Cómo evitar que una empresa quede 'atrapada' en su propia innovación

Si usted tiene un 'smartphone' con sistema iOS, sabrá que para comprar cualquier 'app' deberá hacerlo a través de la tienda de Apple Store. Del mismo modo, si posee un Android, la tendrá que adquirir desde Google Play. Google también será el buscador que vendrá predefinido en ese teléfono. Si, además, en cualquiera de esos dispositivos tiene instalados Facebook, Instagram y WhatsApp, sepa que una de las ambiciones de su dueño Mark Zuckerberg es unir las tres redes para poder crear conversaciones cruzadas entre ellas. ¿Quiere hacerse con un par de buenas novelas? En cuanto introduzca las palabras clave en el buscador (Google, seguramente), nos aparecerá, con toda probabilidad como primera opción, obtenerlas en Amazon.

Tras más de un año de investigación, en octubre de 2020, el Subcomité de Derecho Antimonopolio del Congreso de Estados Unidos concluyó que Google, Apple, Facebook y Amazon, los cuatro gigantes tecnológicos conocidos por el acrónimo GAFA, habían incurrido en "prácticas monopolísticas" para dominar el mercado tecnológico en occidente. La innovación conduce al éxito, pero también tiene sus límites, tal y como muestra el caso GAFA. Entonces, ¿cuáles son dichas barreras? "No hablaría de coto, sino de impulsar la innovación al servicio de la humanidad, de todo lo que nos rodea para hacer que la evolución sea sostenible en el tiempo", explica Enrique Benayas, director de ESIC Corporate Education y director general en ICEMD (Instituto de Innovación de ESIC). Sin duda, una de las tendencias será todo lo que acredite transparencia y veracidad.

"A corto plazo uno de los retos será gestionar la hiperconectividad, la hiperinformación y el poder discernir lo que es real de lo que no lo es". En los próximos años nos enfrentaremos a desafíos apasionantes como la modificación de la especie humana a través de la manipulación genética o todo lo relativo al cambio climático (energías limpias, movilidad sostenible, etc.). "Que sean muy buenos o realmente peligrosos, por ahora, solo depende de nosotros", añade Benayas.

La incorporación de esta humanidad a la innovación también pasa por una legislación que proteja, ante todo, al ser humano de la tecnología si esta puede inmiscuirse peligrosamente en su privacidad. Sin ir más lejos, el pasado 21 de abril, la Comisión Europea presentó un despliegue normativo que pone palos a las gigantescas ruedas de la inteligencia artificial. Este prohíbe la identificación biométrica en espacios públicos, salvo algunas excepciones de seguridad, y también veta la puntuación social que determina la reputación o la credibilidad de una persona en función de factores como su actividad en las redes sociales. Asimismo, esa semana Chile se erigió como el primer país que incluirá los neuroderechos (identidad mental de cada individuo) en su Constitución; una reforma derivada de esos rápidos avances en neurotecnología e inteligencia artificial y sus posibles peligros de alterar la mente humana.

La innovación interna

Colocar lo humano por delante en el proceso de innovación también implica tener en cuenta a los empleados de una empresa. "De hecho, uno de los aspectos fundamentales en la innovación interna es saber potenciar y aprovechar toda la diversidad de perfiles profesionales, personales y de roles que tiene una empresa". Para ello hay que crear entornos adecuados en los que fluya esa innovación proveniente de los empleados. "Y eso se logra con la formación y la comunicación adecuada", asevera Enrique Benayas.

Además de esa parte racional y ética, la empresa debe apostar por una innovación de calidad más que por la cantidad. Solo así superará las curvas de aprendizaje. En palabras de Benayas, "si una compañía quiere ser competitiva de manera sostenida, tiene que incorporar la innovación como parte de su actividad: en su cultura, en su talento, en sus procesos y en sus métricas". Esta, a su vez, debe ser a dos velocidades: incremental, para mejorar lo que ya hacemos, y de manera exponencial, pensando 'out of the box', qué y cómo lo haríamos si comenzáramos desde cero o en otros escenarios. "La innovación debe tener aplicaciones de uso concretas para que no se quede en ideas", reconoce el director de ICEMD.

En este sentido, las empresas se enfrentan a dos retos en este proceso. Primero, que la propia implementación tecnológica no sea un freno, "hay que trocear el proyecto en microproyectos, hacer un producto mínimo viable, testarlo..." De ahí la importancia de contar con 'partners' de tecnología, acostumbrados a este tipo de procesos y a tener equipos formados en estas metodologías ágiles y en implementar y desarrollar la innovación. El segundo desafío es aprender de estos procesos.

¿Y qué hacer si innovamos y fracasamos? "La innovación siempre es una inversión rentable. Si sale bien, porque habremos logrado grandes avances. Y si fallamos, porque habremos aprendido más que otros. Lo importante es saber para qué y en qué innovamos, además de medirlo todo. Y si fracasamos, intentar darnos cuenta rápido y al menor coste posible para seguir aprendiendo y mejorando", concluye Enrique Benayas.

*El Confidencial y ESIC presentan 'Repensando el futuro', una serie de artículos donde se abordarán los desafíos a los que se enfrentan la educación y formación de los futuros profesionales en un contexto laboral en constante cambio. Si quieres saber más sobre su nuevo campus y programas formativos, pincha aquí.