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Inversión en I+D y biogás: el futuro de una empresa de jamones con 90 años de historia

Isabel Rodríguez

La tercera generación que dirige Jamones Blázquez ha decidido incorporar el Blockchain a la empresa y apostar por la economía circular, adaptándola a las nuevas necesidades

Ú

nico e irrepetible. Así es el sabor del auténtico jamón ibérico. Ese que nace de los cerdos autóctonos que campan a sus anchas entre alcornoques y encinas, disfrutando de las más selectas bellotas y el pastizal propio de las dehesas del suelo patrio. En España se come jamón. Pero también se cría con esmero, se fabrica y comercializa un producto que es, por definición, uno de los más emblemáticos del país.

Pese al desconocimiento que existe, incluso, entre los consumidores nacionales, el cerdo ibérico (ya sea de bellota, de cebo de campo o de cebo) es uno de los mejores embajadores del porcino de nuestro territorio. No en vano, está presente en buena parte de los mercados internacionales así como en las mejores cocinas de medio mundo. La conquista no ha sido fácil, pero la labor de empresas como Jamones Blázquez —cuyos productos se exportan ya a más de 40 países— ha sido crucial.

El legado del negocio familiar que Isidoro Blázquez y Teresa Martín iniciaran allá por 1932 es hoy, casi un siglo después de sus primeros pasos, una de las empresas más potentes del sector. Con un espacio de más de 30.000 hectáreas de verdes dehesas, repartidas por Extremadura, Andalucía y la provincia de Salamanca, sus campos e instalaciones son fiel reflejo del crecimiento experimentado a lo largo de estas décadas a base de esfuerzo y tesón. “Somos una empresa tradicional y a la vez innovadora”, explica Francisco Blázquez, nieto de los fundadores y actual adjunto a la dirección del grupo.

La tradición no solo se aprecia en la excelencia que conserva el producto desde que Isidoro y Teresa empezaran a comercializarlo en la provincia de Salamanca. Esa pasión por lo artesanal en su crianza y fabricación sigue muy presente en cada fase del proceso. “Lo que hemos intentado, sobre todo en estos últimos años, ha sido tener una integración vertical y un control total de la cadena de producción para, al final, tener los mejores productos”, relata el adjunto a la dirección del grupo.

El grupo ha adquirido una planta de biogás para generar energía proveniente de los desechos de sus granjas y productos de matadero

Desde la dehesa hasta el transporte, pasando por el proceso de despiece, la salazón, el asentamiento, el lavado, el secado, la maduración o el envejecimiento, cada etapa es una conquista que los Blázquez controlan en su totalidad. Pero conseguirlo no es solo cuestión de dedicación. La inversión en I+D juega un papel fundamental. “Hay que hacer también una labor de investigación. Creemos que es básico para que nuestros productos tengan la mejor calidad y ahora mismo estamos en esa dinámica. Si el cerdo es como tiene que ser, el producto tiene muchos visos de ser muy bueno”, asegura.

Aunque la apuesta por la innovación de esta empresa familiar salmantina no se queda ahí. Con el apoyo de fondos de la Junta de Castilla y León, desarrollan un programa de I+D “con el que vamos a integrar el Blockchain en nuestros productos. Es algo muy novedoso y que consideramos que a futuro va a dar una transparencia enorme, más allá de la trazabilidad normal que, obviamente, tenemos con nuestros productos”, apunta. El nieto de los fundadores añade, además, que colaboran, por ejemplo, con la Escuela de Negocios de la Universidad de Salamanca a través de diferentes patrocinios y actividades, como un máster en industrias agroalimentarias y de exportación.

Por si todo ello no fuera suficiente, la sostenibilidad también marca en parte su actividad. Tras la reciente adquisición por parte del grupo de una planta de biogás para generar energía proveniente de los desechos de sus granjas, productos de matadero, etc., se encuentran inmersos en un proyecto de economía circular que, según Blázquez, pretende “cerrar el círculo, devolverle a la tierra parte de lo que nos da y no hacerle mucho daño”.

El redescubrimiento del ibérico

Hasta hace poco más de una década la principal línea de negocio eran el jamón y la paleta. Sin embargo, el auge de la gastronomía nacional y la alta cocina han sido todo un revulsivo para poner en valor al cerdo ibérico y empezar a comercializar otros embutidos, así como productos en fresco con distintos formatos.

“También nos ha empujado mucho la internacionalización de nuestros mercados. Ellos nos han hecho ver que tenemos un tipo de cerdo que se salía de lo normal”, explica Blázquez, que añade: “Hacemos una labor también bastante divulgativa a través de ferias, showrooms, eventos… Obviamente de nuestros productos pero también de lo que es el jamón ibérico y el jamón ibérico de bellota”.

En su camino no han faltado apoyos como el de Banco Santander, y es que, como el propio adjunto a la dirección reconoce, “la entidad financiera nos apoya a día de hoy muchísimo. Son un gran estímulo. Con ellos nos sentimos muy cómodos y tenemos confianza”. Su apoyo les ha servido para adquirir un nuevo matadero y seguir, por tanto, expandiendo su negocio. Emprendedores por naturaleza, los Blázquez miran al futuro manteniendo intacta la ilusión de sus abuelos y esperando que las generaciones venideras “cojan el testigo”.

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