Política y dinero: lo que hay detrás de los fallos contra Google y Booking
La sentencia del juez federal Amit Mehta y la resolución de la CNMC forman parte de una creciente hostilidad contra las firmas monopolísticas. Hay elementos económicos, políticos y empresariales en juego
La sentencia del juez federal Amit Mehta en la que se dictamina que Google es un monopolio y que ha actuado para preservar su posición monopolística es muy relevante ya que abre una nueva etapa para las grandes tecnológicas. La resolución tendrá una segunda parte, la que adoptará medidas concretas para impedir que las prácticas monopolísticas de Google continúen y para fomentar que el mercado de las búsquedas (y de su publicidad) se abra a otros jugadores. Si esas medidas son lo suficientemente atrevidas, las repercusiones se dejarán sentir en todo el sector.
El fallo del juez resalta que Google gastó miles de millones de dólares para establecer acuerdos que protegieran y fomentaran su monopolio ilegal en las búsquedas. Google paga decenas de miles de millones de dólares al año a empresas como LG, Motorola, Samsung, AT&T, T-Mobile, Mozilla, Opera, UCWeb y Verizon para asegurarse de que fuera el único motor de búsqueda que los consumidores utilizasen. El acuerdo firmado con Apple para que Google fuese el buscador predeterminado en sus dispositivos es de 18.000 millones de dólares, y es rentable, porque documentos internos de la empresa dirigida por Sundar Pichai afirmaban que, de no firmarse ese acuerdo, perderían hasta el 80% de las búsquedas de Apple y dejarían de ganar 30.000 millones.
"Nadie podía obtener la información necesaria para producir un servicio de calidad que pudiera competir de verdad con Google"
Esta posición dominante es crucial en los mercados digitales, ya que se cuenta con muchos usuarios, se adquiere un conocimiento especial: se sabe en qué hacen clic los usuarios, cuáles son sus intereses y sus necesidades, por lo que se pueden modificar los resultados para que sean mejores y más relevantes. Como asegura Matt Stoller, "la capacidad de Google de negar escala y datos a los rivales significaba que nadie podía obtener la información necesaria para producir un servicio de calidad lo suficientemente alta como para fomentar una competencia real".
La reacción contra el poder de las empresas digitales está extendiéndose, también a España. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha sancionado a Booking con una multa de 413 millones de euros al constatar que, gracias a su posición dominante en el mercado desde el año 2019, ha explotado de forma abusiva ese dominio, ha modificado unilateralmente y a la baja el precio final de los hoteles, ha impuesto una "cláusula de paridad de precios estrecha" y ha vuelto imposible, salvo contadas excepciones, que se negocien los contratos que se firman con la empresa.
Google tiene razón, y el juez más
Esta pelea contra las tecnológicas tiene muchas aristas. La primera, que es importante para entender la retórica, pasa por comprender el cambio de eje en la doctrina jurídica. La respuesta de Booking, como describe Fernando H. Valls, ha consistido en defender su modelo de negocio ("una parte integral de nuestro éxito es la capacidad de mostrar las opciones adecuadas a los consumidores en el momento oportuno y ofrecer precios competitivos") y advertir que este tipo de resoluciones perjudicarán a los clientes españoles. La respuesta de Google ha sido más o menos la misma. Según los abogados de la empresa, los usuarios eligen buscar en Google porque lo encuentran útil, "Google gana porque es mejor" y crea un mejor servicio para los consumidores, como afirmó el director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, en el juicio. Por lo tanto, la decisión es un ataque contra los usuarios, pero también contra la empresa, ya que "se reconoce que Google ofrece el mejor motor de búsqueda, pero se concluye que no se nos debe permitir que esté fácilmente disponible".
El fondo del asunto es cuánto poder se tiene y cómo se utiliza, y si se cometen arbitrariedades a las que deben ponerse límites
Tienen razón Pichai y sus abogados, al igual que posiblemente la tenga Booking, pero más razón tienen el juez y la Comisión. El proceso no era un concurso para dictaminar cuál era el mejor buscador disponible, sino que debía fallar sobre si Google era un monopolio que establecía barreras de entrada abusivas a posibles competidores. La CNMC no tenía que resolver sobre si los precios son buenos para el consumidor o si el sistema de Booking era eficiente, sino si estaba aprovechando su posición en el mercado para llegar a acuerdos claramente ilegales con los hoteles. Es parte del viejo argumento respecto del derecho de la competencia: si favorece a los consumidores, cualquier monopolio es positivo. Esa es una creencia cada vez más abandonada, y de una manera lógica. No solo porque cualquier monopolio termina siendo perjudicial para sus clientes, sino porque el espíritu de la normativa sobre la competencia tiene un sentido muy diferente.
El fondo del asunto es quién y cuánto poder tiene y cómo lo utiliza, y si en ese uso se cometen arbitrariedades a las que deben ponerse límites. En ambos casos, las resoluciones han concluido de manera contundente que ambas firmas poseían un poder monopolístico. En el caso de Google está por dictarse la parte del fallo que establecerá medidas concretas para que el buscador permita la competencia, y en el de Booking habrá recurso a los tribunales españoles. Hay que advertir aquí que, como ha señalado Hay Derecho en diversas ocasiones, lo usual es que la Audiencia Nacional falle en contra de lo resuelto por la CNMC: revocaciones extrañas cuando son sistemáticas.
1. La batalla económica
El segundo asunto, de gran importancia, son los intereses económicos que aparecen bajo estas resoluciones. En el caso de Google, hay una batalla entre el entorno del dinero y las grandes tecnológicas que recorre diversos terrenos. Los capitalistas de riesgo, los empresarios y los ejecutivos han comenzado hoy a planificar lo que ocurrirá tras el fin del acuerdo de Google con Apple, del mismo modo que intentarán ocupar todo el terreno que deje libre la marca de Pichai a consecuencia de la resolución.
