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Relevo sordo de los Carulla en Agrolimen con pelotazo en la recámara de Joan Cornudella
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Relevo sordo de los Carulla en Agrolimen con pelotazo en la recámara de Joan Cornudella

Tras casi dos años sólo sabemos que Agrolimen sigue los planes que marcó el padre del actual presidente y que todavía se vive de las grandes operaciones del padre, no del hijo

Foto: Uno de los copropietarios del grupo alimentación Agrolimen, Jordi Carulla. (EFE)
Uno de los copropietarios del grupo alimentación Agrolimen, Jordi Carulla. (EFE)
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Hay relevos y relevos. La primera fortuna familiar de España los preparó con una puesta en escena en The Wall Street Journal, como demostró la llegada de Marta Ortega a Inditex. La quinta fortuna de Cataluña ha optado por un camino absolutamente contrario: lo publica en el Borme a finales de mes de julio y, gracias a la 'agostidad', pasar sin pena ni gloria. Así Artur Carulla i Mas ha llegado a la presidencia de Agrolimen. Y con él, la pandemia, con la que han crecido los beneficios. Y si bajan, es igual, porque el auténtico hombre fuerte del grupo, el director general Joan Cornudella, se guarda un as en la manga en forma de pelotazo inmobiliario por si un día llegan malos tiempos.

Artur Carulla i Mas es el hijo de Artur Carulla Font, que en los últimos años ha sido el presidente histórico de un grupo que en 2020 facturó 1.901 millones de euros, con marcas como Gallina Blanca o Purina, entre otros. El patrimonio de la familia supera los 2.200 millones, si bien en la tercera generación se reparte entre seis ramas de primos. Artur Carulla i Mas es el primer miembro de la tercera generación que llega al puesto más alto de la compañía. Pese a eso, Agrolimen no facilita ni un currículum de su nuevo máximo directivo. Ya no hablemos de una foto. Así que el nuevo presidente lleva en el cargo desde agosto de 2020. Es el estilo de los Carulla de toda la vida, y el mando de Cornudella ha acentuado esta marca de la casa: máximo aislamiento, nula exposición. Un comportamiento del siglo XIX para una compañía en el siglo XXI.

No le ha ido mal al debutante misterioso. En el Registro Mercantil se han presentado las primeras cuentas. En 2020 registró unas ventas de 1.901 millones, un 23% más. El beneficio también crece, un 54% más, hasta los 174 millones. La pandemia le ha sentado bien a Agrolimen.

Foto: Un Mercadona de Valencia, en 2016. (EFE/Manuel Bruque)

Estrategia de éxito

El hijo de Artur Carulla no sólo ha heredado la presidencia: también la estrategia que diseñó su padre hace más de cinco años: dejar de ser un holding disperso y centrarse sólo en dos ramas de actividad: la alimentación humana y la alimentación animal. Eso sí, expandiendo cada rama por muchos países para aspirar a ser un líder mundial en su especialidad. Ahora Artur Carulla padre juega al golf y ocupa la vicepresidencia mientras contempla como las cuentas del grupo se disparan.

Si en algún momento las cosas se tuercen, Cornudella todavía cuenta con una baza oculta: un pelotazo inmobiliario a costa de la fábrica de Gallina Blanca en Sant Joan Despí. Apenas trabajaban ya 70 trabajadores. El cierre se anunció en 2018. Dos años después la empresa negociaba trasladar su sede desde L’Hospitalet de Llobregat, en Plaza Europa, donde ahora ocupa 5.000 m2 en un edificio que no es de su propiedad, a Sant Joan Despí, donde se construirá una nueva sede central.

Además, Cornudella ha pactado que le permitan construir 413 nuevas viviendas en los terrenos que ocupaban la antigua fábrica, que sumaban cuatro hectáreas y media. 184 de esas viviendas serán de protección pública, de acuerdo con la apuesta del Ayuntamiento de Sant Joan Despí para facilitar el acceso a la vivienda a precios asequibles. Por su parte, habrá 229 pisos destinados al mercado de vivienda libre. Precisarán un socio inmobiliario, pero en la operación pueden ganar unos 40 millones. Un seguro por si las cosas se tuercen en algún momento. Agrolimen debería mudarse en el 2025, según el convenio que ha firmado con el Ayuntamiento.

Foto: Foto de archivo: EFE.

Planes de futuro

El pasado de los Carulla ha estado marcado por tres factores: los problemas fiscales, su apuesta por el soberanismo catalán y el peso de la tradición familiar. Su largo y tortuoso pulso con Hacienda los hizo todavía más refractarios a la prensa y a cualquier dimensión de carácter público. Son como Bruce Wayne viviendo en el anonimato de Batman, tanto de día como de noche. Su cercanía al independentismo los ha alejado del capitalismo madrileño y la tradición ha marcado siempre que sean los varones de la familia los que tengan la voz cantante, mientras que las mujeres de la saga se han limitado a un papel secundario. La excepción siempre ha sido Mireia Tomàs, hija de Mariona Carulla y Jaume Tomàs. Mireia Tomàs no ocupa una silla en el consejo de Agrolimen, pero dirige la firma Lafont, el 'family office' del grupo. De hecho, hay que recordar que del patrimonio de los Carulla, más de 1.000 millones están fuera del grupo Agrolimen.

