Por Illa, pero sin Illa: intrahistoria de la vuelta a Cataluña de Cementos Molins
El que Illa sea presidente de la Generalitat ha sido clave para el regreso a Cataluña de la sede social de la cementera, pero su gabinete ni ha participado ni presionado en ese sentido
El regreso a Cataluña de Cementos Molins, aprobado este martes por el consejo de administración de la cementera, se produce porque gobierna Salvador Illa en Cataluña, aunque el gabinete del PSC ha sido del todo ajeno a esta decisión. La Generalitat ni le pidió a Molins que devolviese su sede social a Cataluña, ni hubo contactos al respecto, ni se le ha prometido nada a la empresa. Se trata de una decisión puramente empresarial, según explican fuentes cercanas al consejo de administración de la compañía.
Estas mismas fuentes aseguran que se regresa porque desde la compañía se consideran adecuadas las circunstancias políticas y sociales que hacen posible este cambio. Es decir, porque Salvador Illa es president, aunque su administración no haya tenido nada que ver y de hecho se hayan enterado por la prensa.
Molins, además, no es la primera empresa que hace regresar su sede social. Los Ventura se adelantaron un mes antes con Laboratorios Ordesa. Lo acontecido este otoño, cuando hace siete años del referéndum del 1 de octubre, refleja que si bien entonces las empresas se fueron de golpe de Cataluña, el regreso será más lento y en modo goteo.
Sin embargo, el regreso de Cementos Molins añade factores hasta ahora novedosos. Laboratorios Ordesa es una empresa relativamente pequeña, con una facturación de 140 millones. En cambio, Cementos Molins es una multinacional con presencia en ocho países y unas ventas de 1.349 millones. También hay que tener en cuenta el factor bolsa. Aunque en el mercado secundario, Molins cotiza. Es la primera cotizada con acciones en el mercado de valores que devuelve su sede social a Cataluña.
Salvador Illa y su ejecutivo solo han creado el contexto para que el regreso sea posible y para que Cementos Molins deje de tener su sede en el número 21 de Paseo de la Castellana. Pero en la práctica han sido actores pasivos, en una línea marcada desde Palau, donde se considera que las empresas valorarían de manera contraproducente unas peticiones que podrían ser consideradas interferencias en la vida corporativa.
Illa en su cuenta en X ha valorado que "Grandes empresas vuelven a Cataluña. Podemos abrir una etapa de avances si hacemos bien el trabajo. Buen gobierno, estabilidad política y seguridad jurídica para generar prosperidad y empleo. Continuamos trabajando para que Cataluña sea, de nuevo, motor económico de España y Europa en beneficio de todos". Pero no se ha colgado ninguna medalla por el regreso.
Una familia dividida
Para los Molins, la clave era unir a la familia, y eso también ha pesado en la decisión de volver a traer la sede a Cataluña. La familia Molins se divide en tres ramas: los Molins Amat, los Molins Gil y los Molins López Rodó.
Con el traslado de la sede social de Molins a Madrid en 2017, la rama de la familia Molins Amat se partió en dos. En el fondo eran dos hermanos enfrentados: el presidente de la compañía, Joan Molins, un empresario que históricamente había sido cercano al PSC, y su hermano Jordi Molins, de simpatías independentistas.
Así, Jordi, Javier y Santiago Molins Amat, junto a Rita Xenia Molins Mateu y Joan Cisa Molins, además de la patrimonial Molimat Capitoli, demandaron a la empresa por llevarse la sede fuera de la comunidad catalana en 2022. Se oponían a la marcha de la compañía, pero solo representaban el 17% del capital de la empresa. Suficiente para convertirse en un quebradero de cabeza para el consejo de administración, según fuentes conocedoras de los entresijos de este órgano.
El cambio de sede llevó a una división de la familia Molins que acabó en el juzgado
En su día, el Juzgado Mercantil número 3 de Madrid falló a favor de la dirección de la empresa y dictaminó que bastaba con celebrar la junta y los consejos de administración en la capital de España para que fuese legal el cambio de sede. La causa podría seguir viva, pero pierde su razón de ser.
Claves empresariales
Por tanto, si bien el contexto político creado por Illa ha sido fundamental, las claves de la vuelta han sido empresariales para devolver la sede a Sant Vicenç dels Horts, donde además se encuentra una de las principales factorías del grupo, controlado en este momento por unos 180 miembros de la familia que poseen más del 90% del capital de la cementera.
El valor simbólico del regreso de Molins en clave catalanista. Los Molins son una saga de gran relevancia social e histórica. Patronos históricos del Liceu, sus tentáculos se extienden al mundo de la política —el exconseller convergente Joaquim Molins—, el derecho —el penalista Pau Molins— e instituciones como el Cercle d’Economia. La patronal catalana Fomento del Trabajo ha valorado de manera positiva la decisión de Molins y ha augurado que más sociedades seguirán este camino.
El regreso a Cataluña de Cementos Molins, aprobado este martes por el consejo de administración de la cementera, se produce porque gobierna Salvador Illa en Cataluña, aunque el gabinete del PSC ha sido del todo ajeno a esta decisión. La Generalitat ni le pidió a Molins que devolviese su sede social a Cataluña, ni hubo contactos al respecto, ni se le ha prometido nada a la empresa. Se trata de una decisión puramente empresarial, según explican fuentes cercanas al consejo de administración de la compañía.