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Usted no lo sabe, pero Aragonès le acaba de subir el recibo de la luz
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Usted no lo sabe, pero Aragonès le acaba de subir el recibo de la luz

Mientras que en el resto de España la preocupación son los costes energéticos, la Generalitat despliega una política fiscal a la generación que aumentará la factura eléctrica

Foto: El presidente de la Generalidad, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente de la Generalidad, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
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Usted no lo sabe y eso es bueno porque, ojos que no ven, corazón que no siente. Usted no lo sabe, pero Pere Aragonès presentó esta semana un programa de 120 millones de euros para acoger a los refugiados ucranianos. Y así, como de rondón, el presidente catalán coló que había subido el impuesto autonómico a las instalaciones de generación eléctrica situadas en Cataluña, lo que afecta a las centrales nucleares de Ascó y Vandellòs y a los ciclos combinados de gas. Según Pere Aragonès, esa subida impositiva, una más, otra más desde que empezó la guerra de Ucrania, no va a afectar a los consumidores. Usted no lo sabe, y al parecer el presidente de la Generalitat tampoco, pero la administración catalana no tiene ni un solo funcionario para vigilar que las compañías eléctricas no trasladen este sobrecoste a los usuarios.

Aragonès planteó la subida fiscal como una mayor presión para "los beneficios caídos del cielo", el coste al que se sitúa la energía a causa de que el precio final lo marca el gas, que está disparado. Para justificarlo, el presidente catalán se remite al artículo 12.2 Ley 5/2020 de la Generalitat que reza lo siguiente: "Queda prohibida la repercusión del impuesto a los consumidores. Esta prohibición no puede ser alterada mediante pactos o acuerdos en contrario entre las partes".

Pero la Generalitat no tiene ni competencias ni capacidad para hacer cumplir su propia ley. Pasa con esta norma de la Generalitat y pasa con muchas leyes en Cataluña: se legisla sobre el papel, pero luego el estricto cumplimiento de la norma ya queda al albur de los dioses. Porque la que tiene competencias y personal para cumplir algo así es la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC). Y la preocupación de este ente regulador por el cumplimiento de la normativa autonómica es, vamos a dejarlo así, relajado. Puede que tal y como opera, en diez años, y si alguien la presiona, haga alguna cosa. Ahora, calcule usted los recibos de luz que habrá pagado durante diez años.

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Podría usted pensar que no será tan grave. Total, solo es Cataluña. Pero aquí también se equivoca. Porque existe el mimetismo fiscal. Porque la Generalitat copió su impuesto sobre la generación de la legislación extremeña. Cuando decimos lo copió, queremos decir, lo copió "literalmente": el mismo redactado para que el Tribunal Constitucional, que ya había dado su visto bueno al tributo extremeño, no lo tumbase. Y luego se sumó Valencia. Del mismo modo, la tentación de estas comunidades, también gobernadas por la izquierda, de meter presión a los "beneficios caídos del cielo" será demasiado grande.

Sí que habrá subida

Pero, como reconoce José Vicente Vázquez, presidente de Grup de Gestors Energètics, "la subida del impuesto sí que tendrá una repercusión en el precio final, ya que las empresas generadoras eléctricas lo acabarán repercutiendo, primero en el precio del 'pool', y luego el sistema, a su vez, en el cliente". Aragonès puede decir lo que quiera, que luego la realidad tiene sus propios planes.

Según el presidente de la Generalitat, esta subida va a suponer un incremento para las arcas públicas catalanas de 20 millones de euros. El impuesto sobre la generación tenía presupuestados unos ingresos de 155 millones. Pero no es verdad. Serán 35 millones, lo que pasa es que como entra en vigor a partir de abril solo computan ocho meses. Incluso calculando los ocho meses, son 26 millones a las nucleares y casi un millón más a los ciclos combinados, según las fuentes del sector consultadas. Para este año en curso: 27 millones, y la cifra total se sitúa en 182 millones. Una subida de los ingresos fiscales del 17%. La jugada no es energética. Es fiscal. Así, la Generalitat compensa los 90 millones de ajustes en el impuesto por emisión de CO₂ que iba a obtener por la aplicación de este tributo y que afectaba a tres millones de catalanes, todos los que tienen un coche o un vehículo de transporte. No se trata de potenciar las energías verdes, sino de no castigar en exceso a los conductores, ya con el bolsillo muy dolorido cada vez que van a repostar. Frente al surtidor, los impuestos siempre se ven. En cambio, el recibo de la luz no se entiende, ni en tiempos de guerra, ni en tiempos de paz.

