Tambores de guerra en las cúpulas de las grandes eléctricas tras las elecciones del 23-J
La reunión entre Brufau y Prado y los cambios en la jefatura de Naturgy se explican por las intenciones de hacer movimientos corporativos si Feijóo gana las próximas elecciones
En las cúpulas del sector eléctrico español, estigmatizado por el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, se ha instalado la esperanza y el nerviosismo en proporciones similares. Los presidentes y/o consejeros delegados de Iberdrola, Naturgy, Repsol y Endesa anhelan que el próximo 23 de julio haya un vuelco electoral que provoque la salida de Pedro Sánchez y la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa. Desean incluso más lo primero que lo segundo, que sería tan solo una mera consecuencia.
La razón no es otra que la presión social y mediática con la que el líder socialista les ha castigado desde que rompió con el mundo empresarial al que se había abrigado hace ahora un año, cuando señaló a Ana Botín y a Ignacio Sánchez Galán.
Partimos de que Iberdrola come aparte, que está en otro escalafón, gracias a sus 75.000 millones de euros de tamaño bursátil, más que las otras tres grandes eléctricas juntas. Pero en Endesa, Naturgy y Repsol confían en que una victoria del Partido Popular dentro de un par de semanas les traiga paz institucional. Una relación con el Gobierno de turno que sea más racional y con menos estridencias, para que, como pasó con la banca tras la crisis de 2008, dejen de ser los ogros a perseguir por una ciudadanía con cada vez más apuros para llegar a fin de mes.
Esperan que Feijóo les tienda la mano para que haya un debate constructivo sobre el futuro energético del país, aunque al gallego, como a Sánchez, no se le conoce programa empresarial concreto para reindustrializar una España cada vez más pobre. Poca cosa más allá de promesas de rebajas de impuestos que la Comisión Europea se encargará de poner en orden (Alemania, sí, Alemania, anunció esta semana un plan de ajuste de 45.000 millones). Pero los presidentes de las eléctricas se darían con un canto en los dientes con que el nuevo Ejecutivo no les exponga en la plaza pública por codiciosos.
Desde el punto de vista regulatorio, tan solo ha dicho que prolongará la vida de las centrales nucleares, algo que, en la práctica, es solo una cuestión de ponerse de acuerdo en una remuneración justa para esa tecnología energética. Pero lo que más inquieta a Francisco Reynés (Naturgy), Flavio Cattaneo (Enel/Endesa) y Antonio Brufau (Repsol) es que tiene intención de echar abajo la norma conocida como escudo antiopas, que ahora impide a cualquier inversor comprar más del 10% de una compañía cotizada sin que Moncloa lo autorice previamente. Si bien para Feijóo, como fue para Rajoy, las peleas de gallos del Ibex no son una prioridad, el líder del PP sí está a favor del libre movimiento de capitales. De facilitar, en definitiva, que los inversores, extranjeros o no, compren empresas nacionales en las mismas condiciones que ocurre en otros países de la UE.
Esta promesa no aparece en el programa electoral oficial del PP, pero Feijóo la ha transmitido en privado en sus numerosas cenas recientes con empresarios. Suficiente para hacer sonar las alertas en las cúpulas directivas. Como informó esta semana El Confidencial, Borja Prado, banquero de profesión y expresidente de Endesa, se reunió en la sede de Repsol con Brufau para proponerle que la petrolera se lanzase a por la compra de la eléctrica que él dirigió y que ahora está en manos de Enel, multinacional italiana participada por la república que gobierna Georgia Meloni.
La reunión entre Brufau y Borja Prado tan solo es el pistoletazo de salida a una guerra corporativa si Feijóo cumple su promesa antiopas
Prado le comentó a Brufau que, si el 23-J aciertan las encuestas, se daría un ecosistema perfecto para que Repsol dejase atrás su huella fósil, de la que recelan los inversores, para convertirse en una eléctrica sostenible, mucho más apetecible para los grandes fondos. El de Mollerusa escuchó al banquero, que le detalló sus contactos con el nuevo Gobierno italiano e incluso su amistad con Cattaneo para engrasar una operación transformadora. Jugada en la que participaría Santiago Abascal, el líder de Vox, muy cercano a Meloni, con la que comparte su ideología.
Brufau, cuyo puesto de presidente de Repsol fue pretendido por Prado no hace muchos años, entendió que venían a por su compañía y optó por ponerse en modo proactivo y no esperar acontecimientos. Tras la publicación de esta noticia, la petrolera negó que estuviese analizando la compra de Endesa, de un tamaño ligeramente superior al suyo, pero en ningún caso la reunión con Prado y su contenido, confirmados ambos extremos por los participantes.
