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De correr ocho Rally Dakar a fundar una marca de motos eléctricas

Hacia un futuro mejor

por Romina Vallés

Silence, fundada en 2012, posee hoy el 66% de la cuota de mercado en España y unas 20.000 motos ya circulan a diario por Europa

Ciudad y motos, una pareja idealmente inseparable: rapidez de movimientos y muy pocos problemas para encontrar aparcamiento. Y, sin embargo, juntos tienen más peligro que Bonnie and Clyde. Las políticas europeas para reducir las emisiones y, según varios estudios, la mayor conciencia medioambiental tras ver cómo resurgió la naturaleza cuando durante el confinamiento no conducíamos, han llevado a muchos a pasarse a la moto eléctrica. O, como mínimo, a plantearse un cambio impensable años atrás.

En España hay 5,5 millones de motos con una antigüedad media de 16,4 años. Emiten 52 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro, por encima de los autobuses urbanos (48), según la Asociación Nacional de Empresas del Sector Dos Ruedas (Anesdor). La movilidad eléctrica y el uso de biocombustibles son la gran esperanza en el camino hacia las cero emisiones. De momento, se prevé que este 2021 sea el segundo mejor año en la matriculación de motos eléctricas desde 2007, solo por detrás de 2019.

Quien está viviendo esta transición hacia una movilidad sostenible en sus propias carnes es el fundador de la marca de motos eléctricas Silence: en 2020, pese al tsunami pandémico, vieron aumentada su cifra de negocio en un 17%. Curiosamente, hace unos años su fundador se dedicaba a dar gas a fondo como piloto. Tan a fondo, que Carlos Sotelo fue tres veces campeón de España corriendo enduro y después, uno de los mejores españoles en el Rally Dakar –hasta ocho, corrió— allá por los 90.

Pero llegó un momento en el que vio que “el mundo se había encerrado en un garaje con el tubo de escape en marcha”. Tenía que hacer algo para detenerlo. Y en 2012 lo hizo, creando su propia marca de motos eléctricas, que ya posee un 66% de la cuota de mercado en España y un 40% en Europa. La primera característica distintiva de las motos eléctricas es que, al no llevar motor de combustión, no necesitan gasolina. La segunda, que si pasan por nuestro lado, puede que ni nos inmutemos: son completamente silenciosas.

Con una Silence S01, el modelo para particulares, se puede alcanzar una velocidad máxima de unos 100km/h, superior a una 125cc, su ‘equivalente’ de gasolina

La principal característica distintiva y patente propia de la marca Silence, es que, además, la moto lleva la batería en un compartimento lateral que se puede extraer y llevar cómodamente a cualquier lugar, arrastrándolo como si de un ‘trolley’ (una maleta con ruedas) se tratase. Un círculo luminoso en la batería nos informa de cuánta carga nos queda.

Cuando la batería se agota, basta con buscar un enchufe convencional: en casa, en la oficina, en un bar... Próximamente, añadirán otras dos opciones de recarga: con energía solar, o bien reemplazando la batería en alguna de las estaciones de la compañía, a través de una modalidad de suscripción. Esta batería, a su vez, también puede servir para dar energía a los electrodomésticos o aparatos electrónicos que necesitemos usar en un momento determinado.

“Y luego está la conectividad de la moto a la nube. Gracias a una aplicación móvil, puedes saber su ubicación en tiempo real, por si te despistas o te la roban; para ponerla en marcha; abrir el asiento o informarte de la carga disponible”, explica Sotelo. Además de los beneficios medioambientales de un motor 100 % eléctrico con una autonomía de más de 100 kilómetros, se puede alcanzar una velocidad máxima de unos 100km/h, superior a una 125cc, su ‘equivalente’ de gasolina.

Del ‘motorsharing’ a la venta de motos a particulares

Distintivo también de estas motos sostenibles es que están fabricadas íntegramente en Barcelona, desde el diseño hasta el ensamblaje, en su fábrica y su centro de I+D propio, en total, un equipo de 160 personas. Silence empezó fabricando modelos para reparto, flotas profesionales y ‘motosharing’. Entre sus clientes figuran Acciona, Correos, empresas del sector del ‘delivery/take away’, policías locales, ayuntamientos o grandes empresas de mensajería.

Hace año y medio abrieron la primera tienda para que los particulares pudieran acceder a sus ‘scooters’, y lanzaron la S01, una moto eléctrica, con prestaciones de 125cc, pensada exclusivamente para el cliente particular. Hoy más de 20.000 ‘silences’ circulan a diario por Europa, pero Sotelo reconoce que el camino para llegar hasta aquí no ha tenido ni punto de comparación con un Dakar.

“Sin duda, es mucho más duro esto de emprender que correr en moto por el desierto; hay que sortear piedras más grandes y estar ahí 24/7, pero vale la pena, por lo que hemos conseguido –ayudas como la del Fondo Smart de Banco Santander han sido fundamentales para el crecimiento de esta empresa— y por lo que vendrá, porque estamos trabajando duro en I+D, sobre todo en cuanto a baterías se refiere, porque el futuro de la movilidad eléctrica depende de las mejoras en las baterías".

El precio de una Silence puede ir de unos 3.000 a unos 6.000 euros, teniendo en cuenta que hay que descontar entre 1.100 y 1.300 del Plan Moves III. "Cuando adquirimos una moto eléctrica ahorramos en gasolina, un 80% del coste energético, y en mantenimiento, un 30%. Sin olvidarnos del impacto positivo en medio ambiente, salud de las personas y mejora de la calidad de la movilidad urbana”. Un final feliz para Bonnie and Clyde (y también para todos los que les rodeamos).

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