La subida del impuesto se cifra en 20 millones, pero aumenta el ingreso fiscal un 13%

En el sector este tipo de cargas fiscales, como la tasa hidráulica, se denominan "costes hundidos". Ya la definición de costes ofrece una pista: se repercuten. Lo de hundidos no es porque los ahoguen en los pantanos. Es porque no son rastreables. Al trasladarse al 'pool', luego el mercado y el laberíntico sistema eléctrico español hacen el resto. El artículo 12.2 es como si en la Generalitat se hiciesen camiseta con la leyenda "Soy impotente".

En teoría, los 27 millones que se obtengan de esta subida van a servir para impulsar la instalación de placas solares en los tejados de las casas, según justificó Aragonès en rueda de prensa tras el Consell Executiu. Parece altamente dudoso, dado el éxito escaso que ha tenido con la eólica la 'consellera' del ramo, Teresa Jordà, que lo mismo sirve para frenar los molinos en la pasada legislatura que para ponerse al frente de una supuesta revolución verde en esta. Jordà no lo reconocerá nunca, pero los grandes proyectos de energía renovable que prosperan en Cataluña son los grandes, los que dependen de la legislación estatal.

Siempre al frente

De nuevo, un cambio en política energética y de nuevo el presidente de la Generalitat se pone al frente. Mientras una de las empresas industriales catalanas, Celsa, aplica un ERTE a 850 trabajadores porque no puede asumir los costes de la energía en su factoría de Castellbisbal, la mejor idea que se le ocurre al Govern es subir el precio de la luz. Porque yo lo valgo. Su socio de JxCAT, con personas tan interesadas por la actividad de las empresas como Joan Canadell, que por cierto viene del mundo de las gasolineras, callan, luego otorgan.

Usted no lo sabe, pero subir el precio de la luz no tiene nada que ver con la política energética. De hecho, es la prueba de que no hay una política energética propiamente dicha en Cataluña, aunque se legisle sobre ella con leyes que no se van a cumplir. Esto va de elecciones. Al votante de ERC le encanta que su gobierno presione fiscalmente a las grandes empresas. Como si las leyes de la causa y el efecto se suspendieran de manera mágica durante el despliegue de estos excesos tributarios. Por eso el presidente de la Generalitat se pone delante de la procesión. Subo los impuestos a los oligopolios de energía, al señor Burns de cada pueblo. Vótenme cuando la legislatura se acabe de manera precipitada por culpa de las pretensiones de Laura Borràs como presidenta del Parlament, cuando cualquier ley de la Cámara catalana pueda ser impugnada por Vox ante la situación de inseguridad jurídica en la que se encontrará la presidenta. Vótenme, que esto es el milagro de los panes y los peces: subimos los costes de generación energética sin que se refleje en el precio final del recibo. Y si se espera unos segundos, serraremos a una mujer por la mitad y luego saldrá caminando de la caja. Ahora ya no reservamos los trucos para eso que despreciamos calificándolo de "independentismo mágico". Ahora gestionamos el mientras tanto. Cierren los ojos y confíen. Hágase la luz.

Usted no lo sabe y eso es bueno porque, ojos que no ven, corazón que no siente. Usted no lo sabe, pero Pere Aragonès presentó esta semana un programa de 120 millones de euros para acoger a los refugiados ucranianos. Y así, como de rondón, el presidente catalán coló que había subido el impuesto autonómico a las instalaciones de generación eléctrica situadas en Cataluña, lo que afecta a las centrales nucleares de Ascó y Vandellòs y a los ciclos combinados de gas. Según Pere Aragonès, esa subida impositiva, una más, otra más desde que empezó la guerra de Ucrania, no va a afectar a los consumidores. Usted no lo sabe, y al parecer el presidente de la Generalitat tampoco, pero la administración catalana no tiene ni un solo funcionario para vigilar que las compañías eléctricas no trasladen este sobrecoste a los usuarios.

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