Grandes fortunas vascas y castellanas entran en la operación Nissan en Barcelona

QEV Technologies, la empresa catalana que se ha adjudicado el proyecto de rehabilitación de la antigua fábrica de Nissan en Barcelona, va desvelando poco a poco su identidad ante el inminente vencimiento para recibir las ayudas públicas comprometidas por el Gobierno. Según datos internos, entre los grandes accionistas de la sociedad dirigida por Joan Orús se encuentran Onchena, el holding inversor de los Ybarra Careaga, la saga familiar de la burguesía vasca, y los Isidro Rincón, una de las grandes fortunas de Castilla y León gracias al negocio del papel y el cartón.

Según un documento al que ha tenido acceso El Confidencial, Gaea Inversión SCR se va a hacer con el 15,85% de QEV Technologies mediante la suscripción de una ampliación de capital por un total de 65 millones de euros. Gaea, que tiene forma de sociedad de capital riesgo, está participada por Onchena, la cabecera de los Ybarra Careaga, accionistas destacados de Vocento, Elecnor, Laboratorios Reig Jofre, Atrys Healh, Arteche Lantegui o Nicolas Correa.

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Pero esta familia natural de Getxo (Bilbao), considerada una de las más ricas de Neguri, salió recientemente del anonimato cuando ingresaron cerca de 330 millones, con unas plusvalías de 220 millones, por la venta de su 13% de MásMóvil en la opa lanzada por KKR, Cinven y Providence. Poco después, repitieron éxito en la venta de Solarpack, de la que tenían el 5%, a EQT, en una opa de 881 millones. Antes ya habían hecho un gran negocio con Europac, cuando la papelera catalana fue adquirida por la británica DS Smith por 1.600 millones.

El principal accionista de Europac era la familia Isidro Rincón, una discreta familia de origen castellano pese a ser una de las más ricas de España. Los Isidro Rincón participan también en Gaea Inversión, de la que ocupan la presidencia a través de Win Soto. En el consejo de esta sociedad de capital riesgo se sientan José Miguel y Fernando Isidro Rincón, junto con Alvaro Ybarra Zubiría y Rafael Canales, presidente y consejero delegado, respectivamente, de Onchena.

A ambas familias les une Inveready, el fondo de private equity dirigido por Josep María Echarri, que fue uno de los promotores de MásMóvil, que también está en el capital de Gaea y en su consejo de administración y que, para completar la jugada, va a tomar un 4% de QEV Tecnologies. Entre los tres sumarán el 20% del capital de la nueva propietaria de los terrenos de Nissan, lo que de facto los convertirá en el primer accionista de este futuro fabricante de coches eléctricos.

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Hasta la fecha, el capital de QEV Technologies estaba controlado por los fundadores y por Enrique Bañuelos, que ha llegado a tener el 19% de las acciones. También destaca la presencia de Power Electronics, la empresa valenciana de los hermanos Salvo, que llegaron a presidir el Valencia Club de Fútbol y cuya participación actual del 12% se reducirá al 6% tras la ampliación.

El interés de Maroto

Además, en su accionariado hay algún inversor inglés, como New Automovile Development, cuyo propietario final son dos firmas con sede en Luxemburgo. Uno de sus gestores es Franck Christian Kanayet Yepes, cuyo nombre apareció en los conocidos como papeles de Panamá, con una sociedad en el paraíso fiscal británico de Anguila.

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Si no hay cambio de última hora en el calendario, QEV Technologies tiene que presentar hoy los cerca de 80 millones en avales bancarios para recibir los 107 millones de subvenciones públicas a través del Perte del automóvil habilitado por el Ministerio de Industria con los fondos concedidos por la Unión Europea. Un dinero esencial para poner en marcha la nueva planta de coches eléctricos donde antes estaba la fábrica de Nissan, cuya inversión total ronda los 300 millones.

El gran problema de este proyecto, calificado de "relevancia estratégica nacional e industrial", ha sido la consecución de los avales, ya que la banca española se mostró reacia a asumir el riesgo pese a la subvención europea. Una situación que ha obligado a la ministra Reyes Maroto a intervenir en primera persona y pedir al consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, para que arrimase el hombro e hiciera de imán para el resto de entidades.