Fernando Roig esquiva el caso Fabra y saca pecho con Pamesa y sus 1.100M en ventas

“Tengo plena confianza en la Justicia y en que reconocerá nuestra inocencia claramente”. Con una corta frase esquivó el empresario Fernando Roig la única pregunta sobre su procesamiento junto el expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, en la primera convocatoria abierta a medios de comunicación que el dueño del grupo cerámico Pamesa había celebrado hasta ahora para dar cuenta de los resultados y números de la compañía.

Con un formato de comparecencia ante los medios similar a la rueda de prensa que anualmente protagoniza su hermano Juan Roig con Mercadona, Roig citó a la prensa este miércoles en el nuevo espacio de restauración del estadio del Villarreal Club de Fútbol, del que también es propietario, en un contexto de contrastes sobre su figura.

La sociedad deportiva que respalda acaba de ganar la Europa League, el primer gran título de un club modesto representativo de una zona geográfica, la provincia del norte de la Comunidad Valenciana en la que Fernando Roig es muy influyente. Que la comparecencia pública de prensa, con una treintena de periodistas, se saldase con una única pregunta, la de El Confidencial, sobre su situación judicial arroja una idea del respeto que genera su figura en el ecosistema castellonense.

Porque además de ese éxito deportivo y de gestión, el empresario se ha visto envuelto en un caso de presunta corrupción por los préstamos por valor de 1,7 millones que él y su hijo firmaron con Fabra y que el juez considera un cohecho y un delito de cooperación necesaria en insolvencia punible. Por esta razón, el magistrado ha dictado auto de procesamiento. La Fiscalía Anticorrupción reclama doce años de prisión para el expolítico del Partido Popular y seis para Roig, que este miércoles pasó de puntillas sobre el procedimiento al insistir en que está tranquilo y que donde tiene que hablar de este asunto “es en los tribunales”.

En un acto hasta ahora inhabitual para la empresa, y con intención de convertirla en un evento de comunicación anual, el dueño de Pamesa realizó una exhibición de las dimensiones de la compañía en términos de compromiso social, contribución en impuestos y generación de puestos de trabajo y aportación a la economía local y española. Según explicó, la empresa se ha consolidado como mayor productor europeo y la previsión de cierre del ejercicio de 2021 es de 1.100 millones de euros en ventas y de 100 millones de beneficio neto, cifras récord de la empresa. Todo ello sin incorporar al consolidado el negocio de Argenta y Cifre, el grupo azulejero del que Pamesa cerró a principios de este año la compra del 50% del capital a una parte de sus propietarios.

Pamesa cerró el 2020, año covid, pulverizando sus propios números del ejercicio anterior, con un incremento de ventas del 11% hasta alcanzar los 780 millones de euros. La comercialización de productos cerámicos, el 'core' del negocio, creció como la espuma, un 20%, hasta superar los 616 millones. El resto de la cifra de explotación llegó de la venta de energía y las materias primas, verticales que experimentaron descensos con respecto a 2019.

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El aumento fue porcentualmente mayor en los beneficios, un 56%, hasta superar los 66 millones. En generación de empleo, la ceramista aportó más de medio millar de trabajadores nuevos hasta consolidar una plantilla de 2.680 personas, de los cuales el 80% cuentan con contrato indefinido y el 20% temporal. El salario medio neto mensual es de 1.800 euros en doce pagas.

Fernando Roig cifró en 81 millones la factura fiscal de Pamesa tanto en impuestos directos como indirectos: sociedades, cuotas de la Seguridad Social, derechos de emisión, o retenciones de IRPF. El empresario defendió su contribución a las arcas del Estado, pero a la vez se permitió la licencia de pedir a los gobernantes que no eleven la presión fiscal porque, según dijo, casos como los de su empresa reflejan que a mayor cifra de negocio mayor aportación a la caja púbica sin necesidad de tocar al alza los tipos.

“Los impuestos no son infinitos, lo que hay que ajustar son los gastos. Lo que hay que hacer es generar y crear riqueza. No subiendo los impuestos se recauda más”, insistió. Su mensaje refleja diferencias con el de su hermano Juan, que tiene interiorizado un discurso en el que defiende que los empresarios deben pagar impuestos, pero nunca entra en consideraciones sobre si estos son bajos o altos.

No cree en el hidrógeno

No fue el único reproche que Fernando Roig lanzó a los poderes públicos. También se mostró crítico con el enfoque en el modelo de distribución de los fondos europeos de reconstrucción. A su juicio no deberían destinarse a financiar proyectos empresariales, sino inversiones colectivas a largo plazo, especialmente en materia de infraestructuras. "Es una vergüenza que el corredor mediterráneo, del que llevamos hablando años y años, se halla hecho muy poquito. Esos fondos vendrían muy bien para acabar el corredor", dijo Roig, que lidera una compañía que tiene en las exportaciones el 70% de su cifra de negocio con Europa como principal mercado internacional. Según aseguró, Pamesa no tiene previsto solicitar ninguna subvención ni ayuda covid.

En esta misma líena lanzó un mensaje muy escéptico sobre la proliferación de proyectos ligados al hidrógeno verde que han llegado a la orilla del Gobierno en el marco de los fondos Next Generation. El sector cerámico, dijo, está muy lejos de hacer rentable la sustitución del gas como combustible principal de los hornos por el hidrógeno, del que dijo que es cuatro y cinco veces más caro. "Hay que sacar el hidrógeno a partir del agua. Eso necesita una cantidad impresionante de energía eléctrica. ¿De dónde va a venir producida? ¿De las placas y lo eólico? ¿Vamos a tener energía suficiente limpia de verdad para hacer el proceso de separar el hidrógeno? Yo creo que va a ser muy difícil. Lo que tenemos que hacer es poner remedios para poder restituir el CO2 que generemos", explicó para quejarse de movimientos "especulativos" de fondos de inversión en el mercado de derechos de emisión de gases de efecto invernadero. Pamesa pagó el año pasado 6,3 millones de euros por el uso de esos derechos, el gran caballo de batalla de la industria azulejera del clúster de Castellón.