Enagás mueve ficha independentista de cara a sus futuras inversiones en Cataluña
Elena Massot será escogida como nueva consejera de la empresa de transporte gasista. Un movimiento de calado que sólo se entiende en función de los planes industriales del grupo
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Cuando el PSC llegó para desembarcar en el sector de negocios de Madrid, Antoni Llardén ya estaba allí. No tema el lector, no se trata de otro artículo sobre el poder del socialismo catalán en empresas del Ibex. Marc Murtra y Maurici Lucena todavía están en primero si se compara con Llardén. El presidente de Enagás lleva en el cargo 18 años. Por Moncloa los presidentes pasan, pero en la empresa de transporte gasista Llardén permanece. No es un superpoder. Es visión de futuro. Su última jugada, una alianza puntual con el independentismo más cercano a Junts en previsión de lo que pueda pasar. De eso va este artículo, de sociovergencia bien entendida en favor de los accionistas y de un dividendo de un euro por acción.
Así, la Comisión de Sostenibilidad y Nombramientos de Enagás ha propuesto como nueva consejera de la empresa de infraestructura gasista del Ibex-25 a Elena Massot. Elena Massot es consejera delegada de la promotora inmobiliaria Vertix, que fundó su padre Felip Massot. Vertix ahora promueve poco y vive de las rentas de alquiler, como clásicos de la promoción tipo Núñez y Navarro. Elena Massot fue presidenta de Femcat, el gran lobby de las familias catalanas que simpatizan con el independentismo y cercano a Junts. Felip Massot tuvo que hacer el camino para pasar de convergente a independentista. Su hija ya llegó de manera directa, aunque siempre con un perfil prudente marca de la casa. Su mayor relevancia pública fue hace poco por un error involuntario en el que propuso que, si había que hacer promociones con el 30% de los pisos de protección oficial, lo más lógico era que las fincas tuviesen dos entradas. Un desliz sin mayor importancia que escandalizó a toda la izquierda bienpensante catalana.
Para cualquier consejo del Ibex, una mujer empresaria es un diamante en bruto en la nueva era de la paridad. Si, además, es cercana al independentismo catalán, hay una intencionalidad. Fuentes oficiales de Enagás se han limitado a asegurar que la Comisión de Sostenibilidad y Nombramientos encontró el perfil de Massot como idóneo para el cargo. El consejo de Enagás siempre ha estado marcado por un fuerte sesgo del PSC. Y no solo por Llardén. Ahí están sentados el expresident José Montilla o la antigua presidenta de la CNE, Maite Costa. Ahora las cosas se equilibran, pero no tanto por equidad, sino por interés de la compañía.
En determinados foros no se entendía cómo Junts primero humillaba al Gobierno de Pedro Sánchez tumbando el impuestazo a las eléctricas y, cuatro meses después, recibían como regalo una consejera cercana al independentismo en una empresa del entorno de Moncloa como Enagás. Junts primero le costaba al Ejecutivo 5.000 millones de ingresos fiscales y luego ganaba poder en el sector energético. Pero la llegada de Elena Massot no va de esto. Recordemos: Antoni Llardén ve el futuro.
Actualización del plan estratégico
Llardén presentó esta semana una actualización del plan estratégico. En esta versión revisada, Cataluña será clave en términos industriales. Enagás asume la construcción de la unión de Barcelona y Marsella con una conducción marítima para trasladar hidrógeno líquido. Se conoce como H2med BarMar, BarMar para los amigos. BarMar, además, supondrá una inversión bruta para Enagás de 961 millones, de lo que hay que restar la subvención que, aproximadamente, se espera de fondos europeos (en torno al 50%).
Esa inversión incluye una estación de compresión en las instalaciones de Enagás en el Puerto de Barcelona, conexión con el Puerto de Tarragona y desarrollo con la red troncal. BarMar supondrá ingresos no regulados, ya que dependerá de los contratos de hidrógeno. Según el nuevo plan estratégico de la compañía, ha de entrar en funcionamiento en 2030. Enagás ya ha captado 28,3 millones de subvenciones para los estudios del proyecto. La maquinaria ya está en marcha y, no lo olvidemos, Llardén ve el futuro.
Y si se ha de desplegar infraestructura en Cataluña, cualquier infraestructura, eso significa futuros problemas con los ayuntamientos, muchos de ellos en manos del independentismo. Muchos también en manos de Junts o con pactos municipales en los que participa Junts. Para llegar a 2030 y cumplir el calendario que Enagás ha estado presentando esta semana a los inversores en Londres, hace falta que no haya retrasos. Y en ese entorno, una consellera como Elena Massot vale oro, según reconocen fuentes del sector energético.
El peso de Cataluña
El plan estratégico también prevé un proyecto de captura de CO2 en instalaciones de Molins (Cataluña) para su transporte hasta AASS2 offshore de CO2 (Puerto de Tarragona). Molins es la empresa que hace poco devolvió su sede a Cataluña. El proyecto incluye la construcción de un tubo para transportar CO2 de casi 100 kilómetros. En otras palabras, el futuro de los planes estratégicos de Enagás pasa por Cataluña y, para que todo vaya bien y no surjan los problemas con los que ha topado otra industria energética (como la eólica), hacen falta puentes políticos. La palanca para solventarlos tendrá silla en el consejo de administración.
El presidente catalán, Salvador Illa, representa esta nueva era de sintonía entre la política y la empresa en Cataluña. Enagás solo juega esa baza en función de sus intereses. Sociovergencia 2.0. Con el estilo discreto y esa inteligencia amable de la que siempre hace gala Antoni Llardén. Por esa amabilidad, algunos no lo valoran lo suficiente. Pero ahí está. Peón adelantado, aunque sea peón independentista, para ganar la partida de las infraestructuras de energía verde en tierras catalanas.
Cuando el PSC llegó para desembarcar en el sector de negocios de Madrid, Antoni Llardén ya estaba allí. No tema el lector, no se trata de otro artículo sobre el poder del socialismo catalán en empresas del Ibex. Marc Murtra y Maurici Lucena todavía están en primero si se compara con Llardén. El presidente de Enagás lleva en el cargo 18 años. Por Moncloa los presidentes pasan, pero en la empresa de transporte gasista Llardén permanece. No es un superpoder. Es visión de futuro. Su última jugada, una alianza puntual con el independentismo más cercano a Junts en previsión de lo que pueda pasar. De eso va este artículo, de sociovergencia bien entendida en favor de los accionistas y de un dividendo de un euro por acción.