Florentino, Pallete, el Madrid y Telefónica: tuyos y míos en las fiestas de verano del Ibex

Las fiestas que protagonizan los señores y señoras del Ibex 35, además del ambiente relajado, los canapés y los refrescos, con una graduación tolerada por Marlaska, suelen tener sus comidillas. Especialmente cuando los organizadores usan el evento para mandar mensajes, algunos sibilinos, otros directos, tanto para amigos como para aspirantes a hacerse con puestos de relieve. En estos actos, se suele escenificar quién manda, quienes son los míos y quiénes de los otros.

El pasado jueves, Telefónica convocó a su plan mayor a la inauguración del Espacio Movistar, la nueva tienda emblemática de la compañía de telecomunicaciones, ubicada, tras una nueva reforma, en el histórico edificio de la Gran Vía de Madrid. El acto, amenizado por Berto Romero, uno de los humoristas fieles a la casa, permitió cierta escenificación de galones. José María Álvarez Pallete, presidente de la multinacional, sentó a su derecha a Carlos Ocaña, el amigo de Pedro Sánchez y nuevo consejero del grupo en representación de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).

El primer ejecutivo utilizó la remodelación de su centenaria sede, transformada en un centro de entretenimiento y experiencias tecnológicas, para poner de manifiesto que la relación con Ocaña es más que fluida, pese a que la entrada del Gobierno en Telefónica, con la compra del 10 % del capital, no fue la noticia que más feliz le ha hecho en sus ocho años de presidencia. La participación del Estado en cualquier compañía suele ahuyentar a los inversores institucionales, sobre todo los que juegan a esperar una revalorización de las acciones por un potencial oferta de compra, una opa que no se produce cuando a una empresa la protege o la controla un político.

Junto a Ocaña, Pallete desplegó en la primera fila a su equipo de confianza. Laura Abasolo, la directora financiera, a su vera; junto a Pablo de Carvajal, secretario del consejo y responsable del área jurídica; luego Rosauro Varo, accionista y amigo personal, y Antonio Alonso Ureba, ex secretario general y custodio de su legado. Ya, más atrás, el comité ejecutivo en su totalidad, además de varios deportistas de la marca Telefónica, como Rafa Nadal y Carolina Marín, así como algunos de los medallistas olímpicos a los que la compañía ayuda con becas por su esfuerzo anónimo durante cuatro años.

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Según fuentes presentes, Ocaña fue el único consejero. No estuvo ni Javier de Paz, el hombre dentro de la compañía más cercano al PSOE. El amigo de Pedro Sánchez se ha tomado muy en serio lo que le han encomendado desde Moncloa y ha examinado Telefónica de arriba a abajo, hasta el punto de cuestionar algunas decisiones estratégicas que, según su análisis, podrían ser mejorables. Ocaña ha dejado claro que no viene solo a calentar la silla de consejero.

Un par de meses antes, a mediados de julio, Ocaña estuvo también en otra fiesta con sello Telefónica. Fue la inauguración del 'beach club' montado por Rosauro Varo en Estepona, con una inversión de unos 25 millones de euros. El empresario sevillano invitó a una buena parte de la cúpula de la operadora, además de a José María Aznar, compañero de running, y a los responsables de la Junta de Andalucía. Sin embargo, su presencia en tierras malagueñas no le hizo mucha gracia a su actual pagador, Florentino Pérez, que, por esas manías que ya no va a abandonar a su edad, no tiene mucha química con los telefónicos.

Pocos días después de ese evento lúdico/empresarial, fuentes próximas a la situación aseguran que el presidente del Real Madrid tiró de las orejas a Ocaña por irse de fiesta con "mis enemigos". Una reprimenda que coincidió con la concesión del contrato de servicios de las telecomunicaciones del club blanco a MasOrange, en sustitución de Telefónica, que había sido el socio tecnológico del actual campeón de Liga y de Europa desde hacía décadas.

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La empresa franco-española dirigida por Meinrad Spenger, endeudada hasta arriba, hizo una oferta agresiva de más de diez millones al año (por tres temporadas) al Real Madrid para sustituir a su principal competidor, que se negó a igualar estos emolumentos. Aquello sentó mal a Florentino, que no entendía cómo Telefónica perdía la oportunidad de seguir asociando su marca al club más laureado del universo futbolístico, y que, además, acabada de anunciar el fichaje de Kylian Mbappe, el jugador más deseado del mundo. Un filón para el marketing y captar clientes. Sobre todo porque la rentabilidad del negocio en España de Telefónica depende mucho de los usuarios que contratan los partidos de LaLiga a través de Movistar+.

Pallete, madridista confeso, conoce lo que opina Florentino de él. Pero tiene claro que solo invierte donde ve rentabilidad, como está haciendo con sus activos en Latinoamérica, de los que está saliendo más despacio de lo que le gustaría. O hay retorno para el accionista o no hay dinero, por mucho que sea el equipo de sus amores. Opinión racional que Florentino, quien en agosto también tuvo su habitual comida veraniega con sus banqueros de confianza (Donato González, Borja Prado y Alberto Alcocer) por Cádiz, interpreta como una desconsideración a su Madrid.