¿Cómo vamos a dar energía a una población que no para de crecer?

Estamos inmersos en una crisis energética de alcance global. La falta acumulada de inversión en petróleo y gas, la guerra de Ucrania, las sanciones contra Rusia, la respuesta del Kremlin en forma de recorte de los suministros de energía a los países europeos… Estos son algunos de los factores que han contribuido a poner al sector al rojo vivo.

El gas ruso supone aproximadamente el 40% de todo el gas que se consume en Europa y ahora, ante la futura llegada del invierno, prácticamente todas las capitales del viejo continente están disputando una frenética carrera por conseguir suministros de gas y petróleo alternativos a Rusia. Sin embargo, a medio plazo el reto puede ser, incluso, mayor. Entre otras cosas, porque el mundo sigue experimentando un enorme despegue demográfico.

Según las estimaciones de Naciones Unidas, durante las próximas décadas tanto África como Asia seguirán experimentando un enorme crecimiento en su número de habitantes. Por ejemplo, para el año 2050, las estimaciones apuntan a que la población africana crecerá en al menos 1.300 millones de personas y la población asiática como mínimo en 950 millones más. Esto supone que en menos de 30 años nuestro mundo verá crecer su población en más de un 30%.

Por supuesto, alimentar, calentar y acomodar a toda esta nueva población requerirá grandes cantidades de energía. Hablamos de unos 2.500 millones de personas más.

Y eso no es todo. A esta evolución demográfica tenemos que añadirle la creciente convergencia de los países más pobres en términos de consumo energético. Por ejemplo, actualmente el consumo per cápita de energía de Estados Unidos es aproximadamente cinco veces el consumo de China y 15 veces el consumo de la India. A medida que estos países –y también muchos otros, desde Vietnam a Etiopía– mejoren la calidad de vida de sus habitantes, demandarán mucha más energía.

Así que la pregunta es, si ya vivimos en un entorno de escasez, ¿qué podremos hacer para responder a esta enorme demanda? Más aún si tenemos en cuenta que algunos de los principales consumidores del mundo, como Alemania, quieren buscar nuevas fuentes de energía como alternativa al petróleo y el gas natural procedente de Rusia.

Los tres escenarios posibles

En este sentido, son muchos los expertos en la industria que apuntan a tres grandes tendencias:

En primer lugar, pese a los planes de transición energética, durante los próximos años se incrementará la inversión en energías fósiles. De hecho, el Foro Internacional de la Energía estima que para poder responder a la demanda, la inversión anual en petróleo y gas natural debería superar como mínimo los 525.000 millones de dólares anuales. Esto supone casi 185.000 millones más que la inversión ejecutada en 2021.

En segundo lugar, todo apunta a que la energía nuclear verá un nuevo renacer. Desde el año 2017 se ha puesto en marcha la construcción de 31 nuevos reactores nucleares en todo el mundo y países como Corea del Sur, Polonia, Reino Unido, Finlandia, Emiratos Árabes, Egipto, Francia o China, entre muchos otros, están apostando decididamente por sacar adelante nuevos proyectos. De hecho, en el caso de China, este país está comenzando a ejecutar el mayor plan de inversión nuclear de todos los tiempos.

Y en tercer y último lugar, veremos no solo una explosión aún mayor de las energías renovables más habituales, como la energía solar o la energía eólica, sino que probablemente también surgirán nuevos actores protagonistas en este campo. Entre ellos podemos destacar dos: el hidrógeno y la geotermia.

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