2. La batalla política
Existe también una vertiente política, que está presente en la elección entre Harris y Trump. La candidata demócrata tiene de su parte a las grandes tecnológicas y Trump al mundo inversor, en especial al venture capital de Silicon Valley. La decisión que tome Harris acerca de la continuidad o no de Lina Khan al frente de la Federal Trade Commission dará muchas pistas, al igual que si Trump permite que el criterio antimonopolio de J.D. Vance se imponga entre los republicanos. Este elemento es relevante porque hay varias demandas en curso. Dos de ellas han sido activadas por el Departamento de Justicia estadounidense, que ha llevado a juicio a Apple, ya que la empresa dificulta a sus usuarios desvincularse del iPhone, y a Google, a causa de su tecnología publicitaria. La FTC ha demandado a Meta, por actuar para derribar a los competidores emergentes, y a Amazon, a la que acusa de exprimir a los vendedores que colocan sus productos en la empresa de Bezos.
Será interesante conocer si la próxima administración continúa la línea seguida por Biden, ya que existe una cada vez mayor hostilidad social hacia las grandes corporaciones en la sociedad estadounidense. La subida de precios y los abusos a los que conducen monopolios y oligopolios, con los consiguientes daños a empresas y consumidores, han creado un clima social que tendrá traducción electoral en una medida no desdeñable.
3. La batalla por la inteligencia artificial
El cuarto asunto relevante en la sentencia sobre las prácticas de Google es la pregunta sobre el futuro. Durante el juicio, el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, aseguró que le preocupaba que Google hubiera creado una red oligopolística a través de su relación con Apple, de cara al desarrollo de la inteligencia artificial. Dado que la empresa de Pichai cuenta con muchos más datos, parte con gran ventaja sobre sus competidores en lo que se refiere a la formación y aprendizaje de los LLM, lo que le permitiría desarrollar sus modelos muy por encima de los demás. Parte de la resolución del juez Mehta tenía que ver con que, en el que se supone siguiente paso, la tan anunciada IA generativa, Google no ocupe la misma posición que con su buscador.
4. La batalla por el mercado
El quinto asunto es el elemento fundamental, el poder de mercado. El juez estadounidense dictaminó que Google es un monopolio y que ha actuado para preservar su posición como monopolio. Y aquí es importante subrayar la resolución de la CNMC, porque señala una de las formas más frecuentes en que las empresas monopolísticas aprovechan su fuerza. No se trata solo, como en el caso de Google, de que cierren las puertas para que no puedan entrar otros competidores, sino de que se está aprovechando un poder de mercado para imponer condiciones abusivas a sus teóricos socios. Eso es lo que ocurre con Booking, según la CNMC.
La táctica que emplean muchas de las empresas tecnológicas es la miseria calculada; es decir, que el servicio básico esté lo suficientemente degradado para que la gente pague por escapar de él. Así funciona Booking. Las empresas pueden aparecer en el buscador, pero no es lo mismo hacerlo en un lugar destacado que en uno secundario. Booking cobra un precio por situarlo de una manera más visible y de ahí obtiene sus recursos. Sin embargo, el escaparate, Booking, no debería determinar el precio que el prestador del servicio impone en otros canales, ni tampoco fijar la forma de funcionamiento de la empresa, ni presionar para reducir los precios. El escaparate presta un servicio, y ahí debería acabarse su intervención. Cuando no es así, el mercado se perturba poderosamente.
No es lo mismo para la vida de una empresa aparecer en las primeras posiciones de Google que en la página 34
Y si eso ocurre con Booking, qué decir de Google o Amazon. Las dos tecnológicas determinan la vida de muchísimas otras empresas de un modo muy relevante: no es lo mismo aparecer en las primeras posiciones del buscador que en la página 34, ni tampoco lo es que Amazon ofrezca un tipo de visibilidad u otra. Ambas firmas (como hace Twitter, entre otras) aprovechan la posición que les brinda su poder de mercado para obtener más recursos de sus proveedores. Pero, en ocasiones, caen en prácticas abusivas. Y eso es lo que debería evitarse a toda costa, ya que es una constante de los monopolios, que terminan haciendo rehenes a los consumidores y a los proveedores para exprimirlos. Un ejemplo más son los precios personalizados, otra de las estrategias que las tecnológicas están poniendo en juego para sacar más partido de su dominio.
Competir con las tecnológicas
Muchas empresas se han planteado competir con las tecnológicas, ya sea poniendo en marcha otros buscadores, estableciendo otros canales o, intentando aprovechar el capital simbólico de una firma bien asentada en un sector para mantener cuota de mercado. Se han planteado muchas estrategias, casi todas fallidas, porque falta la condición de posibilidad. Con Amazon, o con Uber, o con tantas otras, se compite de una sola manera: eliminando las posiciones de ventaja con las que cuenta por su poder de mercado. Juegan en un campo inclinado a su favor porque las reglas no se aplican a todos por igual. Es hora de equilibrar el terreno de juego. En especial, si se quiere seguir llamando a esto economía de mercado y no economía intervenida y planificada por un reducido conjunto de empresas.
La sentencia del juez federal Amit Mehta en la que se dictamina que Google es un monopolio y que ha actuado para preservar su posición monopolística es muy relevante ya que abre una nueva etapa para las grandes tecnológicas. La resolución tendrá una segunda parte, la que adoptará medidas concretas para impedir que las prácticas monopolísticas de Google continúen y para fomentar que el mercado de las búsquedas (y de su publicidad) se abra a otros jugadores. Si esas medidas son lo suficientemente atrevidas, las repercusiones se dejarán sentir en todo el sector.