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Naranjeros y avícolas en guerra se cruzan en la revisión del pacto comercial con Sudáfrica
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BRUSELAS, ENTRE DOS AGUAS

Naranjeros y avícolas en guerra se cruzan en la revisión del pacto comercial con Sudáfrica

Bruselas señala incumplimientos del país africano en sus importaciones de carne de ave. El sector citrícola reclama revisar el acuerdo sin otros productos como moneda de cambio

Foto: El sector naranjero está en pie de guerra. (EFE/Biel Aliño)
El sector naranjero está en pie de guerra. (EFE/Biel Aliño)

La relación comercial entre la Unión Europea y Sudáfrica, el país más desarrollado del continente africano y una de las economías emergentes de su área de influencia, ha entrado una fase de recelos y desconfianza. El pasado verano se cumplieron cinco años del acuerdo de libre comercio (AAE) suscrito entre Bruselas y un grupo de países del África meridional destinado a fomentar el intercambio de productos. La experiencia ha permitido abrir mercados y favorecer el desarrollo regional, pero, un lustro después, la UE se ha topado con elementos suficientes como para exigir una revisión y corrección de los acuerdos.

Dos grandes problemas tiene encima de la mesa la Comisión Europea, y así lo reconocen en fuentes comunitarias. Por un lado, la distorsión que el fuerte crecimiento de exportación de naranjas sudafricanas está provocando en el sector citrícola, con España como principal productor del continente. Por otro, los incumplimientos que Bruselas ha detectado por parte de Sudáfrica, gran consumidor de pollos, en la importación de carnes avícolas europeas. El Gobierno de Pretoria ha llegado a aplicar un arancel a las exportaciones de pollos europeos para proteger a su industria local, mucho menos competitiva, entre acusaciones de 'dumping' que la Unión niega.

placeholder Una granja de pollos. (EFE/Biel Aliño)
Una granja de pollos. (EFE/Biel Aliño)

Los productores citrícolas españoles se sienten doblemente castigados. Primero, por la competencia que les genera el producto sudafricano cuando se solapan las temporadas de norte y sur. Los latifundistas sudafricanos han ido extendiendo la plantación de variedades tardías, con 14 millones de nuevos árboles en producción. Las exportaciones a Europa se han incrementado un 30% en el último año. Las naranjas africanas no solamente aparecen en los lineales de las grandes cadenas de 'retail' con presencia en España, sino que, además, acceden al mercado comunitario por el puerto de Róterdam, menos estricto en inspecciones a productos agrícolas importados, castigando la competitividad y los precios del campo español en los países del centro y norte de Europa.

Pero, además, por la vertiente fitosanitaria, mientras países como Estados Unidos reclaman a los productos africanos transporte marítimo en frío para evitar la introducción de plagas, este no es todavía un requisito en el caso de la Unión Europea. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha recomendado la aplicación de la refrigeración como mecanismo de control de enfermedades como el cotonet, una plaga que incluso ha obligado a Bruselas a autorizar temporalmente en área de la Comunidad Valenciana el uso de pesticidas como el clorpirifós, ahora prohibidos.

Tratamiento en frío y limitación del volumen de importaciones para evitar un desplome de los precios en el arranque de la campaña citrícola son las dos grandes reivindicaciones del sector español. El Gobierno central las ha hecho suyas y está presionando a la Comisión Europea. El pasado 30 de septiembre, los ministros de Agricultura, Luis Planas, e Industria, Reyes Maroto, remitieron una carta conjunta a los comisarios de Agricultura, Janusz Wojciechowski; Comercio, Valdis Dombrovskis, y de Sanidad, Stella Kyriakides. En ella, advirtieron que "la próxima revisión del acuerdo [con los países del África meridional] no debe ofrecer concesiones adicionales a las importaciones de cítricos".

Foto: Protesta de agricultores frente a la Conselleria de Agricultura. (AVA)

"Desde la firma del acuerdo, Sudáfrica ha incrementado notablemente sus exportaciones a la UE, además ha aumentado su potencial productivo citrícola y ampliado su periodo de producción, situación que pone en riesgo la complementariedad en la comercialización que le otorgaba su ubicación en el hemisferio sur", señala la misiva, que citaba, además, el dictamen de la EFSA y aboga por declarar a los cítricos como producto "muy sensible" frente a importaciones de países terceros.

Bruselas todavía no ha tomado una decisión en este asunto, aunque ha comenzado a virar la posición que mantenía hasta ahora con respecto al conflicto naranjero. Entre sus prioridades está también la de exigir a Sudáfrica, al que percibe como un país con posiciones cada vez más proteccionistas y reacio a respetar el papel arbitral de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el cumplimiento de los acuerdos en sus importaciones de carne de aves, con las exportaciones europeas de países como Holanda o Alemania. Compañías sudafricanas como RCL Foods o Country Bird están presionando a su Gobierno para que cierre el paso a la carne blanca europea.

"Desde la firma del acuerdo, Sudáfrica ha incrementado notablemente sus exportaciones a la Unión Europea"

Este cruce convierte la negociación en un asunto endiablado si Sudáfrica trata de convertir en moneda de cambio cítricos y pollos. Es algo que rechazan tanto el sector como las autoridades españolas. Inmaculada Rodríguez-Piñero, eurodiputada socialista muy conectada con las asociaciones agrícolas, cree que Bruselas ha comenzado a ser consciente de los problemas de los productores citrícolas españoles "y de que se trata de una situación injusta". "Hemos conseguido que la Comisión sea absolutamente sensible", afirma. "El problema es cuál va a ser la respuesta por parte de Sudáfrica. En la revisión del acuerdo comercial, para nosotros es un tema clave el acuerdo de los cítricos, pero hay muchos otros temas que afectan otros intereses", dice en referencia al conflicto avícola. "Entiendo la problemática de los productores de ave porque Sudáfrica no cumple, pero eso se tiene que resolver en la OMC, no es un asunto de revisión del acuerdo. Hay que denunciar por incumplimiento y eso lleva su propio cauce", advierte

La cuestión es en qué medida Sudáfrica querrá hacer un cambio de cromos. Aceptar limitaciones a sus exportaciones citrícolas, pero exigir lo mismo en sus importaciones de pollo que ahora ya bloquea. Si es así, la UE tendrá una patata caliente encima de la mesa. En ese caso, la batalla entre naranjeros y avícolas estará servida.

La relación comercial entre la Unión Europea y Sudáfrica, el país más desarrollado del continente africano y una de las economías emergentes de su área de influencia, ha entrado una fase de recelos y desconfianza. El pasado verano se cumplieron cinco años del acuerdo de libre comercio (AAE) suscrito entre Bruselas y un grupo de países del África meridional destinado a fomentar el intercambio de productos. La experiencia ha permitido abrir mercados y favorecer el desarrollo regional, pero, un lustro después, la UE se ha topado con elementos suficientes como para exigir una revisión y corrección de los acuerdos.

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