Cuerpo deja sola a la banca en su ofensiva contra el impuesto pactado por PSOE y Junts
Los bancos quisieron influir en el ministro de Economía, pero los mensajes consensuados no han calado. Hacienda negoció con los partidos políticos un nuevo impuesto
El sector bancario ha explotado con el diseño del nuevo impuesto. Como en el pasado, ha recurrido en los últimos meses al Tesoro y al Ministerio de Economía, pero las negociaciones con su titular, Carlos Cuerpo, no han servido. Hacienda ha llevado por su cuenta las conversaciones con las formaciones políticas, y el resultado final ha sido de indignación máxima en los bancos.
Las entidades confiaban en que los puentes tendidos con Economía, con un perfil bajo a nivel público para evitar el ruido político, servirían para mitigar el nuevo impuesto. Siempre dieron por hecho que continuarían, tanto el tributo a la banca como el de las energéticas, pero con ciertas concesiones que les permitirían la conllevancia. Sin embargo, se han encontrado con que solo sigue el impuesto a los bancos y sin algunas de las concesiones que daban casi por garantizadas.
El propio Cuerpo dijo antes del verano que sería conveniente rediseñar algunos aspectos del impuesto para acompasarlo al ciclo de tipos y para no castigar el crédito a las pymes, que eran las dos mayores preocupaciones del sector en caso de que siguiera el tributo.
Este es un punto clave. El crédito a las pymes es el más rentable, generalmente, por conllevar más riesgo. Pero también exige más provisiones, que en el impuesto no son deducibles. Por ello, el tributo penaliza esta financiación frente a otros segmentos, como aludió Cuerpo en primavera y, recientemente, el gobernador del Banco de España y exministro, José Luis Escrivá, en un giro de posición frente a la que defendía desde dentro del Consejo de Ministros.
El Ministerio de Economía ha participado en el diseño del nuevo impuesto y se ha buscado que sea “más equilibrado”, ampliándolo a todas las entidades, según sostienen fuentes de la cartera que lidera Cuerpo, pero no hay nada sobre las pymes y solo algo indirecto sobre los tipos.
El cabreo de la banca es hacia fuera, aunque hay conatos de autocrítica. “Se ha intentado hablar con el Gobierno, pero los cauces no han sido eficaces”, ha señalado un ejecutivo. En realidad, también en su momento la banca se dirigió a la exministra Nadia Calviño sin éxito. Entonces el impuesto a bancos y energéticas era inevitable, ahora había más fe.
En los últimos días, las entidades han sacado todo el arsenal argumentario contra el impuesto, pero más tarde que las energéticas y con menos eficacia. Este último punto lo han reconocido los CEO de la banca del Ibex en las presentaciones de resultados de los últimos días, en las que han arremetido contra el nuevo tributo.
El PSOE pactó con Junts una serie de enmiendas que han llevado a que el impuesto especial a las energéticas decaiga, tras la presión de Repsol y otras compañías. Mientras que los bancos tendrán un impuesto especial para los próximos tres años, según la propuesta acordada por las dos formaciones.
Ahora quedan semanas de negociaciones intensas. El proyecto de ley que impone una tributación mínima del 15% en Sociedades para las multinacionales, y que incluye las enmiendas para establecer el nuevo impuesto a la banca, debe pasar por la ponencia, la comisión de Hacienda, votarse en pleno, y después al Senado, para volver, finalmente, al Congreso.
Durante este proceso, Sumar buscará que el impuesto sea más agresivo. Mientras que los bancos van a intentar recabar apoyos para rebajarlo o tumbarlo. La redacción habla de un tributo temporal durante tres años denominado Impuesto sobre el margen de intereses y comisiones de determinadas entidades financieras.
El diseño cambia radicalmente. Ya no se circunscribe a las entidades que facturen por margen y comisiones más de 800 millones, sino a todos los bancos y establecimientos financieros de crédito (EFC), aunque se deducirán los primeros 100 millones. Con lo que se verán afectadas más de 30 entidades que facturan en España una cifra superior.