Este extraño relevo, en el que el nuevo presidente del grupo lleva más de año y medio al frente con una clandestinidad que daría envidia al subcomandante Marcos, ha servido para reforzar el papel de Joan Cornudella, que se ha mostrado más oscurantista y más opaco que los propios Carulla. Pocos cambios, a excepción de la creación del Fondo Agrolimen Ventures para aprovechar las oportunidades del entorno 'startup' de Barcelona, siempre buscando sinergias con Agrolimen. Así, la primera operación ha sido invertir en Happets, plataforma online de suscripciones de comida personalizada para perros.

El pasado pesa

Así que más que futuro, lo que explica este nuevo presidente sumido en la sombra y que apenas se limita a firmar las cuentas es que el pasado pesa. Fuentes cercanas al grupo dicen que el relevo es real, que Artur Carulla sobre todo juega al golf. Pero de momento, su legado está sometido a pocos cambios. La compra de Continental Foods por 970 millones se ha implementado bajo la batuta de Artur Carulla i Mas, pero fue su padre quien pactó la operación en 2019. La estrategia de centrarse sólo en dos ramas de actividad y abandonar la diversificación es una estrategia de su padre diseñada en medio del cénit del procés. En la práctica, el giro suponía una enmienda a la totalidad a sí mismo. En los años 90, antes de llegar a la presidencia, Artur Carulla había luchado contra la familia para imponer la diversificación en Pans & Company, una operación que luego no aportó los beneficios esperados. ¿A quién no le ha pasado aquello de hacerse viejo y pensar: qué razón tenía mi padre? Aunque en este caso sería su hermano Lluis porque su padre había ya fallecido.

En el nuevo Agrolimen todo se parece de manera muy sospechosa al viejo Agrolimen

Por tanto, tras casi dos años sólo sabemos que Agrolimen sigue los planes que marcó el padre del actual presidente, que todavía vive de las grandes operaciones del padre y que el consejero delegado que nombró el padre, Joan Cornudella, continua al frente con más poder que nunca. Si añadimos que Artur Carulla Font todavía se sienta en el consejo de Agrolimen con el cargo de vicepresidente y que las mujeres de la familia se mantienen jugando un rol subsidiario dentro del grupo, como en la época del padre, parece que verde y en botella.

Hace algo más de una década la tercera generación de los Carulla reclamó mayor protagonismo y fue aplastada. Al final, el grupo dependía de los pactos internos entre Artur Carulla y su hermano Lluis Carulla, que le había precedido en la presidencia; y su hermano Jordi Carulla residiendo en Londres y más bien generando problemas para el conglomerado. En su momento a los jóvenes se les aplicó la ley de hierro de la familia y ahí quedó todo.

Ahora el nuevo tiempo en Agrolimen tiene un aire de simulación. Artur Carulla i Mas no ha cambiado nada. No habido ninguna gran operación en este año y medio que lleve su sello, lo contrario que ha pasado con Sol Daurella en Coca-Cola European Partners. O Marta Ortega, otra mujer, que marca el arranque de su nueva era como presidenta con el relevo del consejero delegado de Inditex, por muy caro que le cueste la marcha del presidente ejecutivo Pablo Isla.

Un nuevo tiempo requiere gestos. Pero con la política de comunicación de Cornudella, esos gestos brillan por su ausencia. Siguiendo la teoría de la navaja de Ockham, lo más probable es que no hayan existido. Que la pandemia haya generado un entorno favorable para el sector alimentario, no es mérito del presidente ni de nadie. Todo en Agrolimen sigue oliendo a pasado. Ganen lo que ganen. Los nuevos tiempos llegarán, pero no se sabe cuándo.

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Hay relevos y relevos. La primera fortuna familiar de España los preparó con una puesta en escena en The Wall Street Journal, como demostró la llegada de Marta Ortega a Inditex. La quinta fortuna de Cataluña ha optado por un camino absolutamente contrario: lo publica en el Borme a finales de mes de julio y, gracias a la 'agostidad', pasar sin pena ni gloria. Así Artur Carulla i Mas ha llegado a la presidencia de Agrolimen. Y con él, la pandemia, con la que han crecido los beneficios. Y si bajan, es igual, porque el auténtico hombre fuerte del grupo, el director general Joan Cornudella, se guarda un as en la manga en forma de pelotazo inmobiliario por si un día llegan malos tiempos.

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