Cosentino, contra la leyenda negra anglosajona que prohíbe sus encimeras
Cada vez más voces en Australia, EEUU o Reino Unido piden la prohibición de la piedra artificial que ha llevado a la empresa almeriense al éxito. Cosentino insiste: el material no es el problema
El pasado 1 de julio, Australia fue el primer país del mundo en prohibir la piedra artificial que, hasta entonces, ha sido el material más predominante en las encimeras de las cocinas y cuartos de baño del país oceánico. El motivo era su alto contenido en polvo de silicio, que al ser respirado por los trabajadores que manipulaban este material provocaba silicosis, una enfermedad respiratoria incurable que acaba desencadenando otros problemas y, a menudo, una muerte prematura. La prensa australiana empezó a tildar a este material "el nuevo amianto", un apodo casi imposible de revertir.
Una de las grandes perjudicadas por esta prohibición ha sido la multinacional almeriense Cosentino, creadores del Silestone, precisamente el paradigma del tipo de material que ha sido prohibido en las antípodas. Esta compañía con sede en Cantoria fue pionera en la comercialización de un conglomerado mineral compuesto hasta en un 90% por cuarzo, compactado con resina y otros materiales para lograr una superficie más resistente, sostenible y, sobre todo, económica que el granito. Esta fue la clave del éxito de la empresa.
Cosentino nació en 1989 y, apenas dos años más tarde, patentaban el material que les llevaría a su internacionalización. Hoy, la compañía se ha convertido en un elemento clave del tejido industrial andaluz y nacional. Emplea en su sede principal a más de 3.000 personas y cerca de 6.000 en todo el mundo. En 2023 anunciaron que invertirán 250 millones de euros en la construcción de una fábrica en Jacksonville (Florida), con la idea de reforzar su apuesta por Estados Unidos, un país que acogió fantásticamente bien este tipo de nuevos materiales y que actualmente supone a la empresa almeriense un 60% de su facturación mundial.
En el mercado de la piedra artificial, los almerienses son líderes con un porcentaje de mercado significativo, pero hay otros fabricantes potentes como la israelí Caesarstone o la italiana Santa Margherita que también se han visto afectados por el estallido de casos de silicosis, una sombra que ha ido alargándose en los últimos años. Cosentino ha tenido que lidiar con ella en sus propias instalaciones, pero mayoritariamente el problema procede de pequeñas empresas de marmolistas que operaban con el material sin las debidas medidas de protección.
En enero de 2023, Cosentino sufrió su principal revés judicial en España al tener que indemnizar con 1,1 millones de euros a cinco trabajadores de una empresa de instalación de encimeras de Vigo, por no haber advertido del riesgo del material que manipulaban. En otros casos, como uno reciente en Bilbao, la multinacional salió absuelta y desde entonces ha entablado un diálogo fluido con asociaciones de afectados para tratar de limitar el daño generado por este material.
Sin embargo, paralelamente, en Australia prendió una mecha que ha ido contagiando a otros países, principalmente anglosajones. California fue la siguiente. A finales de 2022, una investigación periodística destapó que más de 30 trabajadores en el condado de Los Angeles habían desarrollado una forma acelerada de silicosis que los había condenado a vivir con respiración asistida, pese a no haber cumplido en muchos casos ni 35 años. "Ninguno llegará a viejo; sin un trasplante de pulmón, podrían morir antes de un año", decían de ellos. Todos los casos apuntaban a pequeñas empresas encargadas de trabajar con este tipo de encimeras, que recibían los bloques y los cortaban para adaptarlos a las diferentes cocinas, respirando el polvo de silicio en el proceso. En su totalidad, estas empresas apenas protegían a los trabajadores —principalmente, inmigrantes— con una mascarilla de papel.
Las autoridades plantearon, como en Australia, una prohibición de este material, pero acabaron optando por fortalecer la legislación. Para que una empresa pueda trabajar con este material, debe demostrar que sigue todas las recomendaciones de seguridad. Es, precisamente, la solución que proponen también desde Cosentino.
El siguiente es la lista ha sido Reino Unido, donde un grupo de médicos acaban de desvelar en una publicación médica los primeros ocho casos de silicosis vinculados al tratamiento de piedra artificial para encimeras. En la propia publicación —Thorax, asociada al British Medical Journal— uno de los mayores expertos en enfermedades pulmonares del país, Christopher Barber, ha pedido directamente que su país siga los pasos de Australia y prohíba el material. El golpe sería más serio para los intereses españoles, ya que las islas británicas son, junto a Estados Unidos, dos de los principales mercados del Silestone en ventas.
La Cámara de los Lores debatió en enero de este año sobre la piedra artificial y concluyeron que no era necesario tomar medidas a la australiana, dado que no se habían registrado casos. En la misma onda se expresó la Sociedad Británica de Higiene Ocupacional. Pero poco después, el Royal Brompton Hospital, el mayor centro especializado en pulmón del país, identificó los tres primeros casos de silicosis, que más tarde han aumentando. Este hecho ha espoleado a aquellos que abogan por medidas más tajantes.
Johanna Feary, del Imperial College londinense y una de las autoras del estudio que ha revisado los ocho primeros casos, indica a este periódico que desconoce por qué, si estos materiales llevan tantos años en Reino Unido, han tardado tanto en detectar estos casos, que en un primer momento además confundieron con sarcoidosis. "No ha habido casos hasta hace muy poco... quizá el Reino Unido empezó a usar la piedra artificial más tarde que en España, Australia o California, pero esto es solo especulación".
