Guerra de las calderas: razones de las eléctricas y las gasistas para que elijas su modelo
La disputa se resume en que los hogares deberán invertir en adaptar sus hogares para impulsar la descarbonización con la duda de a quién están favoreciendo
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Tanto gasistas como eléctricas comparten que los consumidores tienen que descarbonizar la forma con la que calientan sus casas. La batalla gira en torno a cómo deben hacerlo para que beneficie a su cuenta de resultados. Como sucede con la dicotomía entre el coche eléctrico y el coche de combustión, aquí los consumidores deben elegir entre adaptar su caldera convencional a los gases renovables o instalar una bomba de calor.
La disputa se resume en que las familias deberán invertir en adaptar sus hogares con la duda de a quién favorece. Gasistas como Naturgy defienden que la mejor manera, y la más barata, es no cambiar la caldera y calentar las casas con alternativas más ecológicas como el biometano. Por su parte, eléctricas como Iberdrola ven en la bomba de calor la mejor manera de electrificar las casas, unificar las dos facturas tradicionales (luz y gas), reducir costes y descarbonizar todas las necesidades energéticas.
Es una batalla sobre la que hay números. Un reciente estudio de la consultora PwC, denominado New Deal para España: un nuevo compromiso para la descarbonización eficiente y efectiva de la economía española, apunta que la adopción masiva de la bomba de calor es un desafío muy importante para un amplio porcentaje de hogares dada la elevada inversión, de hasta 18.000 euros por hogar antes de 2040. Además, esta infraestructura demanda reformas profundas en los hogares.
Por su parte, según el mismo estudio de PwC, con la integración de gases renovables en las infraestructuras ya existentes se lograría una reducción de sobrecostes de descarbonización para el sector residencial de 18.000 millones (-39%) en el acumulado a 2035 y de 56.000 millones (-53%) en el acumulado a 2050 (aproximadamente 4.500 euros por hogar).
Dos interpretaciones de una directiva
Este choque por las formas en las que se puede hacer negocio del proceso de descarbonización del día a día de las familias se fundamenta en Bruselas, que emitió una disposición europea de la que se hacen dos interpretaciones diferentes. Concretamente, la Directiva de la Unión Europea 2023/1721, que fija los objetivos de eficiencia energética y ahorro de energía de cara a 2030.
Esta directiva pretende que no se subvencione con ayudas públicas la instalación de calderas alimentadas por combustibles fósiles a partir de 2025 y que se acabe con el uso de fuentes de energía no renovables (gas, petróleo y carbón) a partir de 2035. Para las eléctricas, quiere decir que desde ya hay que plantearse una aerotermia o bomba de calor para cumplir con la ley. En cambio, las gasistas avisan de que se puede cumplir con gases renovables en los equipos actuales cuya vida útil no ha terminado.
Pretende que no se subvencionen la instalación de calderas alimentadas por combustibles fósiles a partir de 2025
Cada bando tiene su propia organización defensora, que hace las veces de lobby. Las eléctricas se escudan en la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec), cuya presidenta se pronunció nada más conocerse la directiva. "Todas las nuevas viviendas deberían construirse desde ya con sistemas de calefacción limpios, evitando a los ciudadanos inversiones en el cambio de calefacción en sus nuevas viviendas en un corto plazo de tiempo", señaló Marina Serrano en un comunicado.
Por parte de las gasistas está Sedigas, que no tardó en aclarar que la directiva europea no prohíbe, en ningún caso, las calderas de gas ni establece la obligatoriedad de sustituirlas por bombas de calor. De hecho, sostiene que "fiarlo todo a esta última tecnología va en contra de la idea de una transición justa al resultar económicamente inasumible para muchas familias".
Lo que todo el mundo tiene meridianamente claro es que las instituciones públicas no podrán subvencionar la instalación de calderas convencionales a partir del próximo año. Algunas ya se han adelantado, como la Comunidad de Madrid, que ya en este 2024 retiró las subvenciones de entre 350 y 500 euros que repartía hasta entonces dentro del Plan Renove que iban implementando año a año.
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Desde hace un tiempo, los instaladores de calderas de gas también tienen en marcha un programa de ayudas. Lo hacen desde una página que, al menos desde 2019, utiliza un formato muy similar al de la web de la Comunidad de Madrid, con el mismo tono rojo, una imagen de la capital e, incluso, un personaje que imita a Mario Bros con una gorra serigrafiada con las siete estrellas de la bandera de la región.
Tras la retirada de las ayudas por parte del Gobierno dirigido por Isabel Díaz Ayuso, la web de los instaladores todavía mantiene ese diseño. Por este motivo, fuentes cercanas a las eléctricas les acusan de publicidad engañosa al entender que, con todas esas similitudes con la página de la Comunidad de Madrid, buscan confundir al consumidor para hacerle creer que la región aún distribuye ayudas públicas para disponer de una nueva caldera de gas.
Iberdrola vs. Repsol
El conflicto llegó a enfrentar a grandes compañías de ambos bandos. Hubo, incluso, una batalla dentro del Ibex, con Iberdrola y Repsol como protagonistas. La vencedora fue la petrolera española, que denunció a la eléctrica vasca por difundir una campaña engañosa en radio y televisión en la que animaba a los clientes a cambiar las calderas de gas por combustibles renovables ante la aplicación de la directiva europea, que en realidad no existía en ese momento.
Tras la retirada de las ayudas por parte de la Comunidad de Madrid, la web de los instaladores todavía mantienen ese diseño
Autocontrol, el organismo encargado de velar por la veracidad de la publicidad, dictaminó que la campaña de Iberdrola se basaba "en una norma no aprobada definitivamente" y que "el contenido de la misma no recoge exactamente lo afirmado". Por lo tanto, dado que un cliente medio podría entender que tenía obligación de cambiar su caldera, "el mensaje sería apto para inducir a error al consumidor medio y, por lo tanto, engañoso".
Tanto gasistas como eléctricas comparten que los consumidores tienen que descarbonizar la forma con la que calientan sus casas. La batalla gira en torno a cómo deben hacerlo para que beneficie a su cuenta de resultados. Como sucede con la dicotomía entre el coche eléctrico y el coche de combustión, aquí los consumidores deben elegir entre adaptar su caldera convencional a los gases renovables o instalar una bomba de calor.