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De los 'fees' millonarios al impacto social: los ex-Morgan Stanley que se despiden del Ibex
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Siguiendo los pasos de Arturo Benito

De los 'fees' millonarios al impacto social: los ex-Morgan Stanley que se despiden del Ibex

Carlos de Abajo, número dos de Bank of America en España, abandona la entidad y el glamour financiero para incorporarse a un proyecto donde prima el carácter social

Foto: Carlos de Abajo. (Cedida)
Carlos de Abajo. (Cedida)
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Llegar a los 50, en plena madurez profesional, como número dos de Bank of America, el antiguo Merrill Lynch, en España, y dejarlo de forma voluntaria debe esconder una motivación singular. Abandonar las grandes operaciones corporativas de miles de millones, alejarse del glamour que supone conocer a los presidentes de las principales compañías del Ibex 35 y renunciar a un sueldo de muchos ceros, con sus generosos bonus, tiene que ser por algo muy especial.

Un aliciente particular, difícil de encajar en la teoría predominante de que el éxito social consistente en trabajar muchas horas, estando disponible 24/7/365, para ganar mucho dinero con el que comprar una casa enorme en la zona prime de Madrid, exhibir el último modelo de coche a las puertas de los mejores restaurantes de la capital y veranear entre Baqueira en invierno y Sotogrande en verano.

De Abajo dejará sus funciones para unirse a Impact Bridge, que persigue comprar empresas con una serie de premisas solidarias

Un viento similar le ha dado a Carlos de Abajo, un banquero de inversión, con 27 años en el negocio, que ha decidido bajarse de la voraz noria de la insatisfacción permanente —siempre se quiere más— para subirse a un proyecto de carácter social, en el que cada euro que se invierte tiene que justificar un retorno a la sociedad. De Abajo, actual director general de Bank of America y antes de Morgan Stanley, dejará sus funciones actuales para unirse a partir de enero a Impact Bridge, un pequeño fondo de 50 millones, que persigue comprar empresas con una serie de premisas solidarias, completamente medibles.

El banquero, que ha participado en más de cien transacciones, con algunas salidas a bolsa sonadas, se está despidiendo estos días de los presidentes de Telefónica, ACS o El Corte Inglés, al que ha ayudado recientemente en la alianza con Mutua por más de 1.000 millones. Les está explicando que enero tendrá otros cometidos muy alejados del insaciable mundo corporativo, que va a renunciar a muchas prebendas para apoyar, con dinero y conocimiento financiero, a colectivos desfavorecidos. Una inquietud, alimentada por sus creencias religiosas, que comparte con Arturo Benito, otro ex de Morgan Stanley, al que conoció en un triatlón solidario, el alma mater de Impact Bridge.

Arturo creó este private equity hace tres años al levantar 50 millones de fundaciones que buscaban que sus ahorros diesen algo más que retorno económico. Tras muchos años en Londres gestionando grandes fortunas y algún año 'sabático' en Camboya y Perú en proyectos para niños discapacitados, el líder de Impact Bridge puso en marcha esta iniciativa, a la que se sumaron otros colegas de Morgan Stanley, como Iñigo Serrats, que también trabajó en 'la Caixa', Alejandra Pereda (más de 20 años en el banco estadounidense), y Rita Grewal, que administraba 9.000 millones en Fidelity.

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El fondo no solo mide como todos la rentabilidad-riesgo a la hora de invertir su dinero, poco, escaso, 'peanuts', en comparación con los miles de millones de un private equity tipo CVC, KKR, Blackstone, Apollo o Carlyle a los que ha tenido habitualmente de cliente, sino también el impacto en la sociedad. Un axioma que, como la moda de la ESG, suena muy bien, especialmente para lavar la imagen de actitudes más codiciosas, pero que es complicado de medir.

Pero según Arturo Benito, en Impact Bridge, antes de gastar un euro, "se ponen encima de la mesa los siguientes cinco factores: el acceso a servicios básicos, como agua, luz y comida; el cambio climático; el empleo decente; la inclusión financiera y el empoderamiento de la mujer". Un ejemplo, explica, es una de sus primeras inversiones a través de One Acre Fund, una plantación de arándanos en Sudáfrica, donde toda la plantilla la conforman mujeres, con cuyo sueldo ayudan a mantener a sus hijos y darles la oportunidad de acceder a una formación y salir de la pobreza.

"No podemos pagar los grandes sueldos de los bancos de inversión, pero nos proporciona otro tipo de satisfacciones"

"Lo que hace atractivo este proyecto es que aplicamos prácticas financieras profesionales a inversiones que ayudan a la humanidad. No podemos pagar los grandes sueldos de los bancos de inversión, pero nos da otras satisfacciones", agrega Benito, profesor de IE Business School, escuela de negocios próxima al Opus Dei. El vehículo lleva una rentabilidad anualizada del 2,11%.

Ocho fondos de pensiones, varias fundaciones y 'family office' ya les han comprado la idea, ya han confiado sus ahorros al equipo al que ahora se incorpora De Abajo. Exigen rentabilidad, porque creen que la mejor forma de darle continuidad al proyecto es ganar dinero, pero siempre que la sociedad también se apunte su beneficio. "Llevaba dos años pensándolo, dándole vueltas a la idea y en junio ya me decidí a dedicar mi tiempo a esta iniciativa. Soy una persona religiosa y quiero ayudar", argumenta el banquero, que dejará su luminosa oficina al lado del Paseo de la Castellana, repleta de buenos cuadros y alguna escultura, para arremangarse desde la base. Está convencido de que no echará de menos entrar en los despachos presidenciales del Ibex y de que la renuncia merecerá la pena.

Llegar a los 50, en plena madurez profesional, como número dos de Bank of America, el antiguo Merrill Lynch, en España, y dejarlo de forma voluntaria debe esconder una motivación singular. Abandonar las grandes operaciones corporativas de miles de millones, alejarse del glamour que supone conocer a los presidentes de las principales compañías del Ibex 35 y renunciar a un sueldo de muchos ceros, con sus generosos bonus, tiene que ser por algo muy especial.

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