Una crisis reputacional
Al contrario de otras crisis reputacionales, esta no afecta a Consentino nominalmente —las críticas se vierten hacia el tipo de material, en genérico— pero evidentemente es un torpedo que ataca a su línea de flotación, y además en países que se han convertido en estratégicos. La empresa almeriense trata de darle la vuelta a la situación de varias formas. La primera es política y consiste en convencer a los policy makers de que el problema nunca estuvo en el material, sino en los procesos, y que si se obliga a los marmolistas o instaladores a seguir unas estrictas normas de seguridad, los casos de silicosis se reducirán drásticamente.
La compañía apuesta por "un sistema de licencias que garantice que los trabajadores de los talleres cuentan con la formación adecuada y las instalaciones en las que trabajan dispongan de equipos de corte en húmedo y de aspiración y ventilación para que puedan desarrollar su tarea de forma segura", explica un portavoz de Cosentino a El Confidencial. Ponen como ejemplo Israel, país que también se enfrentó a un pico de casos de silicosis y que lograron controlar tras aplicar un control más estricto en los talleres donde se trabaja esta piedra artificial.
La otra vía es innovar para crear materiales limpios de sospecha, esto es, con un porcentaje de polvo de silicio mucho más bajo.
"La compañía ya sólo produce una nueva categoría de Superficies Minerales Híbridas con Silestone Hybriq Q40 y Silestone XM", que frente al material original tiene entre un 40% y un 11%, y entre un 10%y un 1%, respectivamente, de sílice cristalina en su composición. Cosentino destinó, según sus datos, "más de 20 millones de euros y miles de horas de trabajo en I+D" a lo largo de los últimos siete años.
Otro problema es que terceros países, como China o India, se han lanzado a la producción de este tipo de encimeras, con materiales de composición indefinida pero —a buen seguro— con un alto porcentaje de cristales de sílice, dado que ya se han registrado varias decenas de casos de esta silicosis acelerada. Incluso en los países desarrollados, la mayor parte de los casos no están distribuidos uniformemente, sino que se dan en clústers, indicando que los niveles de prevención de riesgos, aún con el mismo material, son muy desiguales.
En el estudio inglés, por ejemplo, afectaban mayoritariamente a inmigrantes (75%) de los cuales el 88% eran fumadores.
Los perjudicados no quieren prohibirlo
En la misma línea se expresa Paco Torrico, presidente de la Asociación de Perjudicados por la Silicosis de Andalucía (APSA) para quien el problema con los materiales como el Silestone es que cualquiera "con una radial y una furgoneta" puede ponerse a trabajarlo, sin tener en cuenta el peligro que encierra el polvo que contiene. "Nuestra lucha ahora es que la Junta de Andalucía exija una licencia especial para quienes quieran trabajar con un producto con más de un 40% de sílice", afirma Torrico. “Conocemos esta enfermedad desde la Grecia Clásica y, con todo, seguimos destruyéndonos los pulmones. Es una epidemia: en Andalucía tenemos 5 ó 6 casos nuevos al mes, y en España, en lo que llevamos de 2024, se han detectado más de 200".
Este tipo de asociaciones no exculpan a Cosentino del problema, aunque admiten que es la única empresa que ha tratado de interlocutar con los afectados. “Ellos siempre dicen que son otros marmolistas los que lo hacen mal, que ellos solo producen las piezas, pero eso no es cierto", dice Torrico, y cita datos del Cepross, el servicio de alertas de enfermedades profesionales de la Seguridad Social, que apuntan a que en Cosentino se han detectado 194 casos en los últimos años. La propia empresa reconoció 95 casos entre 2019 y 2021.
"Es un producto que no es peligroso para el usuario final, ¿por qué prohibirlo?"
Marmolistas independientes de la provincia de Málaga, algunos de ellos afectados por el mal uso del producto, señalan también que la empresa almeriense tardó muchos años en ofrecer a sus clientes una guía de uso del producto. "El año pasado, en la sentencia de Vigo, nos enteramos de que ellos sabían desde 1999 que el producto era peligroso y que, un año después, al intentar entrar en Estados Unidos y Canadá, elaboraron una guía de uso y una ficha de seguridad", inédita en España. De acuerdo con la empresa, esta información aparece desde 2005 en las fichas de producto.
"En este desastre han fallado todas las partes", lamentan desde las asociaciones de afectados. "Cosentino por no informar desde el primer momento de la peligrosidad de su producto, las marmolerías por no preocuparse de saber con qué estaban trabajando y así proteger a sus trabajadores, los servicios de riesgos laborales, que han mirado para otra parte para evitar asumir responsabilidades, la inspección de trabajo, que solo revisa una mínima parte de los negocios e incluso los juzgados de lo social, que están tan superados que los últimos juicios para los que nos están llamando tienen fecha de 2029… un afectado de silicosis puede empeorar muchísimo en ese tiempo".
Con todo, no consideran que la prohibición sea una solución. "Es un producto que no es peligroso para el usuario final, ¿por qué prohibirlo? ¿Acaso se prohibió el uranio después de la bomba atómica? El producto está bien, el problema es cómo se trabaja", admita Torrico. "El Silestone da mucho trabajo en Andalucía y el norte de España, no veo motivos para prohibirlo, más allá de que los países que lo tienen en su punto de mira coinciden en que no lo producen y les supone una competencia".
El pasado 1 de julio, Australia fue el primer país del mundo en prohibir la piedra artificial que, hasta entonces, ha sido el material más predominante en las encimeras de las cocinas y cuartos de baño del país oceánico. El motivo era su alto contenido en polvo de silicio, que al ser respirado por los trabajadores que manipulaban este material provocaba silicosis, una enfermedad respiratoria incurable que acaba desencadenando otros problemas y, a menudo, una muerte prematura. La prensa australiana empezó a tildar a este material "el nuevo amianto", un apodo casi imposible de revertir.