Ir a comprar al mercado o al súper resultaría tedioso e incómodo de no ser
por él. Comenzó siendo un capazo en los 50, luego se vistió de tela; después, de lonas. Con el confinamiento
de 2020, por si alguien lo había abandonado en una esquina del lavadero, cobró más fuerza que nunca como
compañero de uno de los pocos momentos de libertad que teníamos al día: salir a comprar. Ahora el carrito de la compra da un paso más y se transforma en el centro de una nueva
movilidad sostenible y segura.
Es la denominada ‘micromovilidad’, aquella protagonizada por los
vehículos muy ligeros, como patinetes y monopatines o bicicletas compartidas. Y en la que también tienen
cabida los carros de la compra. “Nuestro punto de partida es la ‘ciudad de los 15 minutos’, donde cualquier
persona pueda tener casi todos los servicios básicos —el 80 %, según define la DGT— en ese radio de un
cuarto de hora, sin necesidad de usar el coche o la moto”, explica Albert Cardona,
socio fundador de Carlett,
que fabrica carros poco convencionales. “Ahí es donde entramos nosotros para facilitar esta movilidad”.
Uno de los principales valores añadidos de estos carritos es la comodidad de poderse plegar
de forma ultracompacta —ocupa tan poco espacio, que lo podemos meter debajo de la
cama— o incluir un freno de seguridad por si lo llevamos lleno y queremos pararnos
en plena calle a charlar con el vecino o hacer algún recado sin que se nos deslice o caiga al suelo. A esto
se suman, entre otras características, un manillar regulable, unas ruedas fácilmente desmontables o una
bolsa impermeable de gran capacidad y otra isotérmica para conservar los alimentos en frío.
Carlett, fundada en 2016 por dos directivos de una compañía del sector que
querían mejorar los productos, cerrará el año con casi tres millones de facturación
Pero más allá del carro de la compra tradicional, la pyme dio un paso adelante con el
carro andador, el modelo más vendido de la marca, un híbrido entre el primer
concepto y el segundo. Este permite, no solo cargar las bolsas, sino facilitar la movilidad de las
personas que lo necesitan “eliminando ese estigma de que un caminador es para enfermos, es ortopédico”.
Gracias a su moderno diseño, este ‘Carlett’ se parece más a un carro de la compra que a un aparato de
ortopedia, aunque uno de los modelos, el Senior Assist, está homologado como
andador con certificación
Clase I; se puede encontrar en farmacias y ortopedias.
El tercer valor añadido es la apuesta por la sostenibilidad de sus
materiales, reutilizables o, si no fuera posible, reciclables: “Vamos a por la huella de carbono cero”, asevera Cardona, que anuncia
novedades disruptivas en relación con el ecodiseño para dentro de poco, aunque “todavía no podemos adelantar
nada”.
La empresa, que fue fundada en 2016 por dos directivos de una compañía del sector que querían
mejorar los productos existentes en el mercado para hacer la ‘micromovilidad’ más fácil, cuenta hoy con
17 empleados en plantilla y este año cerrará con casi tres
millones de facturación. Esto supone un crecimiento del 27%, muy similar al del año crítico de la
pandemia, un 26%.
“Sí que es verdad que con el confinamiento, al no poder salir la gente a caminar, los
andadores sufrieron un pequeño bajón, pero los carros funcionaron muy bien, sobre todo, entre la gente
joven, porque permitían moverse por el barrio cómodamente”, cuenta Albert Cardona. Con el ‘boom’ del
fenómeno de las compras ‘online’, “es cierto que hay quien lo compra todo por internet, pero el poder ver la
carne, el pescado y las verduras ‘in situ’, es insustituible. Y además desplazarse a pie acompañado del
carro de la compra beneficia al comercio local, que entra también en nuestros
objetivos de ‘ecorresponsabilidad’”, añade.
“Con el confinamiento, los andadores sufrieron un pequeño bajón, pero los
carros funcionaron muy bien entre la gente joven; permitían moverse por el barrio cómodamente”
Y es que en un mercado en el que el auge de los comercios ‘online’ continúa su expansión,
cada vez más clientes apuestan por la vuelta a una atención más personalizada. Lo dice un estudio
de la Asociación de Empresas de Venta Directa (AVD), que muestra que el sector creció
un 9% en España en 2020 gracias a su reconversión forzada por la pandemia. Hasta un 25% de
sus vendedores se han digitalizado en mayor o menor medida, bien sea adaptándose al lenguaje y espacios
digitales; bien usando las redes sociales como canal de ‘marketing’ u otras plataformas para desarrollar
el negocio.
Todo esto sin perder los encuentros cara a cara y las demostraciones a domicilio, que se
trasladan ahora al mundo virtual. Y así, en este contexto, nuestro país es uno de los principales mercados
para el desarrollo de este modelo de negocio y ostenta el sexto puesto en Europa en
volumen de facturación. Los principales sectores en los que triunfa la venta directa son cosmética y cuidado
personal, nutrición y bienestar, equipamiento del hogar, moda y accesorios, joyería, cuidado del hogar,
telecomunicaciones y cultura.
La última —que no menos importante— pata de Carlett, que contó con el apoyo y la financiación
del Fondo Santander Smart para poder ejecutar el plan estratégico en sus inicios, es la
relación con el cliente: “ponemos el acento en que sea óptima, esté donde esté, y apostamos por
la omnicanalidad para llegar a todo tipo de clientela, desde los más mayores a los
jóvenes, para los que también tenemos modelos de carros de la compra”.