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La fusión más deseada: CaixaBank y Bankia negociaron una operación en 2015
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La fusión más deseada: CaixaBank y Bankia negociaron una operación en 2015

Fainé y Goirigolzarri estudiaron un acuerdo ante los bajos tipos de interés en 2015, aunque no se dieron las circunstancias hasta que el covid llenó de incertidumbres el panorama

Foto: Isidro Fainé y José Ignacio Goirigolzarri. (EFE)
Isidro Fainé y José Ignacio Goirigolzarri. (EFE)

La persistencia tiene su recompensa. Eso podría pensar Isidro Fainé, presidente de la Fundación la Caixa, máximo accionista de CaixaBank, con un 30%. El banquero catalán negoció en al menos tres ocasiones la compra de Bankia, entre 2011 y 2020, hasta que logró su propósito. La primera, en 2012, con Rodrigo Rato en la presidencia de la entidad posteriormente nacionalizada. En aquel momento, el ex director gerente del FMI rechazó una integración al verse con apoyos en la Moncloa.

La tercera es la que fructificó en 2020, el año del covid. Pero hay una segunda que hasta ahora se desconocía, que tuvo lugar en 2015 y desvela el libro recién publicado Bankia desde dentro, de Juan Emilio Maíllo, director de Comunicación de la entidad entre 2012 y 2017, actualmente en Telefónica. En los últimos años, se han publicado decenas de libros sobre la crisis financiera, pero este es el primero que da una óptica desde dentro del grupo que, hasta ahora, ha costado más a los contribuyentes.

Foto: Isidre Fainé. (EFE)

"En aquel 2015 hubo un asunto que de repente, aunque sin generar demasiado estruendo, se coló en nuestra agenda. La posibilidad de una integración de Bankia con CaixaBank. Era el segundo intento, tras el explorado por Rodrigo Rato en los últimos meses de 2011. Se podrían recordar más, remontándonos a las épocas en que las entidades eran La Caixa y Caja Madrid. La integración de ambos siempre estuvo en la mente, con mayor o menor intensidad, de Isidro Fainé. El contexto empezaba a ser propicio para las fusiones, en particular porque servían para generar unas eficiencias que se antojaban básicas en un contexto de tipos de interés por el suelo", narra el libro de Maíllo.

"Faltaba un catalizador que hiciera razonable la operación, y en 2016 [y 2015] eso aún no se daba. Bankia gozaba de una cierta posición de fortaleza en términos de solvencia, liquidez y eficiencia, algo que le garantizaba su viabilidad incluso en un escenario de tensiones de tipos de interés como el existente", amplía posteriormente.

La fusión de 2020 y el factor Podemos

Maíllo cuenta también que durante esos años hubo muchas preguntas de periodistas sobre la posibilidad de que algún gran banco se quedara Bankia. Uno de los argumentos que daban entonces sus directivos en reuniones privadas para negar esta opción era que ni Santander ni BBVA querrían tener al FROB (Fondo de Reestructuración) como principal accionista. Un factor que no se daba en CaixaBank, al tener a la Fundación la Caixa como principal inversor.

El libro también aborda la fusión que sí fructificó de 2020. Aunque ya no estaba en la Dirección de Comunicación de Bankia, el autor era el responsable de prensa de la vicepresidenta Nadia Calviño, que lideró las negociaciones con Fainé. Y explica que la incertidumbre derivada del covid y la presencia de Podemos en el Gobierno fueron claves: "Se dibujaba un panorama ciertamente sombrío. Los focos se giraron hacia el Sabadell. Hubo contactos discretos con Bankia que no fructificaron. El banco catalán entabló negociaciones con BBVA que no llegaron a buen puerto. En la actualidad, sigue en solitario. Seguir en solitario no dejaba de tener riesgos. ¿Qué pasaba si la entidad tenía dificultades? ¿Hasta dónde se podrían resistir las intenciones de Podemos de usar Bankia como instrumento de política económica? La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, rechazaba de plano esta segunda opción. Goirigolzarri ya había dicho en repetidas ocasiones por qué eso sería un error".

placeholder La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño, junto al consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño, junto al consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. (EFE)

El libro explica que el primer paso para la fusión se tomó en mayo, cuando el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri (hoy de CaixaBank), se lo trasladó a Calviño: "En las conversaciones periódicas que de manera habitual cualquier empresa tiene con las autoridades, y más en su condición de primer accionista, en el mes de mayo de 2020, Goirigolzarri hizo ver al Ministerio de Economía que CaixaBank podría estar interesada en una operación". "A partir de ahí, la maquinaria se aceleró y los trabajos para encontrar un acuerdo que diera sentido a la operación para todas las partes se intensificaron. A finales de junio, el presidente de la Fundación la Caixa, Isidro Fainé, compartió con la vicepresidenta Calviño su interés en la operación", que este medio dio a conocer el 3 de septiembre.

