Tiza en mano y con 15 alumnos ante él, un profesor del ciclo formativo de soldadura explica a primera hora de la mañana la forma correcta de casar elementos de calderería, tuberías o estructuras metálicas. Más tarde, toca la práctica. Los estudiantes caminan hasta el taller del centro educativo y allí, tras acceder a una cabina de manera individual, sujetan la antorcha, se colocan la máscara para evitar que las chispas entren en sus ojos y comienzan a soldar un par de fragmentos de aluminio.
Corría el año 2010 cuando Basilio Marquínez cayó en la cuenta de que este proceso de aprendizaje era ineficiente: “El instructor revisa la pieza una vez terminada porque resulta imposible que evalúe en tiempo real a cada alumno”. El problema, según expone, es que con este método el tutor únicamente dispone de información visual, “pero la soldadura puede tener muchos defectos internos que no se ven a simple vista y, por tanto, no puede corregir”, afirma Marquínez, CEO de Seabery, una empresa tecnológica que nació hace 11 años precisamente para ofrecer soluciones educativas.
Basilio lo tenía muy claro: la solución estaba en la tecnología. Por eso, de la mano de su socio, decidió poner en marcha Soldamatic, un simulador de realidad aumentada enfocado en la formación de soldadores. La mecánica es sencilla: el alumno coloca la máscara en su cara, y a través de una pantalla visualiza una escena aparentemente real en la que él mismo, con una antorcha en la mano, lleva a cabo el proceso de manera virtual. El estudiante puede ver la pieza, la llama y las chispas (por supuesto, virtuales) mientras realiza el ejercicio, al tiempo que recibe una serie de ayudas e indicaciones del sistema que corrigen desde la posición de la mano hasta la distancia o el ángulo.
Este método no solo refuerza la ejecución en sí, también ayuda al profesor a realizar una valoración detallada y llevar un seguimiento en tiempo real del proceso: “Los docentes son ahora más necesarios que nunca. Con esta tecnología pueden monitorizar lo que cada alumno hace y establecer así un itinerario diferente para cada uno de ellos, adaptando el proceso al ritmo personal y a las necesidades de cada uno”, asegura el CEO de Seabery.
Mercedes, Alstom o Siemens utilizan Soldamatic
Aunque la educación continúa siendo el mercado principal de Seabery, desde 2017 esta empresa onubense está irrumpiendo con fuerza en el campo industrial. La tecnológica ya tiene acuerdos con gigantes como Siemens, Mercedes, Volkswagen o Alstom, pero ¿para qué utilizan Soldamatic estas grandes compañías? “Todas ellas cuentan con talleres de formación para reciclar a los soldadores, que necesitan formación continua. Lo que quieren es que sus trabajadores aprendan a soldar las piezas exactas que tendrán que desarrollar”, asegura.
Pongamos un ejemplo: Alstom diseña un tipo de vagón, por lo que la pieza que lo une con la rueda del tren también será completamente nueva. Tendrá unas dimensiones determinadas y unos procesos de soldeo muy específicos. Y aquí es donde entra en juego Soldamatic: “La compañía nos envía la información exacta de la pieza y de cómo tiene que realizarse la soldadura para elaborarla. Nosotros desarrollamos una réplica tamaño real, aplicamos el soporte de simulación y diseñamos las prácticas a ejecutar siguiendo los procesos de soldeo que hemos recibido”, cuenta el CEO.
Seabery ha llevado a cabo acuerdos con diversos distribuidores importantes en el panorama de la soldadura a nivel mundial
La utilización de realidad aumentada en grandes empresas del sector industrial sigue en auge, según Marquínez. Desde que en marzo del pasado año la pandemia comenzara a hacer estragos en muchos sectores de la sociedad, Seabery ha seguido experimentando un impulso en este mercado. Algo diferente a lo que ha ocurrido en el campo educativo, ya que, en última instancia, suele depender de presupuesto público: “Se congelaron muchas partidas que estaban destinadas a soluciones educativas, aunque prevemos y esperamos que en 2022 todo empiece a volver a la normalidad”, dice Basilio Marquínez.
Presente en más de 70 países
Soldamatic comenzó a comercializarse en 2014, cuatro años después del nacimiento de Seabery. Durante ese año se vendieron 25 unidades en Rusia, Sudáfrica, Hungría, Polonia, India, Canadá y Estados Unidos. Hoy, esta empresa ya ha llegado a más de 300 organizaciones entre Gobiernos, instituciones educativas y grandes compañías industriales, y comercializa en más de 70 países a través de una red de ‘partners’ presentes en cuatro continentes, que “son compañías locales que, en última instancia, cierran las ventas con los clientes finales”, matiza.
Seabery ha llevado a cabo acuerdos con diversos distribuidores importantes en el panorama de la soldadura a nivel mundial, llegando a territorios como Estados Unidos, México y Canadá: "Hay distribuidores que nos aportan muchos conocimientos en el ámbito de la soldadura, al igual que nosotros les aportamos a ellos en la rama tecnológica”, manifiesta el CEO.
Ahora, los planes de Seabery son ambiciosos, y para cumplir sus objetivos ha recurrido al Fondo Smart de Banco Santander, pensado para financiar iniciativas con potencial de crecimiento, sostenibles y digitales: “Este año nuestro principal reto es aumentar la penetración en China e India, otras zonas del sureste asiático y Latinoamérica”. Sin embargo, Basilio lamenta que en España a día de hoy este tipo de tecnologías todavía no tienen el mismo espacio en el sistema que en otros países; por eso no está en su punto de mira: “No se apuesta tanto por la formación profesional como estamos observando en otros lugares. Hoy día nuestro principal mercado en Europa es Alemania, esperamos que no dentro de mucho tiempo podamos tener la misma actividad aquí”, concluye.