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Sacyr, Repsol y el 'sex appeal' de ser una compañía predecible para los inversores
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Sacyr, Repsol y el 'sex appeal' de ser una compañía predecible para los inversores

La decisión de la constructora de salir definitivamente de Repsol le ayudará a ser una compañía más predecible, el gran atractivo de los grupos concesionales de infraestructuras

Foto: Manuel Manrique presidente de Sacyr. (EFE)
Manuel Manrique presidente de Sacyr. (EFE)

Han pasado 15 años desde que Sacyr entró en Repsol, una historia tan amplia como compleja, y que enlaza con alguno de los episodios más convulsos de la historia empresarial de las últimas décadas, como la investigación del caso Villarejo está poniendo de manifiesto.

Un pasado con el que Sacyr decidió romper definitivamente hace cinco años, ya con Manuel Manrique en la presidencia, cuando firmó unos derivados para cubrirse contra las fluctuaciones de la petrolera y se centró en crecer en las concesiones de infraestructuras.

Foto: Manuel Manrique, presidente de Sacyr

En el fondo, se trataba de volver a los orígenes, al modelo que catapultó internacionalmente a Ferrovial, la casa madre de los cuatro ingenieros que fundaron Sacyr: Luis del Rivero, Manuel Manrique, José Manuel Loureda y Félix Riezu.

Sin embargo, la sombra de Repsol es alargada, y la realidad es que Sacyr ha seguido contaminada por el efecto de su participación en la petrolera, unos lazos que ahora puede romper, al no renovar los derivados ligados a su 8% en Repsol, lo que le permitirá cerrar el año con sólo un 3% y salirse por completo en 2024, cuando finalice el último de estos instrumentos.

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Autopista de Sacyr en el norte de Chile.

Con esta decisión, la compañía pasará de consolidar a Repsol como una participación significativa, y de anotarse el 8% de su beneficio, a considerarla una participación financiera. La consecuencia directa será que tanto el balance como la cuenta de resultados del grupo de infraestructuras serán más fáciles de interpretar, porque ya no estarán tan expuestos a los vaivenes de la petrolera.

Y esto es algo que llevaban mucho tiempo pidiendo los inversores en infraestructuras y los analistas: certezas. Porque el gran atractivo de una empresa concesional, que es el mercado por el que ha apostado Sacyr, es su predecibilidad. Algo que se ha demostrado imposible bajo la sombra de Repsol.

Foto: EC

Como muestra de cómo la petrolera distorsiona la foto de los resultados de la constructora, basta el botón de este primer semestre. El 8% de Sacyr en Repsol ha impactado en la cuenta de resultados de Sacyr, fundamentalmente, por dos vías: al consolidar su parte proporcional del resultado de Repsol, que ha tenido un impacto positivo de 303,3 millones de euros, y por la diferencia entre la evolución de Repsol en bolsa y el derivado, que le ha asestado un golpe de -270,4 millones.

Si se mira el mismo periodo del pasado ejercicio, el impacto es justo al revés: Sacyr se anotó unas pérdidas de 536 millones por su participación en Repsol, mientras que por la variación de los instrumentos financieros, registró un beneficio de 532 millones. Y todo ello, sin guardar ninguna relación con su negocio y sin poder hacer nada para evitar que estos millonarios vaivenes distorsionen las cuentas de una compañía que hasta junio ha ganado 40 millones.

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Junta general de accionistas de Sacyr 2019. (EP)

Pero, probablemente, el ejercicio que mejor refleje este impacto fue el año 2020, cuando Sacyr logró crecimientos operativos superiores al 20%, redujo un 25% la deuda y confirmó su transformación en un grupo concesional capaz de generar caja. Todo parabienes que quedaron en agua de borrajas por el deterioro de 5.600 millones de euros que la petrolera se anotó para adaptarse al futuro verde, ajuste que también se tuvo que aplicar Sacyr en su parte proporcional.

El resultado fue una contribución negativa de Repsol en las cuentas de Sacyr de 354 millones, lo que llevó al grupo de infraestructuras a cerrar el ejercicio con unas pérdidas de 297,7 millones, frente al beneficio de 120 millones que habría tenido. Y, aunque la teoría diga que se trata sólo de un efecto contable y sin impacto en caja, la realidad es que los inversores, y más los especialistas en infraestructuras, quieren certezas y cuentas claras.

Foto: Sacyr ha cerrado la financiación de Pedemontana-Veneta con una de las mayores emisiones de Europa.

El mercado es demasiado grande y el tiempo del que dispone cada compañía para ganarse a los inversores, demasiado pequeño como para gastarlo escuchando 'peros y sin embargos'. Unas explicaciones que Sacyr ya apenas tendrá que dar en relación con la petrolera, al haber eliminado la incertidumbre de Repsol, lo que le permitirá ganar claridad sobre su modelo de negocio.

De hecho, su objetivo es concentrarse en convencer al mercado de que la compañía está infravalorada (más del 90% de los analistas que siguen al valor recomienda comprar) y que tiene un tesoro por aflorar en sus concesiones, activos que hace dos años ya valoró en 1.800 millones. Reto que podrá abordar con un interrogante menos, pero consciente de que aún le quedan otras dos asignaturas pendientes: los laudos por el Canal de Panamá y la reducción de la deuda con recurso. En ello está.

Han pasado 15 años desde que Sacyr entró en Repsol, una historia tan amplia como compleja, y que enlaza con alguno de los episodios más convulsos de la historia empresarial de las últimas décadas, como la investigación del caso Villarejo está poniendo de manifiesto.

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