisor quiere que los bancos se adelanten a los riesgos geopolíticos, y el más acuciante para las carteras crediticias tiene que ver con los aranceles de Trump
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El efecto Donald Trump ya golpea al sector bancario. El presidente de EEUU va a exigir menos regulación para los bancos estadounidenses, pero, a la vez, va a provocar más presión regulatoria sobre los europeos. El Banco Central Europeo (BCE) quiere que las entidades se preparen para el potencial impacto en sus balances de una guerra comercial.
Los riesgos geopolíticos se han convertido en la preocupación más importante del BCE, como ha indicado en la guía de prioridades supervisoras para el periodo 2025-2027. “La persistencia de la incertidumbre en torno a las perspectivas macroeconómicas y la creciente intensidad de las amenazas geopolíticas justifican un mayor control supervisor de la capacidad de las entidades para resistir las consiguientes perturbaciones”, explica el BCE.
Y la amenaza más acuciante es que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, confirme sus amenazas de aranceles sobre socios comerciales y desate una guerra comercial que afecte, a nivel micro, a empresas que están en las carteras crediticias de bancos europeos. Y, a nivel macro, que deteriore la perspectiva económica de geografías en las que las entidades europeas tienen negocio.
Sin embargo, aunque el riesgo para el crecimiento y para la inflación es evidente, como apuntan todos los informes de economistas y analistas, no lo es tanto cuantificarlo. La normativa contable IFRS 9, que se aplica a la banca, exige establecer provisiones según el criterio de pérdida esperada.
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Lo que hacen los bancos, con el visto bueno del supervisor, es analizar su cartera crediticia conforme a un modelo basado en patrones históricos y en función de sus perspectivas macroeconómicas. Pero cuando son eventos nuevos, es más difícil de estimar. El BCE está pidiendo más provisiones según el riesgo de un escenario que no se puede cuantificar.
“La IFRS 9 requiere registrar las pérdidas esperadas de la cartera crediticia considerando diferentes escenarios macroeconómicos. En el actual entorno, con una incertidumbre muy elevada, es más complicado este ejercicio. Las entidades de crédito utilizan sus bases de datos históricos sobre el comportamiento de los acreditados para estimar las pérdidas esperadas de su cartera vigente, y aunque tienen en cuenta distintos escenarios macro, es muy complejo incluir una potencial guerra comercial, por lo que las entidades deben estimar las provisiones de forma prudente”, explica Javier Calvo, socio responsable del Grupo de Instrumentos Financieros y Regulación de KPMG en España.
En efecto, los bancos tendrán que ser prudentes al calcular sus provisiones. Sus modelos no contemplan un escenario de guerra comercial para estimar el impacto en las carteras, pero sí empieza a haber informes de los departamentos de estudios alertando del riesgo inflacionista y del daño a algunas economías muy exportadoras, desde México a Alemania. Además, todos los bancos tienen exposición crediticia a empresas vulnerables ante un deterioro del comercio global.
"Es muy complejo incluir una potencial guerra comercial, por lo que las entidades deben estimar las provisiones de forma prudente"
El objetivo estratégico del BCE es que las entidades identifiquen el deterioro de la calidad de los activos “de manera oportuna” y lo traduzcan en “niveles prudentes de provisiones y capital”, señala la institución que preside Christine Lagarde.
En cualquier caso, es muy difícil pronosticar el grado de intensidad que puede alcanzar una guerra comercial y el impacto económico. Además, es fácil imaginar cuáles serán los países y las empresas más golpeados en primera instancia, pero no lo es tanto anticiparse a los nombres propios que se verán castigados de forma indirecta.
Por ello, el BCE quiere que la banca haga un ejercicio de prudencia para establecer provisiones de más. En caso de deuda, de forma informal siempre se pide que los bancos se equivoquen al alza con el colchón de provisiones. Así lo hicieron también en la pandemia, cuando era imposible de predecir el impacto económico a medio plazo del covid y la banca construyó un enorme muro de provisiones ante la crisis.
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En realidad, el banco central no tiene capacidad de decirle a un banco qué nivel de provisiones debe establecer, ya que esto depende de la normativa contable. Pero sí tiene la potestad de exigir más capital, que es la otra cara de la moneda, elevando la solvencia del banco ante potenciales pérdidas.
Cada año, el BCE hace un ejercicio individualizado de supervisión (SREP) que determina el capital regulatorio mínimo que deben tener las entidades. Hay una parte común, Pilar 1, y otra discrecional, Pilar 2, en función del tamaño del banco y del análisis del supervisor. Además, también actualiza anualmente el requisito de emisiones de deuda anticrisis (MREL), por el que ciertos bonistas deben sufrir el primer impacto de la crisis de un banco a través de la transformación de la deuda en capital.
El banco central ha evolucionado en sus prioridades supervisoras. En el plan estratégico anterior (2022-2024), la primera era que las entidades salgan de la pandemia con buena salud financiera. La segunda, que se subsanen deficiencias estructurales mediante estrategias de digitalización eficaces y una gobernanza reforzada. Y la tercera, que se afrontaran riesgos emergentes como los climáticos y medioambientales.
Para la nueva guía, los riesgos geopolíticos son la prioridad número uno. La dos sigue siendo que se subsanen deficiencias, pero en este caso se incluyen las estrategias de negocio y la gestión de riesgos climáticos. La tercera prioridad es que los bancos refuercen sus estrategias de digitalización y afronten los retos derivados del uso de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial generativa.
El efecto Donald Trump ya golpea al sector bancario. El presidente de EEUU va a exigir menos regulación para los bancos estadounidenses, pero, a la vez, va a provocar más presión regulatoria sobre los europeos. El Banco Central Europeo (BCE) quiere que las entidades se preparen para el potencial impacto en sus balances de una guerra comercial.