Von der Leyen echa toda la carne en el asador para cerrar el acuerdo con Mercosur
Tras más de dos décadas de negociaciones la Comisión Europea intenta cerrar un acuerdo comercial al que se oponen de manera frontal Francia y Polonia, con miedo al malestar en el campo
En noviembre, Río de Janeiro acogió una reunión del G20 que se vio como una buena oportunidad para que la Unión Europea y el Mercosur, un bloque comercial en el que se encuentran Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Argentina, cerraran un culebrón que dura ya más de dos décadas. No fue posible, pero ya entonces se señaló una nueva fecha: una cumbre del Mercosur en Montevideo a principios de diciembre. Desde ese momento, Francia, que se opone al acuerdo al considerar que es perjudicial para sus agricultores y ganaderos, ha redoblado su ofensiva contra un pacto que, ahora, asegura Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, "está a la vista".
La alemana ha viajado a Montevideo junto con Maros Sefcovic, comisario de Comercio, y la intención es poder anunciar allí el pacto. "Se reunirán con sus homólogos políticos y trabajarán arduamente para encontrar compromisos finales para un innovador Acuerdo de Asociación UE-Mercosur", ha señalado Olof Gill, portavoz de la Comisión Europea. La visita de Von der Leyen a Montevideo llega solamente unas horas después de que el Gobierno francés liderado por el conservador Michel Barnier haya caído por una moción de censura en la Asamblea Nacional apoyada por la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular y por el grupo de extrema derecha de Reagrupación Nacional liderado por Marine Le Pen y sobre el que Barnier se estaba apoyando para sobrevivir.
La situación de caos político en Francia debilita mucho la posición de Macron y ayuda a que Von der Leyen tenga las manos más libres para poder asumir riesgos políticos a la hora de cerrar un acuerdo con Mercosur. Desde hacía días se rumoreaba que la presidenta de la Comisión Europea tendría reservado un vuelo para acudir a la cumbre en la capital uruguaya, pero el viaje no se ha confirmado hasta este jueves por la mañana. Desde Bruselas se ve como una última oportunidad en un buen tiempo, ya que después de Uruguay la presidencia rotatoria del Mercosur pasará a estar en manos de Argentina y el Gobierno de Javier Milei, con el que la Unión Europea no tiene una relación sencilla.
Los negociadores de la Comisión Europea viajaron la semana pasada a Brasilia y se reunieron con los del Mercosur con el objetivo de terminar de estabilizar el texto y poder dejar ya todo atado a la espera de un pacto político. Porque las negociaciones comerciales son así: se avanza durante años, se acercan posturas todo lo que se puede, pero el último tramo requiere de que los líderes asuman riesgos políticos, que decidan apostar por ello. Con Francia tan frontalmente en contra del acuerdo para el Ejecutivo comunitario dar ese último paso es especialmente difícil, y lo es también teniendo en cuenta que Von der Leyen tiene una muy buena relación con Macron.
En los últimos días se ha unido a la oposición francesa la de Polonia, cuyo primer ministro, Donald Tusk, es una de las principales figuras del Partido Popular Europeo (PPE) y uno de los apoyos clave de Von der Leyen. "No aceptaremos el acuerdo con los países sudamericanos con esta fórmula", criticó la semana pasada Tusk, asegurando que había otros Estados miembros que tampoco lo harían. El acuerdo está siendo apoyado fundamentalmente por Alemania, cuya economía depende fundamentalmente de unas exportaciones que están sufriendo mucho a raíz de la creciente tensión global y su reflejo en las relaciones comerciales, y por España. De hecho, Madrid trató de potenciar el acuerdo con Mercosur durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea en 2023, celebrando además la primera cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde 2015.
A la reunión de equipos técnicos en Brasilia se llegó "con bastante optimismo por parte de la Comisión Europea, de Mercosur y de muchos Estados miembros", explicaba una fuente diplomática de uno de los países que más apoyan que se cierre un acuerdo. "Hasta donde sabemos, el acuerdo, en la sustancia, está casi cerrado", añadía la misma fuente. En la misma semana en la que se celebraron esos diálogos técnicos se celebró un Consejo de Asuntos Exteriores en su formato de Comercio en el que se abordó la cuestión. Esta semana las conversaciones entre los equipos técnicos han continuado, ya por vía telemática. "Lo fundamental es centrarse en lograr cerrar un acuerdo, que está muy cerca. Una vez concluidas estas negociaciones será ya el momento de discutir una entrada en vigor lo antes posible", explica una fuente diplomática.
El Gobierno francés teme los efectos que el acuerdo puede tener sobre el campo y sus posibles repercusiones en la política gala, que ya está viéndose sacudida por el crecimiento de Reagrupación Nacional, que se beneficia mucho del voto protesta en el ámbito rural. Manon Aubry, eurodiputada de la Francia Insumisa, el principal partido del Nuevo Frente Popular, ha criticado el "cinismo" de Von der Leyen, asegurando que se está aprovechando de la ausencia de Gobierno en París para cerrar el acuerdo.
En noviembre, Río de Janeiro acogió una reunión del G20 que se vio como una buena oportunidad para que la Unión Europea y el Mercosur, un bloque comercial en el que se encuentran Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Argentina, cerraran un culebrón que dura ya más de dos décadas. No fue posible, pero ya entonces se señaló una nueva fecha: una cumbre del Mercosur en Montevideo a principios de diciembre. Desde ese momento, Francia, que se opone al acuerdo al considerar que es perjudicial para sus agricultores y ganaderos, ha redoblado su ofensiva contra un pacto que, ahora, asegura Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, "está a la vista".
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