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Rescate de emergencia de una fábrica de Pontevedra que tiene en vilo la producción de coches en Europa
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La crisis del gran fabricante de cable

Rescate de emergencia de una fábrica de Pontevedra que tiene en vilo la producción de coches en Europa

El fabricante gallego Cablerías afronta la liquidación de sus tres plantas de producción y gigantes mundiales de la automoción han intervenido para sacar adelante sus pedidos

Foto: BMW fábrica coche eléctrico batería.
BMW fábrica coche eléctrico batería.
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El sector europeo de la automoción vive un momento de crisis. Y cualquier pequeño imprevisto puede bloquear su sensible cadena de montaje. La situación del fabricante gallego Cablerías es un claro ejemplo de ello. La compañía afronta la liquidación de sus tres plantas de producción y gigantes mundiales de la automoción, que dependen de su suministro, han intervenido para sacar adelante sus pedidos.

Según explican fuentes conocedoras a El Confidencial, empresas como Valeo, ZF Friedrichshafen, Lear Corporation, Mobileye o BorkWarner han adelantado capital y han ofrecido mano de obra para que la producción de cables de esta empresa gallega llegue a sus cadenas de suministro. Estas compañías, con un valor de mercado de varios miles de millones de euros, son los principales proveedores de cajas de cambios, asientos, reductores de emisiones o la asistencia al conductor de todos los coches que se fabrican en Europa.

Todas estas empresas dependen de los cables que lleva 60 años fabricando esta empresa gallega que, ahora, está en proceso de liquidación tras declararse en concurso. Primero intentó una reestructuración con dinero nuevo que no llegó a tiempo, así que ha optado por la vía de la quiebra. Pero como la compañía está tan incrustada en la cadena de producción, ha puesto en riesgo la continuidad de las fábricas de gigantes europeos que, a su vez, suministran a las marcas finales. Así, una empresa de Pontevedra que facturaba en torno a 50 millones, con plantas en Portugal y Marruecos, ha puesto patas arriba con riesgo de colapso la producción europea de coches. Estos cables son básicos para la producción, en cuestiones como los intermitentes o las luces.

Este grupo de empresas, según informan fuentes conocedoras a este medio, ha logrado que se extienda la producción en la planta de Portugal de Cablerías, y que los trabajadores de O Porriño mantengan sus puestos de trabajo. A finales de diciembre, en vísperas de Navidad, se firmó un primer acuerdo de un mes, por el que los fabricantes europeos mencionados se han hecho cargo de los costes de los suministros y la mano de obra. Dicho acuerdo se acaba de prorrogar otras tres semanas. Las empresas afectadas están buscando nuevos proveedores, pero calculan que necesitan, al menos, tres meses. El acuerdo ha sido complejo, porque la empresa está en liquidación, pero sigue funcionando con esta ayuda, explican fuentes jurídicas. Además, sirve para reducir la deuda que quede en liquidación, porque si no tendría que hacer frente a los daños y perjuicios recogidos en las rupturas de contratos.

Foto: Concesionario de Renault en Madrid. (Renault)

Esta histórica empresa del negocio del cableado se considera que murió de éxito. En un primer momento, su negocio consistía en la producción de cables para electrodomésticos. El auge del negocio de la automoción le condenó a la dependencia del sector, con clientes de la talla de Mercedes, Volkswagen o Grupo Antolín. Su expansión en 2009 a Valença (Portugal), donde emplea a 250 trabajadores, y, en 2018, a Tánger (Marruecos), mostraba un negocio de éxito gestionado desde la sede de O Porriño (Pontevedra), donde tenía cerca de 60 empleados al cierre de 2023, según las últimas cuentas depositadas en el registro mercantil.

Pero esa expansión fue su condena tanto para Cablerías Group, matriz del brazo industrial, como para el resto de filiales: Cablerías Auto, Sisccable Technology, Cablerías BB Energy y sus dos filiales internacionales. El objetivo de aumentar la producción bajando los costes en Marruecos se lo llevó por delante la crisis del coronavirus y, en particular, los bandazos que cinco años después sigue dando el sector automóvil europeo, sin capacidad de competir con China.

​Una solución urgente

Sus inversiones buscan desde 2023 una salida de emergencia a su situación, pese a que los 55 trabajadores de O Porriño siguen cobrando sus nóminas y sus clientes han mantenido sus pedidos. Su dueño es Inversiones Retablo, una firma de Auriga Global Investors, con los inversores Enrique Martinavarro e Íñigo Resusta al frente. Una propiedad que ha colocado el cartel de se vende a la compañía y que también escucha ofertas de forma individual por sus tres plantas de producción de más de 4.000 metros cuadrados.

La empresa cordobesa Cunext, especializada en cobre, estuvo cerca de cerrar la compra de Cablerías, según informan fuentes cercanas, pero finalmente decidió echarse para atrás. El agujero económico asusta a los candidatos. Sus últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil, que corresponden a 2023, muestran unos ingresos de 52 millones de facturación y unos números rojos de 1,9 millones.

Foto: Un Seat Cupra. (Reuters/Leonhard Simon)

Un escenario que, sin perspectivas de futuro, condenó a la empresa que dirige Marcos González, dueño del 5% de Cablerías, a presentar un concurso voluntario de acreedores a finales de 2024 y solicitar su liquidación. Este medio ha intentado, sin éxito, contactar con González para conocer sus planes con la compañía.

Los trabajadores, por su parte, señalan a este medio que el concurso ha paralizado la compañía y que, como aún tiene valor, esperan que en las próximas semanas se vaya limpiando de activos y mano de obra para completar una venta rápida. Un hecho que se producirá después de que los gigantes de la automoción logren satisfacer sus pedidos pendientes.

El sector europeo de la automoción vive un momento de crisis. Y cualquier pequeño imprevisto puede bloquear su sensible cadena de montaje. La situación del fabricante gallego Cablerías es un claro ejemplo de ello. La compañía afronta la liquidación de sus tres plantas de producción y gigantes mundiales de la automoción, que dependen de su suministro, han intervenido para sacar adelante sus pedidos.

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