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Giro de los fondos y los Rubiralta en Celsa: en vez de paz por territorios, paz por capital
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Giro de los fondos y los Rubiralta en Celsa: en vez de paz por territorios, paz por capital

Por primera vez, los dueños del gigante de acero trefilado asumen que han de ceder capital ante sus acreedores, a los que deben 2.700 millones. Pero esperan mantener la mayoría

Foto: Francesc Rubiralta de Celsa Group. (Cedida)
Francesc Rubiralta de Celsa Group. (Cedida)
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El rey Salomón se ha parecido en Castellbisbal y lanzado su propuesta para pacificar Celsa y salvar una empresa estratégica. Paz por capital, copiando aquella vieja fórmula para los alto el fuego en Oriente Próximo: paz por territorios. Por primera vez, la familia Rubiralta se aviene a asumir dar entrada a los fondos oportunistas en el accionariado, que podría llegar hasta el 49%, a cambio de salvar una compañía que en 2021 facturó 5.300 millones y da empleo a más de 12.000 personas, 4.500 en las plantas españolas.

El Gobierno y la Generalitat consideran que Celsa es una empresa estratégica, tal y como contaba Nacho Cardero, por lo que se quiere evitar que los hedge funds troceen o desplacen los centros de decisión al extranjero. La solución para respetar los derechos de los acreedores es poder dar entrada en el capital a los que así lo que quieran, mientras otros podrían preferir un instrumento de deuda alternativo. La entrada en el capital debería ser compatible con la aceptación de la ayuda de la SEPI, que tiene previsto otorgar un préstamo participativo 280,5 millones y otro ordinario de 265 millones, siempre que los Rubiralta pongan otros 50 millones de su patrimonio.

Foto: Logo de Celsa Group. (Celsa Group)

Celsa debe 2.700 millones. Su presidente, Francesc Rubiralta, no había querido hasta ahora dar entrada a unos fondos que habían comprado deuda por valor de 2.400 millones a precio de 250 millones y que aspiran a hacerse con el control de la compañía por ese precio irrisorio. Tras el nuevo giro, que tiene que avalar el juzgado mercantil número 2 de Barcelona, donde se dirime el pulso por el control de la compañía, la solución apunta a una paz por acciones. Es decir, dar entrada a los fondos que así lo quieran a cambio de dejar desangrarse en una batalla en la que por ahora todos han perdido. Hasta el 49% del capital de Celsa podría quedar en manos de los fondos de alto riesgo que se quedaron la deuda. Esa es la nueva línea que ponen los Rubiralta: mantener la mayoría.

La pregunta clave pasa por cuánto vale Celsa. La banca Lazard ha hecho una valoración para la dirección de la compañía. Portavoces de la empresa han declinado hacer declaraciones. Fuentes financieras cercanas a la sociedad consideran que podría situarse en cinco veces EBITDA, menos la deuda. Eso aproximaría la cifra a los 1.300 millones, que los Rubiralta considerarían baja y los fondos demasiado alta. Sin embargo, los números oficiales no se han hecho públicos.

Hasta la pandemia, Celsa estuvo cumpliendo siempre sus obligaciones con los acreedores. En 2020 empezaron los incumplimientos, que superan 1.000 millones, y es lo que ha dado alas a Goldman Sachs, SVP, Cross Ocean, Anchorage y Deutsche Bank para intentar forzar el control a través de los juzgados.

Heredero correoso

A los fondos les ha salido mal tres cosas: no contaban con que Francesc Rubiralta se revelase como un heredero correoso, que ha dado una ardua batalla para mantener el control de la compañía; tampoco con el cambio de ciclo en Europa, donde una acería dedicada al reciclaje que ha conseguido ser líder en segmento de barras corrugadas de acero que se usan el hierro forjado de la construcción; y nunca han tenido un plan industrial para el grupo.

La ayuda de la SEPI rompe la actual situación de los acreedores de la compañía con la ventaja de añadir un tipo de interés muy por debajo del de mercado, da oxígeno a Francesc Rubiralta y limita la venta de activos durante siete años, con lo que los fondos ya no tendrían facilidades para despiezar la empresa. Por eso, los fondos no la han querido nunca.

La banca ha renovado el circulante de la empresa por 500 millones para seis meses

La nueva oferta de acciones por paz corporativa, tiene la ventaja de que ofrece títulos a los que quieran capital y el vehículo de deuda a un interés pactado a los que prefieran ser acreedores. El EBITDA obtenido en los primeros seis meses, 435 millones de euros, debería facilitar una valoración lo suficientemente optimista para hacer posible la confluencia de intereses y dejar atrás estos años de guerra abierta entre la familia Rubiralta y los tenedores de deuda. Por ahora, la banca ha renovado el circulante de la empresa por seis meses desde el pasado mes de enero, lo que afecta a un volumen de 500 millones.

Pacto de capitalismo pospandemia

El pacto, de llegar a cerrarse, podría servir de precedente de un modelo de pacto capitalismo pospandemia: industriales tradicionales, fondos de alta especulación y una administración que no renuncia a jugar un rol keynesiano. Y puede servir de precedente europeo. Los gestores de fondos obtendrían una rentabilidad muy por encima del mercado del dinero, los industriales salvarían sus empresas y su rol jugados en las empresas y los políticos mantendrían los puestos de trabajo y el papel estratégico de determinadas empresas.

Pero para eso habrá que ser razonable. Entender, por ejemplo, que si debes 2.700 millones la empresa ya no es tan tuya como antes. O que no tiene sentido quedarse una compañía si no se tiene mejor plan que la liquidación, por muy barata que resulte. Caído el secretario de Industria, Raül Blanco, habrá que ver ahora quien asume el liderazgo desde la administración de una operación tan compleja como esta.

El rey Salomón se ha parecido en Castellbisbal y lanzado su propuesta para pacificar Celsa y salvar una empresa estratégica. Paz por capital, copiando aquella vieja fórmula para los alto el fuego en Oriente Próximo: paz por territorios. Por primera vez, la familia Rubiralta se aviene a asumir dar entrada a los fondos oportunistas en el accionariado, que podría llegar hasta el 49%, a cambio de salvar una compañía que en 2021 facturó 5.300 millones y da empleo a más de 12.000 personas, 4.500 en las plantas españolas.

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