El beneplácito de Calviño se volvió reproches unos meses después, cuando se anunció un ERE (expediente de regulación de empleo) para más de 8.000 empleados, que posteriormente fueron 6.452. Para el autor, el error no fue iniciar el proceso de recortes, sino el momento de hacerlo: "No dejó de ser un error, al menos en términos de comunicación y de timing político, teniendo al Estado con un 16,1% en tu capital, anunciar el 20 de abril, dos días después de que se hubiese iniciado la campaña electoral para las elecciones madrileñas, el mayor ERE de la historia bancaria. No es, de nuevo, un tema de injerencia política, sino gestión de tus grupos de interés". Calviño reaccionó con duras declaraciones, cuestionando el sueldo de los banqueros, que posteriormente llevó al FROB a votar en contra de la remuneración de Goirigolzarri.

La oferta italiana por Goiri

Otra de las novedades que aporta el libro es el interés que recibió Goirigolzarri en 2017 por parte de un cazatalentos para ir a Unicredit, hoy liderada por Andrea Orcel: "La banca italiana se empezaba a convertir en el foco de atención. Y en la primavera de 2016, a Goirigolzarri empezaron a tentarle desde un headhunter para que asumiera nuevos retos. La primera entidad italiana, Unicredit, andaba inmersa en serios problemas y las autoridades europeas pensaron que una vez solucionada Bankia, y pese a que el plan de reestructuración siguiese vigente hasta el 31 de diciembre de 2017, Goirigolzarri podía dejar el banco en otras manos y dedicar las suyas a repetir el éxito en el país transalpino".

También aborda el papel de Bankia en la resolución de Banco Popular, explicado por conversaciones de su ex consejero delegado José Sevilla con periodistas: "El 23 de mayo, José Sevilla hacía su particular análisis de la cuestión para concluir que el Santander era el mejor posicionado. Nuestro consejero delegado apuntaba que nos estaban usando —si eres consciente de ello, quizá no es que te usen tanto— como señuelo para generar competencia entre Santander y BBVA".

placeholder El expresidente de Bankia José Ignacio Goirigolzarri (d), con su ex número dos, José Sevilla. (EFE/Emilio Naranjo)
El expresidente de Bankia José Ignacio Goirigolzarri (d), con su ex número dos, José Sevilla. (EFE/Emilio Naranjo)

Y explica que "el 24 de mayo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, citó al de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, para recabar su opinión sobre la situación. Nuestro presidente fue claro: 'Haz lo que sea para que Santander o BBVA se lo queden y, si es posible, pagando algo, porque las alternativas son imposibles".

La entidad nacionalizada hizo sus números y concluyó que necesitaría 9.000 millones para quedarse Popular, que quedarían en 5.000 millones si recibía garantías públicas y se amortizaban los bonos subordinados. Sabadell se ofreció a ayudar suscribiendo parte de la ampliación. Finalmente, Bankia no pudo pujar al no recibir el visto bueno de los supervisores, dando vía libre a Santander. "La adquisición del Popular habría situado a Bankia en una dimensión distinta. Habría tenido sus cosas buenas y otras no tan buenas. Pasados los años, tiene poco sentido hacer un ejercicio de banca ficción", concluye Maíllo.

La persistencia tiene su recompensa. Eso podría pensar Isidro Fainé, presidente de la Fundación la Caixa, máximo accionista de CaixaBank, con un 30%. El banquero catalán negoció en al menos tres ocasiones la compra de Bankia, entre 2011 y 2020, hasta que logró su propósito. La primera, en 2012, con Rodrigo Rato en la presidencia de la entidad posteriormente nacionalizada. En aquel momento, el ex director gerente del FMI rechazó una integración al verse con apoyos en la Moncloa.

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