Ha molestado a los grandes bancos, que se quejan de que la progresividad debe ser en personas físicas, no en jurídicas
El gravamen pasa de ser de un tipo fijo del 4,8% a ser progresivo, en una escala que va desde el 1% hasta el 6%. Tributarán por encima del 6% los ingresos a partir de los 3.000 millones. Esto ha molestado a los grandes bancos, que se quejan de que la progresividad debe ser en personas físicas, no en jurídicas, porque una empresa no debe pagar más por ser más grande cuando también tiene más empleados o infraestructura. Gonzalo Gortázar lo ha llamado "tasa CaixaBank".
El texto alude a que la cuota líquida se reducirá con el 25% de la cuota líquida de Sociedades, sin posibilidad de más deducciones. De esta forma, los banqueros ya han criticado la doble imposición y han avisado de que es posible que acometan acciones legales. Las patronales AEB y CECA han emitido un comunicado este jueves en esa línea, recordando que perjudica el crédito. Los bancos han cifrado que el impuesto detrae 50.000 millones de financiación, y el Instituto Español de Analistas calculó que 9.000 millones son en pymes.
Los bancos habían trasladado en varias ocasiones su posición al Tesoro y al ministro. Antes, sus interlocutores eran el propio Cuerpo, cuando era secretario de Estado del Tesoro o la exministra Calviño. Las entidades tienen mucha relación por los créditos ICO, el protocolo de atención a mayores o los servicios en la España vaciada. Pero en esta ocasión, dicha cercanía no ha servido. Tampoco han logrado la simpatía de ninguna fuerza política de actuar a su favor y suavizar o eliminar el impuesto.
Entre los factores mitigadores, quedan la presunta temporalidad. De momento, la propuesta es que esté en vigor tres años. Solo hay un matiz que mejora el diseño para los bancos: una fórmula para reducir la tributación en caso de que caiga la rentabilidad sobre activos por debajo del 0,7%.
Los bancos han recordado en los últimos días que los beneficios son récord porque ha habido fusiones y ha aumentado el perímetro de las entidades más grandes, pero su rentabilidad, que es un 13% de media en España, está lejos de los máximos superiores al 20% en 2007 y 2008. También está por debajo del 18% de promedio en el Ibex, como han repetido los CEO de los bancos este jueves.
Ha molestado el proceso, sin que haya habido comunicación suficiente entre el Gobierno y el sector, según las entidades
En principio, el diseño del nuevo impuesto debería reducir la tributación, aunque los bancos aún no han hecho números finos al respecto. Pero ha molestado el proceso, sin que haya habido comunicación suficiente entre el Gobierno y el sector, según las entidades. Y también hay críticas al hecho de que sea progresivo.
El éxito de las eléctricas, que usaron la fuerza bruta para atraerse a las formaciones políticas con influencia en el Gobierno (Repsol amenazó directamente con paralizar la inversión de 1.000 millones en una refinería de Tarragona) reactivó la campaña de los banqueros. Desde entonces, estos se han esmerado en lanzar el mensaje de que el perjuicio para la economía del impuesto a la banca es como mínimo equiparable al de las eléctricas. La tesis es clara: aunque no tengan fábricas, ni proyectos de inversión tan visibles como el de una refinería que pueda desaparecer, de ese impuesto dependen muchas pequeñas decisiones -como la concesión de miles de créditos a pymes- que pueden tener el mismo efecto. Pero de forma más silenciosa.
Es decir, los bancos pueden poner el capital a trabajar en otros países y, en el caso de que una entidad española participe en una fusión transfronteriza en el futuro, el impuesto incentivará que la sede y el grueso de la actividad no estén en España.
El sector bancario ha explotado con el diseño del nuevo impuesto. Como en el pasado, ha recurrido en los últimos meses al Tesoro y al Ministerio de Economía, pero las negociaciones con su titular, Carlos Cuerpo, no han servido. Hacienda ha llevado por su cuenta las conversaciones con las formaciones políticas, y el resultado final ha sido de indignación máxima en los bancos.
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