El día después de Grifols sin la opa: una familia sin salida y un proyecto en el alambre
La familia Grifols ve frustrados sus planes para sacar la empresa de bolsa, tras el paso atrás de su 'ángel de la guarda' y se ve impelida a recobrar la fe del mercado mientras lidia con los problemas del negocio
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La riqueza de la familia Grifols seguirá dependiendo del escrutinio de los inversores. Tras fracasar el intento de excluir a la compañía de cotización, un movimiento que pretendía realizar junto a Brookfield a través de una oferta pública de adquisición (opa), tendrá que continuar bajo las estrictas normas de buen gobierno que exige el mercado bursátil y que tanto le han castigado desde que comenzó 2024.
El plan de fuga se fue al traste este miércoles, cuando se conoció que Brookfield no iba a continuar con la compra del 70% del capital (el otro 30% es el que está en manos de la familia). El fondo canadiense —a través de Oaktree— rescató a los fundadores en otra situación límite, cuando les concedió una financiación sin amortizaciones ante la negativa de tres bancos a renovarle un préstamo de 400 millones. Sin embargo, ahora abandona su papel de ángel de la guarda.
Una norma incuestionable de los mercados (de cualquiera, no solo de los bursátiles) dicta que algo vale lo que otro está dispuesto a pagar. Para Brookfield, el negocio de Grifols tenía un valor de 6.450 millones y no ha encontrado motivos para elevar la oferta, aunque el Consejo de Administración de la compañía considerase que se quedaba escaso y desaconsejase acudir a la posible opa. Fue una decisión que se tomó sin contar con la familia, que no pudo votar al entrar en conflicto de intereses.
Tampoco parece que los inversores consideren una valoración superior a la que estimaba Brookfield. Tras conocer su renuncia, hundían la cotización hasta un 14%, hasta el entorno de los 9,2 euros por acción, prácticamente los mismos niveles en los que se movía antes de que se supiese del interés en lanzar una opa. Aunque conseguía paliar la caída hasta el 9%, los 9,688 euros con los que cerraba la sesión todavía están por debajo de los 10,50 euros que proponía pagar el fondo canadiense.
Una norma incuestionable de los mercados (de cualquiera, no solo de los bursátiles) dicta que algo vale lo que otro está dispuesto a pagar
Existen razones para explicar la desazón que se apoderaba este miércoles de los accionistas de Grifols, que pasaban de contemplar la opción de vender sus títulos a un precio al menos un 19,5% superior a la media en que habían cotizado en los cuatro meses previos a las primeras noticias de opa, a verse inmersos en un grupo que predica una historia de recuperación que sigue amenazada por una situación financiera delicada.
De hecho, con la caída de la opa se disipan los planes de Brookfield para refinanciar la elevada deuda de Grifols, lo que vuelve a situar sobre la mesa los temores de una ampliación de capital. Y es que el fondo había pactado con Santander y Deutsche Bank la concesión de una línea de crédito de hasta 11.000 millones para cubrir el pasivo de la farmacéutica catalana, según adelantó El Confidencial.
Se disipan los planes para refinanciar la elevada deuda, lo que vuelve a situar sobre la mesa los temores de una ampliación de capital
Fue una condición indispensable que puso para lanzar la oferta: si no conseguía refinanciar la deuda, no habría opa. Sin embargo, ahora sucede justo lo contrario: como no ha salido adelante la opa, parece que tampoco habrá refinanciación. La compañía podría intentar retomar las conversaciones con esas dos entidades, que ya son conocedoras de su situación financiera, pero lo tiene más difícil sin contar con el respaldo de Brookfield.
De este modo, para los accionistas del grupo, la perspectiva de una ganancia rápida y contundente (siempre que se tome como punto de partida la situación de la cotización tras los turbulentos primeros dos meses del año) trueca en una promesa incierta de rendimientos futuros, seriamente amenazada por una situación financiera crítica. "Sin un paquete de refinanciación de la deuda de Brookfield, y con la generación de efectivo ya como un foco clave de los inversores, observamos que la evidencia de control de costes y la expansión de la generación de efectivo en las ganancias trimestrales es más esencial que nunca", observan los analistas de Barclays.