"Prado comentó que, si el 23-J aciertan las encuestas, se daría un ecosistema perfecto para que Repsol dejase atrás su huella fósil"
A la par, en Naturgy, Criteria Caixa (27%), el fondo asiático GIP (20%), el luxemburgués CVC (20%) y el australiano IFM (14%), los cuatro mayores accionistas institucionales, abrían una crisis de gobierno corporativo al exigir el nombramiento de un consejero delegado en detrimento de Reynés, reelegido presidente plenipotenciario por estos mismos inversores en la junta general de marzo. Al ingeniero mallorquín esto le ha sonado como lo que es: una pérdida de poder, un downgrade en términos de rating de confianza de los mismos que le nombraron. Nacho Gutiérrez-Orrantia, un banquero de inversión, gran jefe de Citi en Europa, será, al menos, su número dos.
Gutiérrez-Orrantia, un seguidor acérrimo del Athletic de Bilbao, no es un experto en costes y en regulación eléctrica. Pero es un crack, uno de los mejores, en operaciones de compra y venta de compañías (M&A). Para eso lo han elegido Criteria, GIP, CVC e IFM, cansados de que el plan de Reynés para facilitar salidas del capital, el famoso plan Geminis para dividir la empresa en dos, lleve muerto casi desde el mismo día de su nacimiento. Tanto por factores propios como exógenos.
Gutiérrez-Orrantia ve en Naturgy la misma oportunidad que Gonzalo Gortázar atisbó en CaixaBank al dejar Morgan Stanley en 2014, o más recientemente Santiago Bau para abandonar Goldman Sachs por El Corte Inglés. Aunque ganan mucho menos dinero que en sus elitistas y glamurosos bancos de Wall Street, los tres entienden que su etapa de jornadas infinitas, vuelos constantes a Londres y Nueva York y fines de semana cerrando operaciones, tiene un límite, el mismo que el recorrido en la cúpula de sus bancos. Dirigir una compañía y transformarla, como ya hizo Gortázar en CaixaBank con la compra de Bankia, sigue siendo un gran desafío profesional, pero con una vida algo más ordenada.
El PNV, en horas bajas, y Vox, con aspiraciones, pueden jugar un papel esencial en el baile
Si Manuel Falcó, el gran banquero español triunfador en la City londinense y codirector de M&A Global de Citi, no lo impide in extremis, Gutiérrez-Orrantia será elegido consejero delegado de Naturgy el próximo miércoles. Y no de cualquier manera, sino con la autoridad que le ha otorgado fácticamente Isidro Fainé, el sempiterno jefe de la Caixa, que le ha pedido personalmente que se haga cargo de la gasista y asuma una gran responsabilidad ejecutiva. Aunque no tiene ninguna responsabilidad ejecutiva en Naturgy, Fainé, a sus 81 años, sigue tomando decisiones con una cabeza muy ordenada desde su trono de las torres negras de Barcelona.
Fainé tiene una relación muy estrecha con Feijóo, gracias la relación con el abogado Manuel Medina. No sería de extrañar que supiera ya las líneas maestras de qué dejará hacer el gallego y qué no en el ecosistema del Ibex si llega al poder. Por su parte, Gutiérrez-Orrantia es un banquero con una gran relación en la burguesía del País Vasco y del Partido Nacionalista Vasco. Un PNV que este pasado jueves hizo en Madrid su presentación para el 23-J, un acto al que, entre los pocos empresarios que acudieron, estaba Josu Jon Imaz, el escudero de Brufau.
Entre Repsol y algunos accionistas institucionales de Naturgy ha habido alguna que otra conversación corporativa, para que la petrolera, que vendió su último 20% de la gasista precisamente a estos fondos en 2018 por 3.800 millones, vuelva a su capital. Un planteamiento que no ha cogido vuelo, entre otras razones, porque tendría que tener el visto bueno de la Moncloa de Sánchez, contra el que se han quejado tanto Brufau, como Reynés.
Veremos a ver qué pasa a partir del 23 de julio. Los tambores han empezado a sonar porque el de Repsol y el nuevo de Naturgy quieren coronar sus carreras con un premio gordo. Sin olvidar a todas las exministras y exministros de Rajoy y Aznar que ahora están en nómina de Iberdrola, como Fátima Báñez, Isabel García Tejerina y Ángel Acebes.
En las cúpulas del sector eléctrico español, estigmatizado por el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, se ha instalado la esperanza y el nerviosismo en proporciones similares. Los presidentes y/o consejeros delegados de Iberdrola, Naturgy, Repsol y Endesa anhelan que el próximo 23 de julio haya un vuelco electoral que provoque la salida de Pedro Sánchez y la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa. Desean incluso más lo primero que lo segundo, que sería tan solo una mera consecuencia.
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