La UE cierra el acuerdo comercial "histórico" con Mercosur tras 25 años de negociaciones entre las protestas de Francia
El Ejecutivo comunitario cierra el acuerdo comercial con Mercosur tras dos décadas de negociaciones, pero el texto todavía deberá ser ratificado entre fuertes críticas de algunos
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, decidió esta semana asumir riesgos políticos y volar hasta Montevideo para forzar el cierre del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, un bloque conformado por Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Bolivia, un pacto que se lleva negociando desde hace ya dos décadas. El acuerdo, en todo caso, debe ser ratificado antes de entrar en vigor, y su aprobación en el Consejo de la Unión Europea, donde están representados los Estados miembros de la Unión. Como ha señalado un portavoz del Ejecutivo comunitario el acuerdo político es “el inicio del proceso”, que debe concluir con la ratificación. “Este acuerdo no es solamente una oportunidad económica, sino una necesidad política”, ha explicado la alemana en una rueda de prensa desde la capital uruguaya.
El pacto permitirá eliminar los aranceles sobre el 90% de los productos que la Unión Europea exporta al bloque comercial suramericano, aunque la eliminación de alguno de los aranceles será progresiva, para amortiguar el efecto que puede tener la entrada de estos bienes en los mercados domésticos. Será exactamente igual en el sentido contrario. Porque los acuerdos comerciales siempre tienen ganadores y perdedores en distintos ámbitos. Nadie es totalmente ganador ni totalmente perdedor: el acuerdo beneficia a algunos de sus sectores y perjudica a otros. El objetivo es encontrar un equilibrio entre las pérdidas y las ganancias. La Comisión Europea ha intentado ir encontrando un equilibrio, que además debe extenderse a los Estados miembros e intentar evitar que el acuerdo beneficie mucho a unos y perjudique demasiado a otros.
Para la UE los mercados de Mercosur son una oportunidad para exportar maquinaria, vehículos y productos químicos, mientras que el bloque suramericano a cambio encuentra un enorme mercado para sus productos agrícolas y ganaderos, y además Europa obtiene materias primas críticas que necesita para la transición ecológica. Alemania, cuya economía renquea, entre otros aspectos, porque la industria alemana encuentra menos mercados para exportar sus bienes, apoya claramente el acuerdo, lo mismo que España, que lo respalda por cuestiones políticas de lazos con América Latina.
Ya hubo un acuerdo inicial en 2019, pero desde entonces la dirección general de Comercio ha negociado con sus homólogos de Mercosur en un mecanismo de reequilibrio y un panel de arbitraje que también decidirá respecto a los derechos de los trabajadores y cuestiones de medioambiente. Además, como explican fuentes comunitarias, se establece un compromiso para acabar con la deforestación en 2030, una exigencia de grupos ambientales, pero también una cuestión que los Estados miembros que se oponían al acuerdo tendían a usar en su crítica a las negociaciones.
Este ejercicio de equilibrios no ha evitado que haya una fuerte resistencia al acuerdo. Porque el Gobierno francés se ha opuesto históricamente a este pacto, como lo ha hecho en distintos momentos el Gobierno irlandés. Ambos países tienen un sector agrícola y ganadero importante y temen los efectos que puedan tener los productos de los países del Mercosur. Recientemente otros Estados miembros se han unido a este frente de oposición, como ha sido Polonia. “No aceptaremos el acuerdo con los países sudamericanos con esta fórmula”, criticó la semana pasada Donald Tusk, primer ministro polaco.
Von der Leyen ha volado a Montevideo en un momento muy concreto: el Gobierno francés ha caído por una moción de censura apoyada por la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular y la extrema derecha de Reagrupación Nacional, y Emmanuel Macron, presidente galo, está totalmente ocupado con la crisis política interna. Justo después de caer el gabinete del antiguo primer ministro Michel Barnier, la presidenta de la Comisión Europea aterrizaba en Uruguay. El momento de debilidad en París ayudaba a que el acuerdo pudiera salir de manera más sencilla hacia delante.
Duras críticas
“El proyecto de acuerdo entre la UE y Mercosur es inaceptable tal como está. El presidente Emmanuel Macron se lo ha vuelto a decir hoy al Presidente de la Comisión Europea. Seguiremos defendiendo incansablemente nuestra soberanía agrícola”, señaló el Elíseo en un comunicado. Pero a las críticas se ha unido también ahora la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ha asegurado que el acuerdo “no se puede firmar” en las condiciones actuales.
This agreement is a win for Europe.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) December 6, 2024
30.000 European small companies are already exporting to Mercosur.
Many more will follow.
EU-Mercosur reflects our values and commitment to climate action.
And our 🇪🇺 health and food standards remain untouchable ↓ https://t.co/Swp66exJrY
Los acuerdos comerciales pueden ser de dos maneras, exclusivos de la Unión Europea o mixtos. En el primero de los escenarios, el proceso de ratificación se limita a las instituciones europeas, pero en el segundo, como ocurrió por ejemplo con el CETA, el acuerdo comercial con Canadá, se requiere la ratificación de los parlamentos nacionales. Si son exclusivos de la UE la ratificación se produce con un voto en el Consejo de la Unión Europea, donde debe aprobarse por una mayoría cualificada (el 55% de los Estados miembros con al menos el 65% de la población de la Unión Europea) y luego con un voto por mayoría simple en el Parlamento Europeo.
En el Consejo el texto puede ser rechazado por una “minoría de bloqueo”. Si Italia se sumara a Francia, Irlanda y Polonia en su oposición al texto los Estados miembros favorables al pacto no superarían el 65% de la población de la UE, y por lo tanto el acuerdo quedaría rechazado.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, decidió esta semana asumir riesgos políticos y volar hasta Montevideo para forzar el cierre del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, un bloque conformado por Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Bolivia, un pacto que se lleva negociando desde hace ya dos décadas. El acuerdo, en todo caso, debe ser ratificado antes de entrar en vigor, y su aprobación en el Consejo de la Unión Europea, donde están representados los Estados miembros de la Unión. Como ha señalado un portavoz del Ejecutivo comunitario el acuerdo político es “el inicio del proceso”, que debe concluir con la ratificación. “Este acuerdo no es solamente una oportunidad económica, sino una necesidad política”, ha explicado la alemana en una rueda de prensa desde la capital uruguaya.
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