Las infraestructuras quieren ir más allá de la sostenibilidad con inversión y nueva regulación
El sector tiene claro cuál es el camino para materializar proyectos que no solo minimicen su impacto medioambiental, social y económico, sino que, además, generen beneficio neto en su entorno
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Tradicionalmente, las infraestructuras se han concebido desde un enfoque práctico: se cumplen una serie de requisitos que favorecen la rentabilidad económica y la calidad para aportar una solución a un problema específico. Sin embargo, este modelo convencional está quedando obsoleto desde que la sostenibilidad entró en liza como el gran criterio a tener en cuenta. De esta forma, los proyectos ahora buscan garantizar la viabilidad económica, pero también minimizar su repercusión social y medioambiental en el largo plazo. En el sector además, ha surgido un nuevo concepto: el de infraestructura regenerativa, aquella que trata no solo de reducir su impacto, sino generar un beneficio neto en el entorno en el que se asienta, de la mano de la circularidad de recursos, la eficiencia energética o la restauración de la biodiversidad.
Para contextualizar el desarrollo de este concepto en España y la UE en la actualidad, El Confidencial y Acciona organizaron una mesa redonda titulada Por un impulso a las infraestructuras regenerativas en la que participaron cuatro expertos en la materia: Juan Gil, director de Contratación y Unidades Especializadas del negocio de Construcción de Acciona; Julián Núñez, presidente de Seopan; Virginia Vidal, vocal de la Junta Rectora del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid; y Karolina Mlodzik, socia de transacciones en infraestructuras y capital projects de Deloitte.
Julián Nuñez inició su intervención detallando cuál es la situación del sector: “El Plan de Recuperación ha supuesto 14.000 millones de euros de licitación en los últimos tres años, lo que nos ha llevado a una coyuntura de recuperación paulatina que nos ayuda a dejar atrás los efectos de la crisis financiera”. Respecto a cómo fomentar las infraestructuras regenerativas, subrayó que hay dos elementos clave que pueden impulsarlas en nuestro país: más inversión y cambios en la regulación. “Para entender cómo estamos en relación con nuestro entorno, las previsiones de inversión pública que tenemos para 2024 y 2025 en España suponen únicamente un 50% de la que se va a desembolsar en países como Alemania, Francia e Italia”, concretó.
Por estas razones, el presidente de Seopan solicitó más fondos en obra civil para apostar realmente por la sostenibilidad: “En esta materia, España puede ser una potencia, pero su ratio de inversión sigue siendo el más bajo de la UE. A esto hay que sumar la incertidumbre sobre qué ocurrirá cuando finalicen los fondos europeos”, expuso. Por otra parte, en materia de regulación, aseguró que “la ley de contratos española, que data de los años 60, está obsoleta porque las necesidades ahora son muy diferentes a cuando se redactó la normativa. Debería, entre otros aspectos, facilitar las inversiones a gran escala”.
"Las previsiones de inversión pública en España suponen un 50% con respecto a países como Alemania, Francia e Italia", J. Núñez (Seopan)
En una línea similar, el mecanismo propuesto por Juan Gil para potenciar las infraestructuras regenerativas es la colaboración público-privada: “Un modelo colaborativo conlleva numerosos beneficios, entre otros fomentar la innovación y prestar mejor servicio al ciudadano”, apuntó. Bajo su perspectiva, no se debe perder el foco en el usuario final, ya que “las inversiones deben considerar también la dimensiones social y medioambiental, no solo la económica”. Y puso un ejemplo, “innovar en los trazados de las carreteras puede servir para disminuir la emisión de CO2 de los vehículos. Esto es un beneficio que debería estar contemplado en los criterios de adjudicación pública y no únicamente el precio”, reclamó.
Continuando con su razonamiento, Gil insistió en “incorporar a la ley de contratos el concepto de ciclo de vida de las infraestructuras”. Según detalló, “en algunos países anglosajones como Australia o Nueva Zelanda se construyen las carreteras pensando en los próximos 50 o 100 años. Si se planifica desde una fase temprana, en coordinación con todos los agentes implicados en el proyecto y con la sociedad donde se ubicará la infraestructura, se puede lograr un impacto muy positivo de largo alcance en lo que se refiere a eficiencia energética, mantenimiento o circularidad de los materiales”, concretó el experto.
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Continuando con la mesa redonda, Virginia Vidal aportó un punto de vista técnico. Así, la experta del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid se detuvo en una idea repetida durante la sesión: “Las infraestructuras deben responder a las necesidades cambiantes. Es decir, hoy las instalaciones responden a los requerimientos de ayer. Hay que construir pensando en el futuro”, reflexionó. Entonces, ¿cuál es el escollo? “El desafío es doble. Por un lado, se necesita más inversión, pero, por otra parte, también aceptación pública”, precisó. Por esta razón, “los ingenieros deben trabajar garantizando la sostenibilidad de todo el ciclo de vida de las infraestructuras”, recomendó.
A continuación, especificó que “en Estados Unidos ya existen certificaciones que marcan las pautas para que el diseño y la construcción de una infraestructura sea lo más sostenible en el largo plazo. En Europa todavía no estamos en ese punto”. Sin embargo, “siempre podemos anticiparnos y planificar. Debe ser el ingeniero de caminos el que exija responsabilidad. Ya no basta simplemente con construir bien, sino que hay que pensar en quién lo mantendrá y explotará”, subrayó. “Cualquier decisión debe considerar plazos tan largos como un siglo —continuó—. Para ser eficaces en este propósito, nos ayudarán herramientas digitales como el mantenimiento predictivo. Y como resultado tendremos más sostenibilidad, pero también un importante ahorro económico”.
