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Credit Suisse, Silicon Valley Bank y el doble rasero con Banco Popular
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Credit Suisse, Silicon Valley Bank y el doble rasero con Banco Popular

Los últimos rescates dejan al proceso del Popular en 2017 como el único caso en el que se han llevado al extremo las normas internacionales de resolución

Foto: Luis de Guindos, vicepresidente del BCE. (EFE/Nacho Gallego)
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE. (EFE/Nacho Gallego)
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La mesa del quirófano de los rescates bancarios se ha vuelto a llenar en los últimos días. Las crisis de Silicon Valley Bank (SVB), Signature Bank y Credit Suisse han hecho que bancos centrales y autoridades vuelvan a remangarse como no se recordaba desde la crisis financiera que hubo entre 2008 y 2012.

Los cirujanos de ambos lados del Atlántico han optado por soluciones distintas para los enfermos: transfusión (liquidez) para salvar todos los órganos vitales (depositantes) y una amputación (pérdidas para accionistas y bonistas) en el caso de SVB; y transfusión y un posible trasplante (fusión) en el de Credit Suisse. Estas soluciones ponen más en cuestión la operación a la que se sometió a Banco Popular en 2017, la única hasta ahora en la que se ha seguido el manual de instrucciones a rajatabla, hasta sus últimas consecuencias.

Foto: Foto: EFE/Michael Buholzer.
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Fuentes próximas a esta decisión se mantienen firmes sobre la misma porque cumplió su principal objetivo, que no tuviera coste para el contribuyente, algo que todavía no pueden afirmar en Estados Unidos y Suiza. En Norteamérica, la Reserva Federal ha cambiado las reglas de juego sobre la marcha. Hasta ahora, las normas internacionales de resolución fijaban que una entidad con problemas debía ser rescatada primero por sus accionistas, después por sus bonistas y, por último, por los depositantes no garantizados. Sin embargo, los reguladores de EEUU han fijado una nueva línea roja al proteger el 100% de los depósitos, aunque sean de más de 250.000 dólares. Además, han ofrecido una línea de liquidez al resto de entidades para evitar nuevos silicon valleys.

La crisis del SVB tuvo ciertas similitudes con la del Popular, al tratarse de bancos que llegaron a una crisis de liquidez por dudas sobre su balance: por su exposición al ladrillo, en el caso de la española, y por el impacto de las subidas de tipos en la cartera de bonos, en el de la norteamericana. Sin embargo, en el caso del Popular sí que hubo opción de que se aplicaran quitas a los depositantes, como reconoció posteriormente el entonces gobernador del Banco de España, Luis María Linde.

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Un pilar para Suiza

En el caso de Credit Suisse, el Banco Nacional de Suiza decidió salir al paso y ofrecer la liquidez necesaria para calmar a los mercados, ante las caídas del 30% que estaba sufriendo la entidad. Para este país, la entidad liderada por Ulrich Koerner es sistémica. De ahí que se esté poniendo toda la carne en el asador, cueste lo que cueste, con un cheque a su disposición de 50.000 millones. Y a ello se une ahora la posibilidad de una adquisición por parte de su gran rival UBS, como trascendió ayer a última hora, todo auspiciado por el banco central suizo y su regulador financiero (Finma). Frente a ello, Popular recibió liquidez a cuentagotas del Banco de España, al encontrar problemas para validar sus garantías.

Una inyección de efectivo como la de Credit Suisse se descartó en España en 2017 por el coste político que hubiera tenido socorrer a una entidad financiera con dinero público tras el rescate de 2012, que ya ha pasado una factura de casi 60.000 millones de euros. El Gobierno entonces presidido por Mariano Rajoy pudo haber avalado emisiones del Popular a través del Tesoro, pero el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, optó por dejar que la entidad se sometiera a las reglas europeas.

placeholder Ana Botín, presidenta de Santander, tras la compra de Banco Popular. (EFE/Fernando Villar)
Ana Botín, presidenta de Santander, tras la compra de Banco Popular. (EFE/Fernando Villar)

El resultado fue que todos los accionistas perdieron su dinero y también los titulares de bonos valorados en 2.000 millones. Y pudo ser peor si no hubiera habido una oferta de última hora del Santander, ya que de lo contrario la entidad no hubiera abierto sus oficinas el 7 de junio de 2017, extendiendo el nerviosismo en el sector. Los objetivos de la normativa de resolución (proteger a los contribuyentes y la estabilidad financiera) se lograron sobre la bocina. Además, si las condiciones en las que Santander compró Popular hubiesen incluido un apoyo financiero como el que disfrutará UBS si acaba comprando Credit Suisse, las pérdidas soportadas por algunos inversores privados y las turbulencias posteriores, podrían haberse minorado.

De hecho, esa es otra diferencia de cómo se han afrontado las crisis de SVB, Credit Suisse y la de Popular: el respaldo de los supervisores e instituciones. En los dos primeros casos, el apoyo de los bancos centrales de sus países ha sido tácito. No hubo un pronunciamiento así por parte del BCE ni del Banco de España. Al contrario, desde la JUR (Junta Única de Resolución) pusieron palos en las ruedas del banco con unas declaraciones de su entonces presidenta, Elke König, y una filtración que generan más dudas en el mercado sobre el banco.

En tierra de nadie

Junto a ello, parte de la fuga de depósitos del Popular llegó por parte de las instituciones públicas, que acrecentaron el problema. De este modo, en lugar de recibir apoyo, la entidad tuvo en las autoridades a un enemigo.

Una de las circunstancias que justificó esta distinta vara de medir es que su crisis no fue "sistémica, sino idiosincrática"

Una de las circunstancias que justificó esta distinta vara de medir es que su crisis no fue "sistémica, sino idiosincrática", señalan fuentes próximas a la resolución. "SVB también podría haber sido idiosincrática, pero las autoridades de EEUU han visto un posible contagio a otras pequeñas entidades. La gran diferencia con Popular es que este rescate solo tuvo pequeñas repercusiones para Liberbank, que al final solventó, era, por tanto, el problema de un único banco", añaden. Si hubiera sido un banco más grande, probablemente hubiera tenido otro plan de choque.

Al margen de este debate, lo que los últimos rescates han dejado claro es que hay unas reglas de juego internacionales para el rescate de bancos, que cada país decide cumplir, o no, en función de sus intereses. Como pasó en Italia con los bancos venecianos a los pocos días de la caída del Popular, demostrando el doble rasero que hay a la hora de intervenir entidades.

La mesa del quirófano de los rescates bancarios se ha vuelto a llenar en los últimos días. Las crisis de Silicon Valley Bank (SVB), Signature Bank y Credit Suisse han hecho que bancos centrales y autoridades vuelvan a remangarse como no se recordaba desde la crisis financiera que hubo entre 2008 y 2012.

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