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Euroliga, el pulso geopolítico entre clubes por un torneo que busca los 100 millones en ingresos
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La máxima competición del 'basket' europeo

Euroliga, el pulso geopolítico entre clubes por un torneo que busca los 100 millones en ingresos

La principal competición europea de baloncesto vive una crisis interna con el intento de seis equipos de forzar un cambio en la dirección ejecutiva, liderada por Jordi Bertomeu

Foto: La última final de la Euroliga entre Real Madrid y Anadolu Efes. (EFE/Andrej Cukic)
La última final de la Euroliga entre Real Madrid y Anadolu Efes. (EFE/Andrej Cukic)

La Euroliga prepara la que promete ser otra temporada convulsa en su seno. Tras superar la pandemia deportiva y económicamente, la competición de clubes de baloncesto ha hecho frente a la invasión de Rusia en Ucrania y a la rebelión de seis de sus once equipos accionistas. El objetivo: deponer a Jordi Bertomeu y forzar un cambio en la dirección ejecutiva que, de momento, solo ha descosido aún más el siempre complicado baloncesto europeo. A favor de la actual directiva está un negocio que apunta a 100 millones de euros y la profesionalización de la liga.

Las tensiones en la Euroliga no se entienden sin un componente geopolítico. La facción española, tanto directiva como de clubes, se apoya en el progreso y gestión realizada hasta la fecha para defender la continuidad de Bertomeu. También Fenerbahçe y Efes, ya que Turquía ha sido el mercado que más ha despegado comercialmente desde que se constituyó como competición independiente y privada, fuera del paraguas de la Fiba.

Sin embargo, otras medidas como el control financiero o el reparto de ingresos han chocado frontalmente con los dueños de otros equipos. Especialmente con los de CSKA, Maccabi y los griegos Olympiacos y Panathinaikos. Este último incluso intentó vender su plaza a modo de ultimátum el año pasado, y ha protagonizado los principales desencuentros en el seno de la organización. A ellos se les sumaron Milán y Zalgiris, desestabilizando la balanza.

Foto: El estadio del Atlético de Madrid ha dejado de llamarse Wanda para convertirse en el Civitas Metropolitano. (Fuente: Atlético de Madrid)

Desde la Euroliga se confiaba en que la entrada como accionistas de Bayern y Asvel pudiera ejercer de contrapeso. Sin embargo, pese a que hace un año que se aprobó su entrada como miembros, aún no ha sido ratificada en asamblea por los clubes, impidiendo el voto hasta que se desbloquee la situación de Bertomeu. Los equipos díscolos apuestan por situar al frente al exjugador Dejan Bodiroga, sin experiencia en la gestión, y a Marshall Glickman, asesor en 'ticketing', como presidente y consejero delegado, respectivamente.

La realidad es que más allá del control económico y las limitaciones al gasto de los propietarios, cada club tiene razones diferentes para forzar el cambio. Entre ellas también figura la creencia de que debe aumentarse el reparto económico o que aún hay un techo de ingresos mayor. La realidad es que la facturación crecerá un 15% en 2022-2023, hasta alcanzar los 100 millones de euros, si se cumplen las previsiones, lo que supone casi triplicar el importe respecto a 2014-2015.

La cuestión económica es uno de los principales avales de la junta presidida por Bertomeu, para el que no ha surgido un relevo natural que combine el gorro de gestor del negocio con el de político para gobernar a los propietarios de los clubes. Tras impulsar la Euroliga en el 2000, en 2005 logró recuperar los derechos comerciales de la liga y avanzar en su profesionalización para comercializarlos. Una de sus primeras decisiones fue la firma del acuerdo con Telefónica, que permitió el primer salto sustancial en ingresos para el baloncesto europeo.

Foto: Foto: Reuters/Denis Balibouse.

Con la parcela comercial encarrilada, el foco se puso en transformar una organización aún en desarrollo en una competición profesional de la mano de los clubes bajo el formato de licencias semicerrado. Ahí fue cuando nació Euroleague Commercial Assets (ECA), la sociedad que alimenta todo su ecosistema y que dio lugar al sistema de licencias semicerrado y, a partir de 2012, al modelo de clubes accionistas y fundadores.

Se desconoce a cuánto ha ascendido el reparto económico en este período, pero sí que prácticamente se multiplicará por tres en 2022-2023 respecto a 2014-2015. El reparto procede de la 'joint venture' de la Euroliga junto a IMG, que se puso en marcha en 2016-2017. Esa misma temporada entró en vigor también el nuevo formato semicerrado de liga, que permitió trabajar con licencias permanentes y dar una mayor estabilidad a los clubes.

Tanto el modelo de reparto como el de licencias implantado por la actual directiva han sufrido modificaciones en los últimos años. Tras la última modificación introducida en la pandemia, el denominado 'market pool' (que se basa en los acuerdos audiovisuales y comerciales generados en cada mercado para dar más o menos porcentaje a esos clubes), copa ahora el 80% del reparto, por solo el 20% de los criterios deportivos.

Foto: Las 'apps' de marcas de ropa deportiva cada vez son más populares entre los deportistas, especialmente los 'runners'. (Fuente: Freepik)

De momento, la situación de bloqueo no ha afectado a los acuerdos comerciales de la Euroliga. Un cambio drástico de rumbo sí podría tener un efecto perjudicial sobre sus contratos. Todo ello mientras los rumores sobre las conversaciones con Fiba y NBA para unificar de nuevo el baloncesto europeo prosiguen.

Por lo pronto, más allá del reto de la gestión, la Euroliga apunta a superar este año su récord de ingresos y de audiencia. Su principal objetivo vuelve a estar en desarrollar sus mercados emergentes y consolidar su core, sin renunciar aún a la posibilidad de abrir más ciudades estratégicas como París y Londres, cuyos equipos disputarán la Eurocup este año.

La Euroliga prepara la que promete ser otra temporada convulsa en su seno. Tras superar la pandemia deportiva y económicamente, la competición de clubes de baloncesto ha hecho frente a la invasión de Rusia en Ucrania y a la rebelión de seis de sus once equipos accionistas. El objetivo: deponer a Jordi Bertomeu y forzar un cambio en la dirección ejecutiva que, de momento, solo ha descosido aún más el siempre complicado baloncesto europeo. A favor de la actual directiva está un negocio que apunta a 100 millones de euros y la profesionalización de la liga.

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