Se busca empresa 'agrotech' para invertir: en España hay 850, pero no todas están listas
Antes de apostar por una compañía, los fondos le suelen pedir que haya cuentas auditadas, un plan de negocio estructurado a medio plazo y ciertos requisitos de gobierno corporativo
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F654%2F408%2F835%2F654408835480884a824f9cb78fff0db7.jpg)
España tiene el caldo de cultivo necesario para que crezca el mundo agrotech, que se dedica a aplicar la innovación tecnológica en la agricultura y la ganadería. Es el país europeo con mayor número de compañías enfocadas a estas labores, alcanzando actualmente las 850 empresas, según los datos recopilados por el asesor financiero Armanext. Hay, de hecho, multitud de fondos buscando poner su dinero en este sector, pero no terminan de fructificar las inversiones.
La mayoría son startups que están dando sus primeros pasos y necesitan financiación para que su negocio despegue. Su problema es que no han hecho los deberes que les exigen los potenciales inversores. Antes de apostar por una compañía, los fondos suelen pedir que haya cuentas auditadas, un plan de negocio estructurado a medio plazo y ciertos requisitos de gobierno corporativo, como que el equipo directivo esté conformado por más de una persona.
"Muchas veces la empresa no está preparada para que entre un inversor", reconoce el director de Financiación de Armanext, Raimundo Martín, que ha liderado la elaboración del informe sobre agrotech Cultivando el Futuro. Es una opinión que comparte el inversor privado Álex Mayer Wolf, que durante una jornada organizada por el CDTI señalaba que "España tiene un muy buen semillero de emprendedores y de tecnologías nuevas y ahí es donde está faltando el capital, tanto a nivel institucional como privado".
El reto del cambio climático, que lastra las cosechas con prolongadas épocas de sequía o inundaciones. El desafío del crecimiento de la población mundial, que se prevé que alcance los 9.800 millones de ciudadanos en 2050, lo que supone 1.600 millones de personas más que alimentar, según la ONU. O las exigencias de sostenibilidad que demanda la sociedad. El agrotech trata de abordar todas estas problemáticas y se estima que la inversión global en este sector alcance los 49.000 millones de dólares para 2030.
España quiere captar parte de esos fondos y "hay mucho dinero buscando dónde invertir", mantiene Martín, que se dedica a conectar inversores con empresas que buscan financiación. Ahora bien, precisa que esas startups, ávidas de dinero, deben presentar un proyecto escalable internacionalmente, porque en el territorio nacional la mayoría de fincas son pequeñas explotaciones familiares a las que no les resulta rentable introducir la tecnología en sus procesos de producción.
De hecho, uno de los principales aspectos que analizan los inversores es que la compañía sea capaz de sobrevivir en una economía global, es decir, que su modelo de negocio tenga la menor competencia posible y sea fácilmente aplicable en la mayor parte del mundo. Aunque también tienen en cuenta otros riesgos, donde el ejemplo más claro es la incertidumbre regulatoria, ya que aspectos como la biotecnología o el uso de los drones, clásicos en este sector, tienen una normativa en constante cambio.
La opción del capital riesgo
Según remarcan los expertos, una buena opción para todas las empresas que están en una etapa inicial es el capital riesgo especializado, fondos de inversión focalizados en el mundo agrícola y con experiencia en el sector. "Le agrega mucho más al emprendedor que solo capital, como soporte y relaciones con proveedores y potenciales clientes", apunta Mayer Wolf. O las aceleradoras, que acompañan en esos primeros años y evitan muertes prematuras de startups, además de ayudar a elaborar la información que luego requieren los inversores.
No obstante, de acuerdo con el Libro Blanco de la Innovación en el Sector Agroalimentario elaborado por Swanlaab Venture Factory, España carece de un ecosistema de capital riesgo que financie startups en todas las fases de desarrollo. No existe, hasta el momento, un modelo de inversión que cubra el ciclo completo, desde la ideación o transferencia tecnológica hasta las etapas en las que se convierten en empresas maduras, con estructuras operativas consolidadas.
Y ni siquiera cuando un fondo de capital riesgo ya ha escalado una empresa tiene facilidades para encontrar una salida. Ahora mismo están estancadas las operaciones de mayor tamaño, las de aquellas compañías que para conseguir financiación acogieron en su accionariado a estos vehículos que ahora dan por satisfecha su inversión. Ya no existe el mismo entusiasmo con el agrobusiness, esos negocios que explotan fincas agrícolas que ya tienen implementada la tecnología para maximizar su producción.
Menor entusiasmo por el agrobusiness
Así se observa con el intento de vender Cualin Quality, promovido por Realza Capital, que se ha paralizado recientemente, según fuentes del mercado, tras no encontrar un comprador dispuesto a asumir el elevado traspaso. La operación había atraído el interés de inversores internacionales por la tecnología y ubicación estratégica de la compañía en Almería, pero el ajuste en las expectativas de rentabilidad ha hecho que los interesados dieran un paso atrás.
En paralelo, la compra de Citri & Co por parte del fondo canadiense PSP Investments, que parecía bien encaminada, no termina de cerrarse. La complejidad de la operación, el elevado precio del grupo y su escala han ralentizado las negociaciones, con algunos fondos retirándose ante las dudas sobre la rentabilidad futura. Este gigante valenciano de la alimentación especializado en productos cítricos es propiedad de Miura, la familia Ballester y la familia Garavilla.
A esto se suma la dificultad de ejecutar grandes operaciones con una estrategia de salida clara: las compañías que han crecido en el sector lo han hecho con inversiones fuertes en tecnología y expansión, pero esto también dificulta su venta a valoraciones atractivas para los fondos. En este contexto, la exposición al clima y los riesgos derivados de fenómenos meteorológicos extremos añaden incertidumbre adicional.
España carece de un ecosistema de capital riesgo que financie 'startups' en todas las fases
La situación global tampoco ayuda. Las tensiones arancelarias acrecentadas con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, los problemas logísticos y la presión sobre los precios están obligando a los inversores a repensar su exposición a empresas del sector agrícola en etapas más avanzadas. En operaciones de gran escala como las de Cualin o Citri & Co, las dudas sobre la rentabilidad futura pesan más que el atractivo de la inversión inicial.
Si no fructifican la venta de esos negocios, una de las opciones que les quedarían sería salir a bolsa. Es una posibilidad que los expertos recomiendan únicamente para que salgan los inversores institucionales, pero no para aquellas empresas que están empezando a recorrer su camino y buscan la manera de financiarse. El resto deben esperar a encontrar un socio financiero, como ya hicieron 200 empresas de todo el mundo durante el año pasado, la mayoría de ellas en Estados Unidos.
España tiene el caldo de cultivo necesario para que crezca el mundo agrotech, que se dedica a aplicar la innovación tecnológica en la agricultura y la ganadería. Es el país europeo con mayor número de compañías enfocadas a estas labores, alcanzando actualmente las 850 empresas, según los datos recopilados por el asesor financiero Armanext. Hay, de hecho, multitud de fondos buscando poner su dinero en este sector, pero no terminan de fructificar las inversiones.