Ser jefe no es tan fácil: si tienes estrés y ansiedad en el trabajo, seguramente él esté peor
Los altos cargos tienen más probabilidades que los no directivos de tener pensamientos negativos por motivos laborales, entre los que están estrés, incomprensión, soledad, agotamiento, ansiedad y tristeza
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"Los directivos sufren estrés elevado porque es sacrificio. Su menor vida social puede conducir incluso a divorcios, tener menos vacaciones y menos tiempo de calidad". Estas palabras son de Enric Valls, psicólogo y divulgador, respecto a lo que supone ser jefe. Y es que serlo no es tan fácil.
Evidentemente, ser jefe tiene sus ventajas. Según el último estudio global State of the Global Workplace de la consultora Gallup, los líderes empresariales tienen más probabilidades de ir incrementando su salario y un estatus social más elevado en comparación con sus compañeros no directivos.
Asimismo, es más probable que sientan que sus opiniones cuentan, que se sientan conectados con su organización y tener más opciones de prosperar en la vida. No obstante, todo tiene su lado malo. De hecho, todas esas ventajas las tienen a cambio de una peor salud mental que un empleado de rango intermedio.
De acuerdo con el informe, los jefes tienen más posibilidades de tener sentirse estresados, enfadados, incomprendidos y tristes que los no directivos. En general, los altos cargos experimentan mayores niveles de emociones negativas que los no ejecutivos. También es más probable que quieran dejar su trabajo actual por motivos de salud mental.
Sonia García, profesora del grado en Psicología de la Universidad Francisco de Vitoria, achaca estos pensamientos negativos, principalmente, a "una gestión inadecuada de los equipos". "Un modelo de liderazgo efectivo dedica un 80% del tiempo a la gestión de personas, y un 20% a las tareas propias del puesto. Este enfoque requiere confianza en el equipo y una correcta distribución de funciones. Al invertir tiempo en fortalecer el desempeño de los equipos, el líder puede centrarse en tomar decisiones estratégicas, que es, en definitiva, lo que se espera de su rol", dice.
Por su lado, la doctora y docente de Psicología en la Universidad de Navarra, Begoña Urien, subraya que los directivos están sometidos a riesgos laborales psicosociales derivados del desequilibrio entre las exigencias de su trabajo (trabajo cognitivo y emocional constante) y los recursos que tienen para realizarlos (tiempo, información, directrices, tipo de colaboradores, etc.). "Este desequilibrio empieza por las elevadas expectativas que las organizaciones, los empleados y la sociedad tienen sobre estas personas, como hemos mencionado antes", expresa.
"Los directivos están sometidos a altos niveles de exigencias, sobrecarga de trabajo, y presión por alcanzar objetivos. Además, tienen que gestionar los conflictos interpersonales derivados de la gestión de equipos, conflictos con otros departamentos o entre superiores y subordinados. Están sometidos a la presión por la toma de decisiones rápidas, asumiendo riesgos por el impacto emocional de estas y de sus consecuencias. Asimismo, tienen que afrontar riesgos reputacionales por decisiones controvertidas que puedan generar conflictos con actores externos, responsabilidades legales por incumplimientos normativos o experimentar acoso laboral de subordinados, pares o superiores, sobre todo en entornos conflictivos", prosigue.
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Asimismo, los jefes son más propensos que otros empleados a sentir soledad, según el estudio. "Un colaborador tiene dos fuentes de apoyo: el jefe y los compañeros, mientras que el jefe, normalmente y en el mejor de los casos, tiene solo una: su propio jefe. Los directivos pueden experimentar falta de apoyo por parte de superiores, ya que ambos piensan que 'para eso se les paga'", indica Urien.
Evidentemente, no es soledad física, como cita García, porque es incongruente pensar que es solitario ser jefe cuando los líderes se rodean de equipos de personas. El sentimiento de soledad llega ligado al de incomprensión o la falta de conexiones similares. "Es frecuente que los líderes se rodeen de otros líderes, que no comparten su rutina diaria ni pertenecen al mismo equipo. Por lo tanto, el aislamiento no se debe tanto a la falta de personas alrededor, como a la falta de conexiones auténticas y cercanas dentro del entorno laboral", comenta la psicóloga.
Además, sus niveles de agotamiento por motivos laborales también son muy elevados, lo que se conoce como síndrome burnout. El informe global de la empresa de talento Adecco Group, en el que participan 16.000 jefes, dio de resultado que casi el 70% de ellos, el 68% concretamente, sufrieron este síndrome. Es decir, cerca de siete de cada 10 altos cargos padece agotamiento laboral.
Cerca de 7 de cada 10 altos cargos padece agotamiento laboral, conocido como 'burnout'
"El estado de estrés crónico (estado de tensión continuado en el que las demandas constantes superan los recursos de afrontamiento, impidiendo la recuperación) derivará en el síndrome de burnout o de agotamiento caracterizado por agotamiento físico y psicológico, cinismo (desapego emocional hacia el trabajo, personas o la organización) y falta de eficacia profesional (rendimiento por debajo del estándar)", expresa Urien.
En muchas ocasiones, añade, los jefes "deben guardar información confidencial", tienen que callar sus opiniones sobre ciertas decisiones o, a pesar de que un problema lo haya causado un miembro del equipo, debe controlar su mensaje con el fin de no dañar la moral del equipo en su conjunto. Esto requiere un elevado autocontrol sobre sus emociones, que consume energía contribuyendo al agotamiento. Además, el agotamiento suele ir aparejado de una sensación de "bajón" y tonalidad afectiva negativa pudiendo "etiquetarse" como tristeza o desánimo.
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Debido a que los gerentes a menudo brindan apoyo emocional a los empleados y los dirigen a recursos de salud mental, cualquier iniciativa para abordar la salud mental y el bienestar de los empleados debe reconocer que los directivos no son inmunes al sufrimiento; de hecho, en algunos casos pueden necesitar el mayor apoyo.
Urdien incide en que el trabajo de un líder empresarial es "frustrante", lo que puede contribuir a "formas desadaptativas" de gestionar dicha frustración como, entre otras, "el aislamiento social, el consumo de alcohol o los trastornos alimentarios". Por supuesto, un jefe no debería llegar a esos niveles por el simple hecho de ser jefe. Pero, una cosa está clara: un mejor salario y un mejor estatus siempre tienen un precio.
"Los directivos sufren estrés elevado porque es sacrificio. Su menor vida social puede conducir incluso a divorcios, tener menos vacaciones y menos tiempo de calidad". Estas palabras son de Enric Valls, psicólogo y divulgador, respecto a lo que supone ser jefe. Y es que serlo no es tan fácil.