"Las inversiones en infraestructuras deben considerar el impacto social y medioambiental, no solo el económico", Juan Gil (ACCIONA)
Por su parte, Karolina Mlodzik se mostró optimista. En su opinión, “España ha sido un ejemplo en la aplicación exitosa de la colaboración público-privada, especialmente en el ámbito de infraestructuras como la alta velocidad ferroviaria, inspirando a países como Australia o proyectos como la Rail Baltica”. De hecho, “aquí se ha logrado reducir significativamente el coste por kilómetro en la construcción de este tipo de infraestructuras, gracias a un sistema de concesiones estructurado por capas”, confirmó. De cara al gran público, aclaró que “el modelo público-privado no es se basa únicamente en la financiación, sino también en asumir riesgos a largo plazo para garantizar la sostenibilidad”.
La socia de transacciones en infraestructuras y capital projects de Deloitte hizo hincapié en la importancia de aprovechar las lecciones aprendidas y los informes de organismos internacionales para no duplicar esfuerzos en proyectos de infraestructuras: “Organizaciones como el Banco Mundial han jugado un papel decisivo compartiendo su experiencia, lo que permite a los países no empezar desde cero”. Según sus palabras, el resultado es que “tras la crisis de 2008, las empresas constructoras españolas, con el apoyo de estos informes o la asistencia de consultoras, han conseguido expandir su presencia en mercados internacionales, como Latinoamérica y Europa, aprovechando el modelo de colaboración público-privada y con el foco puesto en la sostenibilidad”.
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¿Qué se entiende por ‘regeneración’?
La tertulia también sirvió para aterrizar el concepto de infraestructura regenerativa de cara a los espectadores que seguían la retransmisión vía streaming. De esta forma, Julián Núñez destacó que “el agua y la gestión hídrica es uno de los ejemplos más obvios, ya que existen instalaciones que contribuyen directamente a su regeneración. Pero hay otras infraestructuras donde, por ejemplo, se pueden reducir las emisiones de CO2”. Sobre este punto, el experto aportó un dato: “Si en España tenemos un parque de 30 millones de vehículos y queremos que todos sean eléctricos, su consumo equivaldría al 80% de todo el consumo nacional de energía eléctrica durante 2023. Es un enorme desafío, pero también una gran oportunidad”, recalcó.
Aunando los ejemplos aportados por su compañero de coloquio, Juan Gil “explicó que, en el diseño de carreteras, se pueden planificar corredores verdes que, a su vez, aprovechen las aguas drenadas para generar humedales”. Pero no basta solo con centrarse en el resultado final: “La innovación es la pieza clave para diseñar infraestructuras verdaderamente regenerativas, ya que las soluciones prácticas que preservan el medioambiente también sirven para reducir los propios gastos”, aclaró. ¿De qué forma? “Mediante la optimización de procesos de la mano de la sensorización y la digitalización. La tecnología nos permite ser más eficientes, ahorrar costes y, al mismo tiempo, minimizar la huella ecológica”, señaló.
"No basta con construir bien, hay que pensar en quién mantendrá y explotará la infraestructura", V. Vidal (Colegio de Ingenieros de Madrid)
Virginia Vidal quiso enfatizar que “es posible utilizar algunas infraestructuras para que, más allá de no tener impacto, incluso consigan revertir la falta de biodiversidad. Y este es el punto fundamental del concepto de regeneración, ya que implica mirar hacia el futuro”. Recuperando el protagonismo de las carreteras, explicó que “al margen de descarbonizar, también podemos preguntarnos cómo podemos utilizar nuestra extensa red viaria para revertir la pérdida de diversidad. Hay muchas posibilidades, como determinadas plantaciones en las medianas para crear hábitats”. Para avanzar en esta cuestión, “debemos apoyarnos en tecnologías ya disponibles como los gemelos digitales o el mantenimiento predictivo”, indicó.
Finalmente, Karolina Mlodzik insistió en terminar con la fragmentación para construir sistemas más sostenibles: “En el caso de la movilidad, no se trata de que haya más estaciones de recarga para coches eléctricos, sino de conectar todo el sistema para que un ciudadano sea capaz de moverse desde el punto A al B alternando modelos públicos y privados de Cercanías, AVE o vehículo particular”, profundizó. Pero, además de esta interoperabilidad, “tampoco podemos dejar de lado aspectos tan relevantes como la eficiencia energética. De nuevo, no basta con usar una batería eléctrica, sino que se debe garantizar su sostenibilidad en aspectos como la producción y el transporte de esa energía. ¿Se trata de una infraestructura regenerativa o atiende a unas leyes impuestas sin demasiadas ayudas?”, se preguntó la experta para concluir.
Tradicionalmente, las infraestructuras se han concebido desde un enfoque práctico: se cumplen una serie de requisitos que favorecen la rentabilidad económica y la calidad para aportar una solución a un problema específico. Sin embargo, este modelo convencional está quedando obsoleto desde que la sostenibilidad entró en liza como el gran criterio a tener en cuenta. De esta forma, los proyectos ahora buscan garantizar la viabilidad económica, pero también minimizar su repercusión social y medioambiental en el largo plazo. En el sector además, ha surgido un nuevo concepto: el de infraestructura regenerativa, aquella que trata no solo de reducir su impacto, sino generar un beneficio neto en el entorno en el que se asienta, de la mano de la circularidad de recursos, la eficiencia energética o la restauración de la biodiversidad.