Por si esto no fuera suficiente, los inversores que decidieran apostar por las perspectivas a largo plazo del proyecto tendrían que hacerlo de la mano de unos accionistas significativos, la familia Grifols, cuya imagen ante el mercado se ha visto seriamente dañada en los últimos tiempos y cuyas maniobras recientes para facilitar la salida de bolsa del grupo no parecen, a primera vista, una invitación a tomar posiciones. La perspectiva de un consejo agrietado tras el fiasco de la operación no resulta más alentadora.
Pérdida de poder ejecutivo
En este sentido, puede entenderse como un punto positivo la constatación de que la Grifols de hoy ya no es la misma que hace unos años se movía (o al menos eso parecía) al calor de los intereses de la familia fundadora, descuidando por momentos el provecho de sus accionistas minoritarios. Que haya sido el propio consejo -con los independientes al frente-- el que haya echado por tierras las pretensiones de Brookfield, cuando este parecía contar con el visto bueno de los Grifols, sería la mejor prueba de esto.
La cuestión es que la familia se vio obligada a abandonar las funciones ejecutivas para recuperar la confianza del mercado, que había quedado muy mermada tras el informe en el que el fondo bajista Gotham City Research les acusó de tergiversar la deuda que comunicaba en sus cuentas. Esa triquiñuela la llevó a cabo a través de Scranton, una sociedad que cuenta entre sus accionistas con tres miembros de la familia. Todos los dedos acusadores les señalaban y tuvieron que apartarse de la gestión para paliar la crisis bursátil que menoscabó su riqueza, al provocar caídas de hasta el 40% en la cotización de la compañía.
Desde este punto de partida de una gobernanza mejorada es desde donde los inversores pueden hacer sus apuestas sobre una eventual recuperación de una empresa que hace no tanto tiempo se mostraba como una de las más firmes promesas del panorama bursátil nacional. "Dados los logros de 2024, el nombramiento de dos ejecutivos de alto nivel no familiares, junto con un presidente no ejecutivo independiente, vemos una clara evidencia de mejora de la gobernanza y esperamos que este equipo esté bien situado para seguir sacando a la empresa de sus aguas peligrosas (alta deuda, baja generación de efectivo)", apuntan en Barclays.
Buena opinión entre los analistas
Que el consejo de la compañía haya considerado insuficiente la propuesta de Brookfield puede verse como una clara muestra de confianza en un negocio que tampoco ha perdido la fe de los expertos pese a los sinsabores recientes. Para bien o para mal, Grifols ha vivido en 2024 bajo el estricto foco de las firmas de análisis, que han lamentado su sucesión de errores y malas prácticas, pero que, pese a todo, siguen vislumbrando un horizonte esperanzador, una vez logre recuperarse de los tropezones recientes.
Actualmente, de las 19 firmas de análisis que cubren el valor, según los registros de Bloomberg, 13 aconsejan comprar sus acciones, mientras que solo dos son partidarias de vender. De hecho, el precio objetivo medio se sitúa más de un 68% por encima de la cotización actual y solo tres casas de análisis valoran el negocio por debajo de los 10,50 euros que iba a ofrecer Brookfield.
Convencer a los inversores de esas buenas perspectivas no va a resultar tan sencillo, no obstante. De hecho, Grifols puede presumir de haber mantenido durante los últimos años un respaldo amplio de las firmas de análisis que no se ha visto replicado en el parqué, donde los inversores se han mostrado mucho más esquivos a depositar su dinero en un proyecto que paso a paso se ha ido revelando como poco fiable. La lista de errores es larga y las pérdidas acumuladas (más de un 37% en el año) son un doloroso recordatorio de ellas. Comunicación y transparencia se antojan casi tan esenciales como el cumplimiento efectivo del plan de negocio para ir disipando miedos y reconstruyendo una historia de inversión convincente. Una restitución del día del inversor suspendido con motivo de la opa, como el grupo ya ha anunciado que hará en la tarde de este miércoles, puede ser un buen primer paso en este sentido.
La riqueza de la familia Grifols seguirá dependiendo del escrutinio de los inversores. Tras fracasar el intento de excluir a la compañía de cotización, un movimiento que pretendía realizar junto a Brookfield a través de una oferta pública de adquisición (opa), tendrá que continuar bajo las estrictas normas de buen gobierno que exige el mercado bursátil y que tanto le han castigado desde que comenzó 2024.